miércoles, 25 de septiembre de 2019

Encuentro de Caminos El Escorial y San Lorenzo de El Escorial



Encuentro de Caminos 
El Escorial y San Lorenzo de El Escorial


Aunque la tradición más añeja de El Escorial, nos habla de restos de colonización romana,
y sirve para apoyar esta tesis, la existencia de algunos restos de calzada, en el actual
camino que une El Escorial con Zarzalejo, y la toponimia del entorno, en ocasiones nos
pone en relación con nombres de origen árabe, todo hace pensar que, el primitivo origen de


El Escorial, está relacionado con el proceso reconquistador del siglo XI y repoblador del
siglo XII, época en la que por razones fundamentalmente ganaderas, el espacio en que
nuestro pueblo se localiza, se vería poblado por una mínima comunidad aldeana, que poco
a poco se establecería, en el espacio y término que actualmente ocupa nuestra localidad.
Se trataría en principio, de una minúscula población de organización totalmente anárquica,
que en régimen de presura, ocupa las tierras que para su sostenimiento económico
necesita, que carece de toda organización administrativa, que se rige por normas de
carácter consuetudinario y que ha escogido para denominar el lugar que habita, algo que es
común a cientos de repoblaciones medievales: el nombre de la vegetación dominante en su
entorno, es decir, el ésculo.


 Parece evidente que, los primeros habitantes de nuestro
espacio geográfico, encuentran a su alrededor, todo un bosque o campo poblado de
ésculos, carvajos o quejigos, con lo que no es difícil concluir que, la etimología de El
Escorial, esta escrita, en lo más precioso y bello de sus elementos sustanciales la
naturaleza. 
El primitivo núcleo de población descrito, constituye desde los
primeros momentos de su existencia, un espacio fronterizo, no
tanto hacia el sur y con los territorios musulmanes muy
alejados del marco escurialense, sino con los territorios del
Real de Manzanares, ámbito geográfico de constantes
conflictos, entre segovianos y madrileños, y en donde El
Escorial constituirá la línea de defensa de la comunidad de
Segovia. 


De aquí surgirán dos aspectos fundamentales que caracterizarán el pequeño enclave
poblacional que por entonces es El Escorial: su estructuración como adegaña dependiente
de Robledo, aldea creada por Segovia, para organizar todo el territorio de la “Jara y de la
Sierra”, y su ansia de supervivencia, pese a la presión constante, que sobre su limitado
espacio ejercerán los poblados de El Campillo y Monesterio.
El siglo XVI, nos muestra un Escorial, en creciente proceso de expansión, y con la
suficiente capacidad, para segregar un territorio propio e individualizado de Robledo de
Chavela, al tiempo que sus condiciones económicas, sociales y de organización del 
espacio, le convierten en un lugar de atracción de población de los enclaves próximos, lo
que hace de El Escorial, una aldea prospera en rápido proceso de crecimiento. Los
primeros quince años del siglo XVI, constituyen el momento histórico en que El Escorial
se configura como una aldea independiente administrativamente, con un marco territorial
específico y propio, individualizado de los enclaves próximos.
b El Escorial en el siglo XVI.


En el marco del sexmo de Casarrubios, y tomando como referencia la normativa legal de la
Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, viven y trabajan en el término de El Escorial, 
en
la primera mitad del siglo XVI, un centenar de labradores y campesinos, que subsisten en
buena proporción del cultivo de sus propiedades y de las prácticas comunitarias. Este
labrador autónomo e independiente, se sentirá amenazado por las actitudes de la
monarquía del emperador Carlos V, y como un miembro más de la Tierra Segoviana,
intervendrá en la Guerra de las Comunidades, sufriendo primero la derrota y más tarde una
dura represión en la que se vieron implicados, un total de 72 vecinos, entre ellos siete
mujeres.


Pero la gran página de la Historia se abrirá para El Escorial, en lugares muy lejanos de su
entorno, en tierras francesas, y más concretamente en San Quintín. Allí tras la batalla,
Felipe II, desarrolla la idea de construir un monasterio, y el 15 de abril de l561, escribe al
padre general de la orden Jerónima y le dice.
" Sabed que en reconocimiento de la vitoria que nuestro
señor fue servido darme el dia de Sant Lorençio, del año
pasado de l557, tengo determinado de edificar y doctar un
monasterio”.
El nacimiento de El Monasterio, genera cambios trascendentales en el seno de la pequeña
aldea, que en pocos meses, abandonará su tranquilidad ancestral, para verse sumida en un
proceso de cambios rápidos y urgentes. Así, su marco espacial será transformado, como
también su ejido, y su dehesa boyal, y lo que es más importante, sus campos abiertos de
siglos, se comienzan a cerrar. Pero es que además, el municipio se puebla de laborantes,
procedentes de todos los rincones de Europa, y el dinero, siempre escaso y alejado de las
manos campesinas, comienza a sonar en sus bolsas, al tiempo que los mesones y tiendas se
hacen insuficientes, y nada de lo tradicional sirve para explicar lo que está pasando.


