Historia de la Historia
las Ciudades más antiguas
de España
Historia de la Historia
Una cadena, la que abraza los barrotes de una ventana del Palacio de Pimentel, es objeto de una de las leyendas y habladurías más extendidas en Valladolid. Es parada obligatoria para los turistas, que no dudan en compartirla en sus redes sociales, y una de las tradiciones que mantienen vivas los vallisoletanos casi cinco siglos después de que, supuestamente, acontecieran estos hechos.
Nos remontamos al 5 de junio de 1527. El futuro rey Felipe II va a ser bautizado. Nació el día 27 de mayo en el Palacio de Pimentel, donde descansaban en su visita a nuestra ciudad el emperador Carlos y la emperatriz Isabel.
Se dice que la norma obligaba a celebrar los bautizos en la parroquia a la que perteneciera el edificio en el que tuviera lugar el alumbramiento. Quiso la ‘caprichosa’ demarcación administrativa que la casa palaciega en la que vino al mundo Felipe perteneciera a la parroquia de San Martín.
¡Cómo oficiar tan noble bautizo en el humilde templo, cuando justo al lado se yergue la majestuosa Iglesia de San Pablo! ¡Precisamente donde se celebraban las cortes! Eso debió pensar Carlos V, poco amigo de presentar en sociedad a su heredero en un templo modesto.
Dice la leyenda que el emperador echó mano de la picardía para justificar que, si bien la entrada principal de la casa pertenecía a la parroquia de San Martín, no así la ventana que nos ocupa. La solución: cortar las rejas de la ventana para permitir la salida del infante. La cadena que cierra la ventana se mantiene en recuerdo de aquel fasto casi cinco siglos después.
Si bien es una de las tradiciones más celebradas por los vecinos, cuesta creer que un emperador tuviera que recurrir a este tipo de engaños para no doblarse a las costumbres sociales.
Una de las escenas del zaguán del Palacio de Pimentel representa el bautizo de Felipe II.
En lo que sí coincide historia y leyenda es en la comentada construcción de una pasarela de madera que conectó la casa de los Pimentel con el altar mayor de San Pablo para que la comitiva real no tuviera que tocar el suelo en ningún momento.
Fue una costumbre que instauró en nuestro país su padre. En su bautizo, celebrado en la iglesia de San Juan de Gante en 1500, ya se utilizaba este sistema, que permitía que la nobleza pudiera acceder al templo sin ensuciar el bajo de sus ropajes y ocultos a las miradas de los curiosos.
La reina de
‘Los tres mosqueteros’ nació en Valladolid
Ana Mauricia de Austria y Austria Estiria ha pasado al imaginario popular como la Reina Ana de Francia cuyo honor defendieron Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas.
Lo que pocos saben es que la “bella y orgullosa” reina así la describe el escritor francés nació en Valladolid. La joven protegida por d’Artagnan en Los Tres Mosqueteros y que reaparece en sus posteriores entregas Veinte años después y El vizconde de Bragelonne tuvo tal vida que bien podría haber protagonizado su propia trilogía.
Su infancia en Valladolid
Hija de Felipe III y Margarita de Austria, la infanta nació Valladolid el 22 de septiembre de 1601. Su alto linaje enraizaba con los emperadores Carlos I e Isabel de Portugal y ascendía hasta los Reyes Católicos. Por rama materna descendía del emperador Fernando I de Habsburgo y los reyes de Bohemia y Hungría.
Se cree que el nacimiento tuvo lugar en el Palacio Real en la actual plaza de San Pablo, si bien hay autores que sostienen que el alumbramiento pudo tener lugar en el palacio de los Condes de Benavente en la plaza de la Trinidad porque el Palacio pudiera encontrarse en obras.
La primogénita del matrimonio real fue bautizada en la iglesia de San Pablo. El acto fue todo un acontecimiento social como relata el cronista don Luis Cabrera de Córdoba en Relaciones de las cosas sucedidas en la Corte de España desde 1599 hasta 1614.
Cardenales tan importantes como el de Toledo, nobles como el duque de Parma, el marqués de Velada o el conde de Alba, señores como Pedro de Médici y diplomáticos como el embajador de Venecia acudieron a Valladolid.