Es ahora cuando la comunidad de aldea, se convierte en Villa, por una sencilla razón, y
es que las normas legales que estructuran la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, no
sirven para hacer frente a la problemática diaria de la construcción de un Monasterio, y es
preciso crear en El Escorial, un territorio de Realengo, que dependiendo directamente del
prior del Monasterio e indirectamente del Rey, tenga un responsable único: el Alcalde
Mayor, encargado de administrar la vida diaria del lugar y de aplicar justicia.
Es también el momento en que el viejo Escorial se engalana con un nuevo Ayuntamiento,
un Hospital Real para laborantes, grandes casas para los funcionarios reales, apertura de 
nuevas calles, edificación de notables fuentes y sobre todo, es el momento en que se
construye una nueva Iglesia, la actual de San Bernabé. 


En una palabra, los años de l562 a
l598, constituyen la etapa de máximo esplendor en la historia urbanística de nuestro
pueblo, que inexorablemente se acompañó de la ruptura total del tejido económico social
tradicional, puesto que a partir de la entronización de los monjes en el Monasterio, los
habitantes de El Escorial, destruida en parte su fuente de riqueza ancestral, se convierten
en servidores, de su gran patrono: El Monasterio. 


 El Escorial durante los siglos XVII y XVIII.
Los tiempos de cambios cesan con la muerte del Rey fundador, y el siglo XVII, será la
etapa de sedimentación y reposo que permita digerir las transformaciones impuestas en una
Villa, que depende para casi todo de su superior jerárquico, el Monasterio, y de su prior,
escurialense.
La situación descrita, con cambios que no son del caso reseñar aquí, se mantiene hasta la
segunda mitad del siglo XVIII, y más concretamente hasta el reinado de Carlos III,
momento en que se hace patente, la necesidad que los cortesanos del Rey tienen, de
viviendas propias, para instalarse cerca de la Corona, durante las jornadas que Carlos III
pasa en su palacio del Monasterio.


Los monjes jerónimos con mucho de soberbia y poco de
reflexión, impedirán la construcción de edificios con
márgenes suficientes de libertad para sus propietarios, lo que
conducirá a que la Corona, utilizando un motivo tan baladí
como la apertura de un mesón en el Sitio, y empleando para
sus intereses a la Villa de El Escorial, promueva un ruidoso
pleito, en el que se enfrentaran El Monasterio y nuestro
municipio, por el reconocimiento de la propiedad del suelo
en el que se había de establecer el citado mesón, con el
arbitraje superior, de la Corona, quien en última instancia se
apropiará del terreno en discusión, cuando se demuestre que
el lugar elegido para la instalación de la nueva taberna, eran
baldíos, y por tanto pertenecientes a la institución
monárquica.


Desde este momento, la Corona promoverá cambios administrativos de importancia, a
costa del Monasterio y de El Escorial, centrados en la desaparición de la figura del
Alcalde Mayor, la creación del cargo de Gobernador de El Real Sitio, y la configuración 
de un marco territorial propio, para el nuevo enclave poblacional puesto en marcha. Nacía
así, no sin graves dificultades, el miembro más joven de la tierra escurialense: el municipio
de San Lorenzo de El Escorial.
 Los caminos de la modernidad.
Con la pujanza de la juventud, San Lorenzo de El Escorial inicia su aventura, pronto
truncada por una guerra como la de la Independencia, la cual supondrá para El Escorial,
dado sus hechos de armas, el honroso titulo de Leal, preámbulo obligado a los peores años
de nuestro municipio, nunca debido a la fuerza con que se desarrolla 
San Lorenzo de El
Escorial, sino a los cambios que en el núcleo monástico escurialense impondrá, la
exclaustración de los jerónimos, y la posterior desamortización de todos sus bienes.


Y es que, el segundo tercio del siglo XIX supone, la transformación radical del modo de
vida habitual de la población escurialense, toda vez, que desde l836, ya no hay monjes a
los que servir, ni propiedades religiosas que trabajar, puesto que la Corona, heredera de los
bienes de los monjes jerónimos, abandona en buena proporción la explotación de la tierra y
no realiza inversión alguna, que permita el empleo de la mano de obra. Por otra parte, la
desamortización de las propiedades comunales, complemento obligado del trabajo de los
campesinos escurialenses son puestas a la venta en pública subasta, y con la apropiación
individual, llegará la cerca, y con ella, la pobreza y la despoblación del viejo Escorial.


Sin embargo, en los peores
momentos, cuando el
empobrecimiento es mayor, y
cuando la miseria y la
despoblación total parece ser el
destino de la vieja adegaña
Robledana, El Escorial,
recuperará su ansia de
supervivencia y aunque vea
desaparecer a vecinos cargados
de Historia, como
Navalquexigo, Valmayor y
Peralejo, El Escorial,


aguantará lo suficiente, para que el tendido ferroviario primero, el tren más tarde, y el
jugoso dulzor del Chocolate, le pongan en condiciones de mostrar al mundo, el primero de
sus grandes hijos: El Monasterio de El Escorial.
Apoyándose en la gran obra filipina, y en el gran marco natural en el que se inscribe
nuestro pueblo, los habitantes de El Escorial, de los primeros años del siglo XX, solo
tuvieron que esperar que el tren llegase con viajeros, para continuar haciendo lo que
tradicionalmente habían hecho, prestar sus servicios, y mostrar la grandiosidad de lo que
les rodeaba. Y lo hicieron tan bien, que pronto su supervivencia estuvo asegurada.


Quizá como premio a su capacidad de resistencia, los últimos años del siglo XIX,
supusieron un incremento notable del marco territorial escurialense, con la incorporación
de los términos territoriales, que en su día constituyeron, los ámbitos geográficos de
Navalquexigo y Peralejo, enclaves que cincuenta años más tarde, década de 1940 50, 
parecen renacer de sus cenizas, volviendo a poblarse y habitarse, sin perder su vinculación
con su núcleo cabecero la Leal Villa de El Escorial.


Con la distancia que a los problemas dan los años, El Escorial, se nos muestra hoy, como
un municipio orgulloso de que su nombre acompañe y complete la denominación de otros
dos enclaves crecidos y desarrollados en su marco Monasterio de El Escorial y San
Lorenzo de El Escorial, al tiempo que se muestra receptivo a todo aquello que de algún
modo pueda engrandecerle, siempre que en ningún momento rompa la armonía y
equilibrio, que el viejo Escorial, pacto con su etimología. Y es que el futuro de nuestro
municipio sigue estando escrito en el mismo lugar que su origen: en la naturaleza.

El Escorial, la Octava Maravilla del Mundo Madrid
Edificado por Felipe II como perdurable expresión de su persona y de la monarquía divina que creía encarnar, el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, emplazado al pie del monte Abantos, en la sierra de Guadarrama, es un complejo multifuncional que es a su vez panteón, basílica, convento, colegio, biblioteca y palacio. Solo tiene paralelos en las ciudades palaciegas de los monarcas del Antiguo Oriente o Egipto.


El Escorial, construido entre 1563 y 1586 para conmemorar la victoria de las tropas españolas en la batalla de San Quintín en 1557, es un edificio contradictorio: parece muy racional, pero es una construcción mágica que intenta reproducir el Templo de Salomón en su calidad de condensador de fuerzas divinas en las que creían tanto Felipe II como su arquitecto Juan de Herrera.
Todo el conjunto escurialense responde a una geometría hermética que pivota sobre las tres figuras básicas: el cuadrado, el círculo y el triángulo equilátero.
El edificio en sí es un todo inmenso. 
De planta rectangular, tiene unas dimensiones de 207 metros de largo por 161 de ancho. Así, que en una visita lo mejor es atender a unos cuantos detalles: el patio de los Reyes, la Bóveda Plana entre el patio y la iglesia, la biblioteca, la iglesia y, sobre todo, el Panteón Real.


En la biblioteca el visitante debe fijarse en los frescos del techo pintados por Tebaldi y buscar la figura de Euclides, un griego que sostiene una tabla con un extraño dibujo: las tres figuras herméticas superpuestas, es decir, las claves de los constructores de El Escorial.
En el palacio de Felipe II se debe reparar en las austeras estancias, sobre todo el cuarto que comunica con el altar de la basílica para que el rey asistiera a misa desde la cama cuando estaba enfermo de gota.
En el Panteón hay que bajar a la cripta, que tiene 26 sepulcros de mármol que contienen los restos de los reyes y reinas de las casas de Austria y Borbón (excepto Felipe V y Fernando VI). Incluye los de Juan III, que nunca llegó a reinar.


En los bajos de El Escorial se exponen planos, maquetas, herramientas, grúas y material empleado en la construcción del monasterio. Como no podía ser menos, el monasterio está declarado Patrimonio de la Humanidad.

Para llegar a El Escorial, el viajero puede embarcarse en un apasionante viaje a otra época en una locomotora del siglo XX de la mano del monarca que lo mandó edificar. El tren de Felipe II parte de la estación Príncipe Pío de Madrid y el trayecto dura poco menos de una hora.


La Leal Villa de El Escorial

Iglesia de San Bernabé El templo hermano del Monasterio de El Escorial
Su geometría, sus volúmenes limpios, con grandes muros y escaso ornamento, la levantan imponente a siete kilómetros en línea recta del colosal Monasterio de El Escorial.
Ambos edificios se miran, en su proyección hacia el este y el oeste respectivamente, alineados a la perfección hacia oriente.
Parece de plata, dejó escrito el Padre Sigüenza el monje de la Orden de San Jerónimo que mejor documentó las obras del monasterio al ver concluida la Iglesia de San Bernabé desde la celda del prior.

Una vista radiante de la parroquia de El Escorial que ha sido recuperada por dentro y por fuera gracias a los más de 1,7 millones de euros dedicados a casi dos décadas de restauraciones coordinadas desde la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid.


Esta desconocida joya arquitectónica declarada Monumento Nacional en 1983 y Bien de Interés Cultural, dos años después fue promovida de forma directa por Felipe II. Su proyecto fue diseñado hacia 1589 por Francisco de Mora, ayudante de Juan de Herrera en las obras del conjunto monacal escurialense. Su traza y diseño, estudiado en las facultades de Arquitectura e Historia del Arte como uno de los mejores ejemplos del estilo herreriano, no dejan lugar a dudas de su vínculo con el fastuoso proyecto encargado por el monarca. El 1 de enero de 1594 comenzó su construcción y su ritmo constructivo fue tan trepidante que solo un año y diez meses después estaba siendo bendecida por el obispo de Segovia.