Como era costumbre, se construyó un pasadizo de madera para que la infanta y su comitiva llegaran al templo. La estructura, cubierta, dejaba libres los laterales “con solo los maderos de las barandas, para que se pudiese ver de abajo el acompañamiento, cubierto de tela de brocado”. A su término, el suelo se encontraba “cubierto de almohadas muy ricas”.
El mismo libro nos describe la ostentosidad del acto: habla de una “pila de plata” o de un “brasero de plata” con “muchas piedras de colores, de diamantes, rubíes y esmeraldas” y de “todo el suelo de la capilla cubierto de ricas almohadas”. Aquella noche hubo luminarias en las calles de Valladolid.
Pasó su primera infancia en nuestra ciudad, donde Felipe III estableció la Corte hasta que en 1606 decide trasladarla a Madrid.
Reina de Francia
Su ascenso al trono llegó, como era habitual, de la mano de un matrimonio concertado. Fue un intercambio de cartas: Isabel de Francia se casó con el hermano de Ana, Felipe IV, mientras que esta, con solo 14 años, contrajo matrimonio con Luis XIII de Francia.
El matrimonio de Ana con el delfín fue infeliz desde el principio. La niña se vio en un país extranjero, ignorada por un marido que no la prestaba atención, rodeada por una corte que la miraba con hostilidad -una actitud que era azuzada por el cardenal Richelieu- y golpeada por el desdén de la reina madre, María de Médici, empeñada en controlar todo lo relativo a su hijo.
Llegó a estar tan señalada por la Corte que a punto estuvo de ser acusada de traición por la estrecha relación que siempre mantuvo con su hermano. La salvó la concepción del esperado heredero, Luis XIV. Ana tenía casi 40 años. Poco después llegó su segundo hijo, Felipe, y siendo estos niños moría el rey.
Pese a los intentos de Luis XIII por limitar sus derechos como regente dejó constancia de ello en su testamento logró convencer al Parlamento para que anulase los deseos póstumos del rey y hacerse con las riendas de Francia hasta la mayoría de edad de Luis XIV.
Se retiró a su castillo en Val de grace, ya apartada de la vida política, hasta sus últimos días. Murió en 1666 en París por un cáncer de mama. El suyo es uno de los primeros casos de la historia documentados.
En Los Tres Mosqueteros
Alejandro Dumas se refiere a ella como “bella y orgullosa”. El novelista se recrea en no pocas líneas con el aspecto de la reina.
“Su caminar era el de una reina o de una diosa; sus ojos, que despedían reflejos de esmeralda, eran perfectamente bellos y al mismo tiempo llenos de dulzura y de majestad”
Es solo una pequeña muestra de los halagos que le dedica el escritor. Además de su hermosura, Dumas refleja en su novela el ambiente hostil en el que la reina tuvo que aprender a desenvolverse y que, por lo que sabemos, debió ser real.
“Ana de Austria, privada de la confianza de su marido, perseguida por el odio del cardenal, que no podía perdonarle haber rechazado un sentimiento más dulce”
“Ana de Austria había visto caer a su alrededor a sus servidores más abnegados, sus confidentes más íntimos, sus favoritos más queridos. Como esos desgraciados dotados de un don funesto, llevaba la desgracia a cuanto tocaba; su amistad era un signo fatal que apelaba a la persecución”.
Alejandro Dumas
Las ciudades más antiguas de España
De aquí salió Aníbal para la conquista de Italia y en epoca romana fue considerada la segunda ciudad del Imperio. Despues fue visigoda y árabe. Tras la Reconquista, de su puerto salieron numerosos barcos hacia el Nuevo Mundo, siendo escenario de numerosas batallas navales. Todavía aparecen en sus playas monedas de naufragios tras algunas tormentas.
Huelva siglo X a. C. Fenicios y tartesos la llamaron Olba, los romanos Onuba y los arabes Awanaba y Guelbah de donde deriva su actual nombre. Ciudad comercial, como su hermana Gades, y minera por la cercanía de las minas de Riotinto. La ausencia de piedra en sus construcciones hace que no se conserve nada hasta época romana.
Jaén siglo X a. C. Fundada por iberos en el cerro de Santa Catalina sobre un enclave más antiguo. Luego fue cartaginesa y más tarde romana, cuando la llamron Auringi, por la presencia de oro.
Los árabes 711 la llamaron Yayyan pero prevaleció el de Geen lugar de paso de caravanas. A mediados del XIII la cristianizó Fernando III, siendo importante punto en los enfrentamientos con los árabes. Tras el final de la Reconquista comenzó su declive.
Sevilla siglo VIII a. C. Fundada por los tartesios Ispal o Spal y destruida por los cartagineses. El primer asentamiento conocido fue en la Cuesta del Rosario. Sería Julio Cesar -en el 45 a. C. quien fundó la «Colonia Julia Romula Hispalis». Para los árabes fue Isbiliya, pero su esplendor llegó con el descubrimientio de América ya que de su puerto salía la Flota de Indias que conectaba el comercio del Viejo y del Nuevo Mundo.
Almuñecar Granada siglo VIII a. C. Los fenicios le pusieron el nombre de Sexi y en el III a. C. llegaron los romanos que la dieron moneda propia y levantaron teatro, acueducto y templos. En el VIII arribó a ella Abderraman, con quien comenzó el esplendor árabe en la península.
Adra. Almería siglo VII a. C. Se debe a los iberos Abdera. En el IV a. C. pasa a manos púnicas cartagineses y en el II a. C. se hace romana, que la engrandeció con un importante puerto desde donde salían metales y se comerciaba con salazones de pescado. Luego fue árabe y de los pocos sitios donde la conquista cristiana se hizo de forma pacífica.
Ibiza 654 a. C. Fundada por cartagineses, que la llamaron Ibossim necrópolis de Puig y templo de Tanit. Cuando estos la abandonaron fue lugar pirata hasta la llegada de los romanos que le pusieron Ebusus de donde deriva lo de Ibiza. Por ella fueron pasando vándalos, bizantinos, musulmanes en 1080 se hizo reino moro independiente, vikingos, catalanes... hasta que se incorporó a la corona de Aragón. ¿Quienes no pasaron por allí?. Los últimos en llegar fueron los turistas sobre todo ingleses y alemanes.
Málaga siglo VII a. C. Comezó siendo colonia fenicia con el nombre de Malaka. Luego vinieron, como en casi toda la costa, cartagineses y romanos. Los árabes la rodearon de murallas, tan importantes que su asedio por parte de los Reyes Católicos fue de los más largos de la llamada Reconquista. Un siglo XVII malo y un XVIII bueno. En el XIX se convirtió en una de las más importantes ciudades industriales de la península.
Coria, Cáceres siglo VII a. C. El primer asentamioento Caura fue Vetón celta. Los romanos llegaron en el II a. C. y en el V los bárbaros seguidos de los visigodos. Los árabes 711 la llamaron Qüriya y hubo durante cuatros siglos continuos enfrentamientos con los cristianos pasando de manos varias veces hasta el 1212, año de la Batalla de las Navas de Tolosa. Parte de la ciudad como la catedral cayó con el terremoto de Lisboa 1755 o con las luchas con Portugal.
Granada siglo VII a. C. Dejando aparte la leyenda de que fue fundada por descendientes de Noé, los primeros vestigios creíbles son de los iberos Iliberri y más tarde los cartagineses Llibiris. Los romanos intentaron cambiarle el nombre por el de Florentia que no prosperó y luego los judíos por Garnata que era una mítica hija del mismo Noé, quienes residían en lo que hoy es barrio del Albayzin. Con los árabes, borrón y cuenta nueva.
Zaragoza siglo VII a. C. Los iberos fueron supuestamente los primeros la llamaron Salduie, pero acabó quedándose con el nombre romano. Lo de Caesaraugusta fue cosa de César Augusto. Los árabes lo convirtieron en Saraqusta. Con el tiempo se le añadió lo de muy noble, leal, heroica y benéfica todos los titulos están en el escudo.
Ávila siglo VII a. C. Los celtíberos levantaron el castro, al que denominaron Obila origen del actual nombre en lo que hoy es la plaza del Mercado Chico. Los romanos no la prestaron mucha atención colocando en este lugar del mercado el Foro, así como una calzada, un puente y una muralla sobre la que se alzaría la actual medieval para la que se utilizaron piezas tanto celtíberas verracos como romanas lápidas funerarias que aún pueden verse en sus muros. Luego, como tantos lugares, fue visigoda, árabe con luchas fronterizas durante casi cuatro siglos y continuas devastaciones. En el siglo XI llegó la repoblación definitiva.