Juan de Herrera

«Estructuralmente se encuentra en muy buen estado», explican sobre la solidez constructiva las arquitectas que han intervenido en las distintas fases de restauración de esta iglesia, Mónica Alberola y Consuelo Martorell. La última de ellas ha logrado devolver el lustre perdido a las dos torres que flanquean el edificio. Una aún conserva la estructura original de su chapiteles, probablemente obra del carpintero real del Monasterio de El Escorial.
 En la torre norte se han rehecho las ventanas recuperando la geometría original. Hemos reutilizado al máximo los materiales existentes, como el pavimento y los mamperlanes de los peldaños, sustituyéndolos cuando ha sido necesario por nuevos de las mismas características que los originales: losas de barro cocido y madera de pino, explican a  en una visita al templo.


La Comunidad de Madrid ha intervenido desde 1999 en las fachadas, cubiertas y carpinterías interiores, así como en su entorno inmediato y su interior, actualizando las instalaciones de alumbrado y calefacción», señala Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio.
 El patrimonio eclesiástico es uno de los más importantes de la región y tenemos convenios con la Iglesia para actuar en los edificios que lo componen. Se hace priorizando las intervenciones siguiendo criterios de urgencia, según el reparto territorial de las tres diócesis que existen en Madrid», explica sobre la importancia de este tipo de intervenciones destacando que, en la región, existen 16 conjuntos históricos como El Escorial.

 En todos ellos hay una comisión local de Patrimonio que vela por el buen estado de conservación de edificios, monumentos y obras de arte, también en colaboración directa con los ayuntamientos, concluye.


Bárbara antigualla
Después de la cubierta del tejado –renovada con urgencia en 1999 por las innumerables goteras que había–, las actuaciones en el interior han sido clave para descubrir algo más de la historia de la iglesia. El templo anterior al que sustituyó desapareció en 1594. El Padre Sigüenza al referirse a él lo llama la bárbara antigualla. Y, según dejó escrito en 1586 Fray Miguel de Santa María, era de mampostería de piedra, con tres naves, seis pilares de piedra redondos, de baja altura y oscura. Tenía tres altares el mayor y dos colaterales», explica Florentino de Andrés, párroco de esta iglesia, el número 35 desde que fuera considerada parroquia por Pío IV, a petición del propio Felipe II, en 1563.


El Real Monasterio de El Escorial, visto desde la iglesia de San Bernabé
El rey no tuvo ninguna intención de demoler el antiguo templo; sí la de trasladar la Virgen, patrona de El Escorial, de la ermita de la Herrería.


 A otra que él mismo mandaría edificar en el término del pueblo. Debió influir en el monarca un informe del guarda mayor de los bosques que señalaba que dentro y fuera de la ermita sucedían cosas indecentes. Imaginamos que se refería a la prostitución», explica en la capilla dedicada a la patrona del municipio. 
Es la única que conserva la decoración policromada original, en cuyo trabajo participaron Luca Cambiasso y Lázaro Tavone.



Sin duda, la más importante de las obras artísticas que conserva es el retablo del pintor Juan Gómez, sobrino del arquitecto Francisco de Mora y padre del arquitecto Juan Gómez de Mora célebre por su trabajo en la Plaza Mayor de la capital. 
Representa el martirio de San Bernabé y es nuestra obra más preciada. En la Guerra Civil fue acribillado a balazos. Lo intentaron arrancar con bueyes y no pudieron. Sí que destruyeron una estatuas de Santiago Apóstol y San Andrés. Acabaron con la gran riqueza que Felipe II ideó para esta parroquia, lamenta.


Entre otros elementos, se perdieron para siempre el archivo parroquial; el órgano que el rey ordenó construir y todos los objetos sagrados de culto. Fue verdaderamente devastador, sobre todo documentalmente.


Sepultura de cortesanos
La tradición oral de los escurialenses y algún estudio previo a la Guerra Civil, como el del cura Lorenzo Niño se han encargado de mantener viva parte de la historia que acompaña a este edificio. La misma señala que en este lugar teniendo en cuenta el espacio que ocupó la antigua parroquia fueron enterrados algunas de las celebridades de la corte de Felipe II, entre ellos Juan Gómez. La más singular, según Florentino de Andrés, fue la del bufón del rey, Miguel de Antona, conocido como El Velasquillo.


Se supone que fue enterrado en la capilla más próxima a la sacristía, pero no se han hallado evidencias de ninguno de los enterramientos. «Al abrir el solado se encontraron, a muy poca profundidad, una gran cantidad de restos óseos. La iglesia se utilizó como cementerio durante siglos. 







viernes, 20 de septiembre de 2019

Historia de Ponferrada y el Mercado Medieval




Historia de Ponferrada y el Mercado Medieval

 Historia de Ponferrada 

 Castilla y León se engalanan para recibir en sus calles a damas, caballeros, bufones, artesanos y clérigos, personajes de otros tiempos que nos harán revivir antiguas historias y leyendas.
La primera semana de julio se viven auténticos días de fiesta en Ponferrada alrededor de su castillo y su leyenda templaria. Si quieres disfrutar de sus jornadas gastronómicas, el emocionante desfile de templarios con sus antorchas, el castillo encendido y un sin fin de actividades debes ir reservando por que la ciudad se llena por completo. Merece la pena visitarlo.