Lérida siglo VI a. C. Los iberos la llamaron Iltrida y sus caudillos Indibil y Mardonio se unieron a los cartagineses contra los romanos. En el 215 a. C. cayó Asdrúbal hermano de Aníbal y pocos años después los dos caudillos iberos fueron muertos por Roma, que cambió un poco el nombre de la ciudad: Ilerda. Los bárbaros, en el siglo III, derribaron sus murallas y poco después los árabes comenzaron un tira y afloja que causó la ruina de la ciudad. Luego hubo alianzas entra árabes y cristianos. A finales del XII se levantó la catedral que hoy muestra el campanario más alto de Cataluña.
Tarragona siglo V a. C. Un poblado ibero Cesse fue el comienzo de todo. Lo siguiente conocido es el enfrentamieto allí entre cartagineses y romanos que acabarían saqueándola y dándola fama con el nombre de Tarraco. El mismo Augusto se instaló en ella, convirtiéndola en capital de la provincia tarraconense, la de mayor extensión de toda Hispania, rivalizando hasta con la misma Roma. Tarraco fue la primera ciudad del Imperio que en agradecimiento le levantó un altar. A mediados del siglo III comienza la persecución de los cristianos... causante del castigo divino con la llegada de pueblos germanos.
Salamanca siglo IV a. C. Los vacceos celtas la llamaron Helmántica y en el III llegó Aníbal, que no consigue tomarla, cosa que sí hicieron los romanos de esa época es su puente siendo uno de los principales lugares de la Vía de la Plata. Luego llegaría el clásido «desfile» de pueblos invasores que subían y otros que bajaban.
Alicante 324 a. C. Iberos y griegos la llamaron Leucanto; luego, el general cartaginés Amílcar Barca instaló su cuartel durante la segunda guerra púnica, que perdió ante los romanos, que la denominaron Lucentum. Más tarde los árabes la llamarían Alacant, nombre con el que se quedó ya restos de su medina están hoy junto al Ayuntamiento. El proceso de repoblación cristiana fue muy lento.
Barcelona siglo III a. C.El lugar estuvo habitado desde el neolítico, pero quedan pocos vestigios, al igual que de los iberos. Su historia comienza con Roma en lo que hoy es plaza de Sant Jaume que la llamaron Barcino y la amurallaron. Luego llegaron francos, visigodos y musulmanes. En el siglo XII, Ramón Berenguer IV se casó con Petronila de Aragón e integró lo que entonces era el condado de Barcelona en la corona de Aragón.
Valencia 138 a. C. Su historia en realidad comienza con los romanos Valentia, quedando restos junto a la catedral. Ese año se concedieron estas tierras a legionarios como premio por las campañas lusitanas. Fue destruida en los enfrentamientos entre Pompeyo y Sertorio, y vuelta a recosntruir en tiempos de Augusto alcanzando su esplendor en el siglo II.
Córdoba 171 a. C. Fundada por el general Marco Claudio Marcelo, que conservó el nombre de Corduba de un antiguo poblado ibero. En el año 45 a. C. tuvo lugar la guerra civil que acabó con el triunfo de César. Séneca nació allí en el 65 dC. Es con los árabes cuando se hace famosa por ser sede del califato, sobre todo en el siglo X. Hoy es Patrimonio de la Humanidad.
Cartagena 227 a. C. Fundada por los cartagineses como Qart Hadasht sobre un poblado ibero. Fue con la Cartago Nova romana cuando llegó su esplendor. Conservó su importancia con los bizantinos siendo destruida por los visigodos. No levantó ya cabeza hasta el siglo XVI, al hilo de la importancia de su puerto.
La historia de Madrid
Conocer la historia de una ciudad es la mejor manera de comprender su cultura y tradiciones. La historia de Madrid es tan fascinante como compleja.
Te invitamos a conocer con más detalle los eventos históricos y monumentos que contribuyeron a convertirla en la capital y principal ciudad de España.