Pocos días después del inicio del verano, Ponferrada celebra una de sus fiestas más populares: la Noche Templaria. La recreación de un acontecimiento medieval que marcó la historia de la ciudad y que dejó un importante legado, como el castillo de la ciudad.
Considerada de Interés Turístico Regional, en ella se conmemora la llegada del maestre de la Orden de los Caballeros Templarios –Fray León Guido de Garda, superviviente de varias batallas en Tierra Santa– a la ciudad. Consigo traía varios tesoros sagrados: el Arca de la Alianza y el Santo Grial.


El primero de ellos es el cofre sagrado que contenía las Tablas de la ley donde estaban inscritos los Diez mandamientos que Dios le entregó a Moisés. El Santo Grial, por su parte, es el vaso que Jesucristo utilizó en la última cena
 caballeros del Temple llevará ambas reliquias hasta el castillo de Ponferrada. Antes de ello, los monjes serán recibidos entre multitudes en la glorieta del Temple, donde se recreará la imposición de la capa al caballero que allí se encuentra inmortalizado. Lo más curioso es que todos los asistentes también van vestidos de época.
El espectáculo irá acompañado del sonido de los tambores, que dejarán de resonar con la quiebra de la luna templaria. En este otro acto, la regidora de la villa entregará las llaves del castillo al prior de la orden delante del resto de los caballeros. Una vez hayan conseguido su objetivo, podrán seguir su camino hasta la fortaleza donde guardarán sus joyas de Oriente y donde se realizará un Juicio a la Orden Templaria.


El Arca de la Alianza con la que cargarán estuvo guardada, originariamente, en el primer templo de Salomón, en Israel, donde los primeros templarios tenían su sede. Esta orden religiosa de guerreros cristianos estuvo obsesionada con hacerse con el Santo Grial en Tierra Santa.
Esta no será la única noche en la que los viajeros podrán viajar a la Edad Media. Hasta el 1 de julio la ciudad contará con un mercado medieval donde se podrán encontrar artículos y alimentos medievales, talleres infantiles, conciertos, espectáculos pirotécnicos y varios campamentos donde se exhiben artefactos, indumentarias, cuentos y otros enseres de la época, algunos de ellos pertenecientes a la Orden Templaria.



Los caballeros templarios se asentaron en Ponferrada en 1178 gracias al rey Fernando II de León. El lugar escogido fue una pequeña fortaleza romana que se alzaba sobre la ciudad y que había sido construida sobre un antiguo castro celta.
A lo largo de los años el castillo sufrió diferentes modificaciones, ya que a finales del siglo XII los templarios fueron expulsados de la ciudad por Alfonso IX de León y, aunque regresaron 15 años después, en el XIV se disolvió la Orden.
La mayor parte de su estructura se ha conservado, aunque muchos de los edificios pertenecen a diferentes épocas, como el llamado castillo viejo y el palacio renacentista.
Actualmente, el castillo templario de Ponferrada está abierto al público. En él se pueden visitar su patio, donde estaban la sala de armas, las bodegas y las caballerizas. Se puede subir a la torre del Homenaje, que antiguamente fue una prisión, por lo que cuenta con un montón de historias y leyendas. Y en la Biblioteca Templaria y el Centro de Investigación y Estudios Históricos de Ponferrada se pueden ver los más de 1.400 libros y manuscritos que datan de la época medieval.



Historia de Ponferrada 

La ciudad de Ponferrada tiene su origen en la Edad Media surgiendo como asentamiento alrededor del Camino de Santiago. A finales del siglo XI, el obispo astorgano Osmundo, en connivencia con el rey Alfonso VI de León, ordenó la construcción de un puente sobre el río Sil que facilitase el paso a los peregrinos a Compostela, el cual fue reforzado con hierro. Era el "Pons-Ferrata" que dará nombre a un primitivo núcleo de población, la "Puebla de San Pedro", llamada así por la dedicación de la iglesia románica construida en el siglo XII a la salida del puente. Ese primitivo barrio se unió al pequeño poblado que el rey de León, Fernando II, creó en la otra orilla, sobre un promontorio rocoso al que rodeaba una cerca. Este recinto será ampliado en los siglos siguientes como fortaleza de los monjes Templarios y como residencia de otros señores feudales, siendo el barrio que se consolida como ciudad de Ponferrada.



Hacia el año 1178, por concesión de los Reyes de León, los Templarios se establecieron a lo largo del Camino de Santiago, teniendo noticias de su presencia en nuestra tierra pocos años después. El rey Alfonso IX donó Ponferrada a los Templarios con la misión de proteger a los que acudían en peregrinación a Compostela, ya que en la zona se cometían muchos abusos contra ellos. Las crónicas cuentan que aquellos primeros Templarios llegaron con el maestre provincial Guido de Garda a la cabeza, siendo Fray Helías el primer comendador de Ponferrada.


 La tradición les atribuyó hazañas de toda índole, incluida la del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Encina, patrona de El Bierzo, allá por el año 1200, en el hueco de una encina. Con la disolución de la Orden del Temple, la ciudad, enclave importante en el camino de la Meseta a Galicia, pasó por la tenencia de distintas familias que ampliaron la fortaleza y ensancharon sus límites: Castros y Osorios, principalmente, siendo clave la figura de Pedro Álvarez Osorio, señor de Cabrera y Ribera de León, que en 1456 se convirtió en Conde de Lemos por concesión de Enrique IV.