época musulmana
Los orígenes de Madrid se remontan al período prerromano, cuando la zona no era más que una región rural. Los restos de una basílica visigoda hallada en el emplazamiento actual de la Catedral de la Almudena, demuestran la gran probabilidad de presencia de asentamientos.
La primera constancia de un asentamientos permanentes es durante la época musulmana, con la construcción de una fortaleza defensiva junto al río. Se cree que el nombre de Madrid proviene de dicho asentamiento fortificado musulmán del siglo IX, llamado Mayrit.
Se piensa que dicha construcción se levantó muy cerca del actual emplazamiento del Palacio Real, en un promontorio junto al río Manzanares.
Galicia
Santiago de Compostela
En el Noroeste de España, en la céltica y verde Galicia, a la que los romanos llamaron "Finis Terrae", por ser el extremo más occidental del mundo hasta entonces conocido, cuenta la tradición que estuvo el Apóstol Santiago, como llaman los españoles a Jacob el hijo de Zebedeo y hermano de Juan el Evangelista.
Cuentan las confusas narraciones de los primeros años de la cristiandad que a él le fueron adjudicadas las tierras españolas para predicar el Evangelio, y que en esta tarea llegó hasta la desembocadura del río Ulla. Sin embargo con poco éxito y escaso número de discípulos, por lo que decidió volver a Jerusalén.
Cuando regresó a Palestina, en el año 44, fue torturado y decapitado por Herodes Agripa, y se prohibió que fuese enterrado. Sin embargo sus discípulos, en secreto, durante la noche trasladaron su cuerpo hasta la orilla del mar, donde encontraron una barca preparada para navegar pero sin tripulación.
Allí depositaron en un sepulcro de mármol el cuerpo del apóstol que llegaría tras la travesía marítima, remontando el río Ulla hasta el puerto romano, en la costa Gallega, de Iria Flavia, la capital de la Galicia romana. Allí enterraron su cuerpo en un compostum o cementerio en el cercano bosque de Liberum Donum, donde levantaron un altar sobre el arca de mármol.
Tras las persecuciones y prohibiciones de visitar el lugar, se olvidó la existencia del mismo, hasta que en el año 813 el eremita Pelayo observó resplandores y oyó cánticos en el lugar. En base a este suceso se llamaría al lugar Campus Stellae, o Campo de la Estrella, de donde derivaría al actual nombre de Compostela.
Historia de Vitoria Gasteiz
Historia de una ciudad. Los orígenes de Vitoria Gasteiz, del catedrático Agustín Azkarate y el doctor José Luis Solaun, junto a un gran equipo de investigadores, asistimos a una revolución en el conocimiento de la historia de la capital vasca.
Los métodos innovadores de este estudio y la suerte de que el campus de Álava con la facultad de Letras estén tan cerca se han unido para ofrecer algo de lo que pocas ciudades pueden presumir. Para empezar, Vitoria es 481 años más vieja de lo que se presumía.
Las nuevas tesis hablan de la importancia de aquella aldea situada en el Campillo ya desde el siglo VIII, capaz de mantener relaciones comerciales con todo su entorno. También se dice que si se investiga en otros puntos de la colina, habrá muchas sorpresas, por ejemplo, en San Vicente.
Hasta este libro, que llega con todas las bendiciones académicas aunque ya hay quien pone en duda todo, la historia de Vitoria.
En el recuerdo de Joel M.G.1.12.2004
La historia de San Sebastian
San Sebastián es una ciudad cuyas primeras aportaciones de su fundación están datados en el Siglo XI, si bien no es hasta el Siglo XII cuando oficialmente se da a San Sebastián el título de ciudad.
El Rey De Aragón y Navarra, Pedro I, fue el encargado de confirmar este dato. Desde entonces han pasado 10 siglos en los que son muchas las cosas que han ocurrido en la Bella Easo, en la ciudad de San Sebastián, hasta convertirse en una ciudad dinámica, hermosa, y con una amplia variedad de ofertas de alojamiento, ocio, deportes y gastronomía.
Alrededor del Siglo XI, el Monasterio de San Sebastián se convirtió en el centro de la vida social, administrativa y espiritual de la zona, es por ello que debemos destacar la población del entorno, que fue creciendo poco a poco, pasando paulatinamente de asentamiento a ciudad.