Precisamente en esta época, en el contexto del conflicto por la sucesión de Enrique IV, estalló la segunda Revuelta Irmandiña que, iniciada en Galicia, se expandió al Bierzo desde su parte occidental en 1467, atacando los irmandiños varias fortalezas leonesas, como Cornatel, Balboa o Sarracín, llegando hasta Ponferrada, donde se refugió buena parte de la nobleza gallega que huía de los irmandiños, y que se atrincheró en la fortaleza ponferradina, que sufrió daños por al ataque de las fuerzas irmandiñas, antes de ser sofocada la revuelta. Tras ésta, en 1469, Pedro Álvarez Osorio, mandó reconstruir y reparar sus castillos que habían sufrido daños, siendo el caso del de Ponferrada.


Posteriormente, tras el fallecimiento en 1483 de Pedro Álvarez Osorio, estalló un cruento conflicto por su sucesión, que enfrentó, por un lado, al bando formado por la segunda mujer del Conde de Lemos, María de Bazán, y su hija Juana Osorio, casada con Luis Pimentel (hijo del conde de Benavente), y por otro lado a Rodrigo de Castro Osorio, nuevo Conde de Lemos. Para solucionar el conflicto, en 1486 los Reyes Católicos decidieron actuar, creando el marquesado de Villafranca del Bierzo para Juana y su marido Luis Pimentel, quedando para Rodrigo de Castro Osorio el condado de Lemos, motivo por el cual los monarcas obligaron a éste a entregar el castillo de Ponferrada, que había tomado, que pasó a manos de la Corona. De esta manera, el castillo y la villa de Ponferrada pasaron a ser de realengo nuevamente, hecho que se prolongó hasta el fin del Antiguo Régimen, correspondiendo a los monarcas nombrar corregidor en la villa, siendo don Juan de Torres el primero que detentó este cargo tras la vuelta a la propiedad real.


Por otro lado, en esta época, en el contexto del conflicto por la sucesión de Enrique IV, estalló la segunda Revuelta Irmandiña que, iniciada en Galicia, se expandió al Bierzo desde su parte occidental en 1467, atacando los irmandiños varias fortalezas leonesas, como Cornatel, Balboa o Sarracín, llegando hasta Ponferrada, donde se refugió buena parte de la nobleza gallega que huía de los irmandiños, y que se atrincheró en la fortaleza ponferradina, que sufrió daños por al ataque de las fuerzas irmandiñas, antes de ser sofocada la revuelta. Tras ésta, en 1469, el conde de Lemos, Pedro Álvarez Osorio, mandó reconstruir y reparar sus castillos que habían sufrido daños. Posteriormente, tras el fallecimiento en 1483 de Pedro Álvarez Osorio, estalló un cruento conflicto por su sucesión, que enfrentó, por un lado, al bando formado por la segunda mujer del Conde de Lemos, María de Bazán, y su hija Juana Osorio, casada con Luis Pimentel (hijo del conde de Benavente), y por otro lado a Rodrigo de Castro Osorio, nuevo Conde de Lemos.


 Para solucionar el conflicto, en 1486 los Reyes católicos decidieron actuar, creando el marquesado de Villafranca del Bierzo para Juana y su marido Luis Pimentel, quedando para Rodrigo de Castro Osorio el condado de Lemos, motivo por el cual los monarcas obligaron a éste a entregar el castillo de Ponferrada, que había tomado, que pasó a manos de la Corona. De esta manera, el castillo y la villa de Ponferrada pasaron a ser de realengo nuevamente, hecho que se prolongó hasta el fin del Antiguo Régimen, correspondiendo a los monarcas nombrar corregidor en la villa, siendo don Juan de Torres el primero que detentó este cargo tras la vuelta a la propiedad real.


Por otro lado, cabe destacar que, con la reducción de ciudades con voto en Cortes a partir de las Cortes de 1425, las localidades del actual municipio de Ponferrada pasaron a estar representadas por León durante toda la Edad Moderna, lo que les hizo formar parte de la provincia de León de la época, encabezando Ponferrada un partido propio dentro de ésta, que coloquialmente era denominado "provincia del Vierzo".? Asimismo, debido a la adscripción territorial desde la Alta Edad Media del territorio de Ponferrada al reino leonés, durante toda la Edad Moderna las localidades del municipio formaron parte de la jurisdicción del «Adelantamiento del reino de León». De esta época, cabe señalar también que es cuando puede considerarse que Ponferrada empieza a desarrollarse como urbe propiamente dicha, ya que entre los siglos XVI al XVIII se construyeron sus edificios más singulares y notables.



Ya en la Edad Contemporánea, iniciado el siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia Ponferrada destacó por haber llegado a albergar la sede de la Junta Superior de León en diversas fechas de 1809, 1810 y 1811. Asimismo, más tarde, en el Trienio Liberal, Ponferrada pasó a formar parte de la provincia de Villafranca o "del Vierzo",? si bien al perder ésta su estatus provincial al finalizar el Trienio Liberal, en la división de 1833 pasó a estar adscrita nuevamente a la provincia de León, conservando no obstante su pertenencia a la Región Leonesa.? Un año después, en 1834, cuando se realizó en España la primera división en partidos judiciales, Ponferrada pasó a encabezar uno de ellos,18? incorporando al mismo el partido judicial de Villafranca en 1966.