En el Siglo XII la ciudad fue fundada oficialmente y se convirtió en el Puerto Comercial del Reino de Navarra, es por ello que la ciudad rápidamente fue creciendo en población y en casas y construcciones, después pasa a ser parte del Reino de Castilla.
Historia de Bilbao
El territorio donde se asienta Bilbao estuvo poblado desde muy antiguo, mucho antes de su fundación como villa, y así lo atestiguan los hallazgos arqueológicos, escasos pero contundentes, encontrados en su subsuelo.
La historia de Bilbao propiamente dicha, se inicia con la Edad Media, cuando aparece ya como un embrión de enclave comercial, que comienza a desarrollarse desde los primeros momentos del medievo.
Aquel precedente asentamiento marinero y mercantil adquirió el título de Villa por Privilegio de D. Diego López de Haro V, Señor de Bizkaia, el 15 de junio del año de 1.300, en el que se le concedió su Carta Puebla fundacional.
En su inicial desarrollo hay que anotar la influencia del Camino Jacobeo de la costa. El viejo puente a orillas de la Ría permitia vadear dicho entrante de mar a los peregrinos que caminaban hacia Santiago de Compostela, lo cual daba lugar a un continuado trasiego comercial y cultural.
Bilbao era, además, un punto límite del camino terrestre que procedente de Castilla y atravesando el Señorío de Bizkaia, buscaba el mar y la ensenada marinera de la Ria que servía de puerta para introducir mercancías extranjeras hasta las Ferias de Castilla y para exportar la lana castellana hacia los países del Centro y Norte de Europa.
En aquella Carta Fundacional se concedía a la nueva Villa la jurisdicción completa sobre toda la ría, que sería por eso llamada "Ría de Bilbao" y establecía en torno a ésta unos límites municipales que abarcaban la cuenca baja del Ibaizabal - Nervión, es decir, lo que hoy es la Comarca del Gran Bilbao o Bilbao Metropolitano, un hecho geopolítico claramente advertido por el fundador de esta Villa.
El nacimiento y el desarrollo de Bilbao estuvieron, por tanto, íntimamente unidos a su geografía. La ría, los montes, sin el componente básico de su orografía a la cual la villa ha ido adaptando su crecimiento urbano.
El río Ibaizabal rio ancho o abierto, tras recibir a sus afluentes el Nervión y el Durango, se convierte en Ría por la influencia de las mareas y recibe aguas salobres desde unos 14 Kms antes de su desembocadura en el mar.
La historia de las islas Canarias
Existe un delicioso aroma a misterio en relación a los orígenes de las islas Canarias y de los guanches, que desaparecieron tras consecutivas oleadas invasoras. En 1821 las islas fueron declaradas provincia, pero los efectos de la Guerra Civil y de la II Guerra Mundial las abocaron a la miseria económica. No fue hasta la década de 1960, con la llegada del turismo de masas, cuando la economía insular empezó a recuperarse.
En el principio...
Una teoría fantástica sostiene que las islas Canarias son los restos del legendario continente sumergido de la Atlántida. La explicación más científica y menos romántica es que el archipiélago de Macaronesia representa una parte diminuta de unos volcanes submarinos inmensos. El Teide, en Tenerife, no solo es la montaña más alta de España, sino que medido desde el fondo oceánico es el tercer volcán más alto del planeta.
La datación por carbono de los escasos restos arqueológicos hallados en las islas indica que los primeros pobladores llegaron alrededor del 2000 a.C., aunque es probable que hubiera una ocupación anterior, y en Fuerteventura se han encontrado huesos de cabra fechados en el 3000 a.C.
Es posible que los fenicios y sus sucesores, los cartagineses, echaran un vistazo a las islas más orientales del archipiélago durante sus exploraciones de la costa atlántica norteafricana. Algunos historiadores creen que una expedición fenicia desembarcó en las islas en el s. XII a.C. y que el cartaginés Hannón el Navegante las visitó en el 470 a.C.
Lo que sí se sabe es que el Imperio romano derrotó a Cartago en la Tercera Guerra Púnica en el 146 a.C. Sin embargo, no parece que los romanos tuvieran demasiado interés en investigar las legendarias islas, a las que conocían como Insulae Fortunatae islas Afortunadas.