Ya en el siglo XX, cabe destacar que el 4 de septiembre de 1908 el rey Alfonso XIII concedió a Ponferrada el título de ciudad. Asimismo, en esta época, el descubrimiento y la explotación de las riquezas minerales, hierro y carbón, así como la instalación en 1949 de la central térmica, cambiaron el rumbo agrícola de la cuidad por un rápido despegue económico que la convirtió en la capital indiscutible del Bierzo.





jueves, 29 de agosto de 2019

Historia de la Virgen de la Herrería y su tradicional Romería



Historia de la Virgen de la Herrería y su  tradicional Romería 

LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE  LA HERRERÍA 


El origen del culto a la Virgen de la Herrería hay que situarlo en la época de la reconquista, finales del siglo XI y principios del XII. No tenemos documento escrito que atestigüe el momento preciso de la aparición de la Virgen en el lugar donde estuvo la antigua Iglesia luego Ermita que en el espacio de la Herrería, y concretamente dentro de la actual finca El Castañar, existía cuando Felipe II llegó a 


El Escorial para fundar el famoso Monasterio, pero si existen en distintos archivos otros muchos documentos que atestiguan el por qué se veneraba a la Virgen de la Herrería y cómo éste culto se debía a los muchos favores y constantes gracias que el pueblo recibía en cuantos momentos de angustia y tribulación solicitaba su auxilio divino.


La imagen que existía era con casi toda seguridad del siglo XIII y consta que desde tiempo inmemorial se hacían las romerías a la Ermita concurriendo gentes de todos los pueblos de la comarca y aún de provincias lejanas. La Ermita, que fue mandada derribar por Felipe II, para trasladarla al lugar del Sacedón, en las inmediaciones de lo que hoy conocemos por el Tamajón, a unos dos kilómetros aproximadamente del emplazamiento 



antiguo, no llegó a efectuarse porque en virtud de un acuerdo del Concejo de la Villa del año 1586, se suplicó al Rey que en lugar de construirse una nueva ermita se edificase un nuevo templo parroquial y en él se preparara una capilla destinada exclusivamente a la Virgen, por la devoción que el pueblo le tenía y por los infinitos milagros concedidos a todos los fieles sometidos a su patrocinio.


Felipe II fue ganado en esta devoción y convencido de las razones que el pueblo tenía, ordenó la edificación del nuevo templo y en él destinó la mejor capilla a la Virgen de la Herrería, rindiendo un culto fervoroso toda la real familia y haciendo intervenir a varios de sus famosos artistas en las pinturas de la capilla. Su hija la infanta Dña. Catalina Micaela de Austria, fue muy devota de la Virgen de la Herrería.


El pueblo de El Escorial haciendo gala de su intensa fe y de su gran cultura religiosa ha dado testimonio en todos los tiempos de su devoción a su excelsa Patrona la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Herrería, pero además y sabiendo mucho de su significado teológico, la ha abrazado siempre como única verdadera Madre de Dios y de los hombres. Así ha rendido culto en todos sus misterios y ha marchado siempre a la cabeza en todos los movimientos marianistas.


En la finca de la Herrería, según se ha dicho en otro lugar, no debió existir poblado alguno por no encontrarse vestigio de ello en la época en que la ermita se destruyó y todos los síntomas inducen a creer que esta porción de territorio estuviera vinculada con el poblado de Fuentes Lámparas, aunque sometido, como otros pueblos de la sierra a la Ciudad de Segovia, de cuya jurisdicción dependían.


Según D. Lorenzo Niño Azcona, en el siglo XIV era la Patrona del poblado de Fuente Lámparas, su imagen databa del siglo XIII y que ya en esta época, siguiendo costumbre inmemorial, se llevaba en procesión al puerto de San Juan de Malagón. Además en el año 1601 y con motivo de una información abierta para impedir la supresión de un camino, se vino en conocimiento que éste se usaba desde tiempo inmemorial por los devotos de los pueblos hacia Toledo y otros lugares lejanos para asistir a las romerías, atraídos por la fama de esta Virgen milagrosa.


Si existe constancia que ya desde el siglo XVI, sin precisar exactamente el año, la Virgen tenía su congregación denominada “Esclavitud de Ntra. Sra. de la Herrería” y que para pertenecer a ella se precisaba formar parte de la del Santísimo Sacramento, a partir del año 1577, fecha en que esta última se fundó.


Entre 1571 en que tuvo lugar la batalla de Lepanto y 1584 que comienza el primer libro de actas del Concejo, puede situarse el acuerdo de declarar a la Virgen de la Herrería Patrona de la Villa, puesto que después de esta última fecha ya recogen los documentos el hecho indubitable de este patrocinio. Claro que como ya se deja consignado, este acontecimiento es independiente del culto ancestral que se rendía tanto en El Escorial como en otros muchos lugares lejanos de donde desde tiempo inmemorial concurrían las gentes devotas a sus romerías, atraídas por la fama de sus milagros.