Pasado un siglo y medio, poco después del nacimiento de Cristo, los romanos recibieron informes vagamente fiables escritos por Plinio el Viejo y basados en los relatos de una expedición que llevó a cabo hacia el 40 a.C. Juba II, un rey vasallo de la África del norte romana. En el 150 d.C., el geógrafo egipcio Tolomeo ubicó con bastante precisión la posición de las islas por estima, trazando un meridiano imaginario que señalaba el fin del mundo conocido y pasaba por El Hierro.
La Historia de las Islas Baleares
Las islas se han descubierto pobladas desde circunstancias excepcionalmente lejanas. Tiene puntos de referencia que los pioneros primarios regresan al tercer milenio antes de Cristo. Aunque hay restos de cercanía humana en Ibiza y Formentera en la Edad del Bronce, estas islas fueron eliminadas durante algunos siglos, mientras que la isla de Mallorca y Menorca fueron poseídos por un pueblo que cultiva la cultura Talayótica .
Fue en el año 406 que el hielo del Rin, permitió la sección de los germanos, que en 409 experimentaron los Pirineos para establecerse incidentalmente en la Península.Desde ese punto cruzaron el estrecho y establecieron el Reino Vándalo, uniéndose a las islas en el año 455.
Más tarde, en 534, fue Justiniano I quien venció e incorporó las islas al Imperio Bizantino hasta mediados del siglo VIII. Después de una fase de invasiones, el Emirato de Córdoba los involucró en el año 903. Posteriormente, fue la Taifa de Denia en el año 1013 a 1067, del Imperio Almorávide el año 1120 a 1203 y de los Almohades del año 120 3 hasta la victoria cristiana.
Entre los siglos XII y XIII, la corona de Aragón se extendía a los pueblos del Mediterráneo, esta fue la forma en que toqué base a las Islas Baleares el 3 de diciembre de 1229, después de largas y problemáticas batallas llegó Jaime I de Aragón y tomo posesión de Mallorca.
La historia de Pamplona
El nacimiento de Pamplona:
El nacimiento de Pamplona como ciudad tuvo lugar en el año 74 o 75 antes de Cristo, cuando fue fundada por el general romano Pompeyo, que le dio el nombre de Pompaelo. Esta fundación tuvo lugar sobre un poblado indígena vascón que ya existía, pero de éste no sabemos apenas nada, pues de él los arqueólogos sólo han encontrado algunas cerámicas y poco más.
La ciudad romana:
En época romana, Pompaelo la ciudad de Pompeyo era una ciudad importante y grande. Estaba situada donde hoy está la zona de la Navarrería, en el casco antiguo. Los arqueólogos han encontrado y siguen encontrando en en subsuelo de la Navarrería cantidad de restos de esa época: casas, templos, termas, mosaicos, murallas, etc.
La alta edad media:
Pero el imperio romano cayó, y en los siguientes siglos Pamplona perdió su esplendor, convirtiéndose en un pequeño poblado de agricultores situado en torno a una iglesia la que más tarde se convertirá en Catedral. Aquí nació en el siglo IX el Reino de Navarra, con el nombre de Reino de Pamplona.
Los burgos:
El acontecimiento más importante de la Edad Media ocurrió en el siglo XI: El Camino de Santiago trajo a Pamplona mucha gente proveniente de Francia, principalmente artesanos y vendedores, que trajeron mucha riqueza.
Aunque se quedaron a vivir en Pamplona, no se mezclaron con la gente de aquí, sino que se instalaron junto a la ciudad en dos burgos diferenciados: El Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás.
Así, Pamplona estuvo dividida en tres poblaciones: La Navarrería la ciudad de los navarros; la Pamplona de siempre, el Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás.
Las tres estaban separadas entre sí por murallas, pues eran enemigas unas de otras. Durante la Edad Media fueron continuos los enfrentamientos y las guerras entre ellas. Por ejemplo, en 1276, en una guerra entre los dos burgos y la Navarrería, los de los burgos entraron en la Navarrería matando a sus habitantes y destruyendo sus casas. Otro ejemplo: en cierta ocasión los de San Cernin quemaron la iglesia de San Nicolás... con sus feligreses dentro.