En el Archivo Histórico Municipal, se encuentra con frecuencia, a partir de 1584, documentos que acreditan la devoción de la Villa a su Patrona; y no hay apuro, desgracia o difícil situación en que no se invoque su auxilio divino, guiados de la profunda fe que en Ella tienen y recordando siempre los favores recibidos en cuantas ocasiones pidieron su protección. Claro que siempre iba precedida de solemnes actos religiosos, generalmente novenarios a los que asistía el Concejo en pleno.


Se sacaba en procesión para la bendición de los campos. El primero de Mayo era llevada en procesión a la ermita de San Juan de Malagón, que existió en el cerro de Abantos y después a la de San Sebastián, que hasta el siglo XIX, que desapareció, estuvo situada en el barrio de este nombre, donde se celebraba una romería.


El día de su fiesta, primer domingo de septiembre se celebraba la Misa, procesión y ofrecimiento de los niños menores de siete años. Por la tarde se corrían toros con intervención de artistas del Monasterio y caballeros de la Corte, terminando con otras fiestas profanas de comedias y bailes al estilo de la época.
Jamás El Escorial rompió los vínculos espirituales que desde tiempos remotos estableció con su Patrona.




Historia y Tradición Serrana 


HISTORIA DE LA ROMERIA


Celebrando la Romería en honor de Ntra. Sra. en su tercera época. Decimos tercera porque son tres los lugares a donde ha peregrinado la venerada imagen de la Virgen de la Herrería a través de los tiempos.
La primera época fue en la que la imagen de la Virgen por voto de villa era llevada el día 1 de mayo hasta la antiquísima ermita que existía en San Juan de Malagón. Este periodo es el que transcurre desde los tiempos inmemoriales siglo XII o XIII, hasta el año 1625 o 1627 según otros en el que las autoridades civiles y eclesiásticas acuerdan suprimir la romería a la ermita de San Juan de Malagón. 


Dentro de esta primera época podemos distinguir dos periodos bien diferenciados, un primero en el que la imagen de la Virgen estaba depositada en la ermita

 (inicialmente iglesia) del poblado de la Ferrería de Fuente Lámparas situado en el exuberante valle ocupado hoy en día por la finca El Castañar dentro del espacio de la Herrería.
 En este periodo la procesión-romería se realizaba desde esta ermita hasta la ya citada de San Juan de Malagón que estaba a una distancia de una legua.


La primitiva iglesia luego ermita, se encontraba en la parte alta de la finca de El Castañar. En sus orígenes fue una pequeña iglesia en la que había hasta pila de bautismo. Después quedaría como ermita al despoblarse Fuente Lámparas debido a la peste que asoló Castilla en el siglo XIV 1340 y que se conoció como la Claustra.


El segundo periodo dentro de esta primera época comienza en 1595 cuando Nuestra Señora de la Herrería fue situada en una capilla especialmente dedicada dentro de la nueva iglesia del señor San Bernabé en la Villa de El Escorial. Esto se hizo por orden de Felipe II que por Real Cédula manda que desaparezca la antiquísima ermita que la Virgen tenía en la Herrería y que la imagen sea trasladada a la citada parroquia. 


En este periodo que termina como hemos visto hacia 1625 o 1627, los vecinos de El Escorial seguían realizando, el día uno de mayo, la procesión-romera a lo más alto del puerto de Malagón, acompañando a la imagen de María.
Según cita Don Lorenzo Niño en su libro “Felipe II y la Villa de El Escorial” la imagen de la Virgen permanecía en novena bastantes días en la ermita de San Juan de Malagón, en lo alto de la sierra, donde se le hacía una función solemne, costeada por el pueblo.


La segunda época se inicia al suprimir por motivos de jurisdicción con la ciudad de Segovia, la romería que por voto de villa se hacía a la ermita de San Juan de Malagón y cambiarla por una procesión a la cercana ermita de San Sebastián, situada en las eras del mismo nombre, cosa que duró hasta finales del siglo XIX.
El antiquísimo voto de villa de ir a San Juan de Malagón fue conmutado por Fr. Mateo de Nieva, vicario de la Villa de El Escorial y su territorio, el cual mandó se hiciese la fiesta y novena en la ermita de San Sebastián.



Hay que reseñar que en aquellos pasados tiempos la romería era más un acto de culto que una fiesta campestre. Los romeros asistían para pedir alguna determinada gracia, cumplir algún voto o rogar para una buena cosecha.

La tercera época la iniciamos en 1968 en la que por decisión de la Hermandad de la Virgen se recupera la antiquísima tradición romera llevando la venerada imagen de Nuestra Señora de la Herrería a los Prados del Rodeo.
 En los inicios de esta tercera época no se disponía de ermita en donde situar la imagen, pero con el esfuerzo de muchos miembros de la Hermandad y la desinteresada colaboración de otros muchos escurialenses se consiguió construir una bella ermita que fue bendecida el 2 de Septiembre de 1979.


 La Virgen de la Herrería que durante tantos siglos fue llevada en romería-procesión a San Juan de Malagón, a los Ermitaños o a las eras de San Sebastián, vuelve a ser llevada en romería por los vecinos de su querida Villa, pero ahora a los Prados del Rodeo.









El Mundo en que Vivimos: El Horóscopo de Mariela la Pitonisa

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