viernes, 17 de mayo de 2019

Ciudades y Pueblos de la Comunidad de Madrid




Ciudades y Pueblos de la Comunidad de Madrid


Historia de los Pueblos de Madrid

SAN LORENZO DE EL ESCORIAL
El pueblo de San Lorenzo de El Escorial combina referencias artísticas alrededor de su monasterio, que es la estrella del lugar, un coloso monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y obra cumbre del estilo herreriano. En el conjunto de calles y plazas apretadas del pueblo es posible encontrar numerosas terrazas y restaurantes con bellos rincones típicos.
Visitar el monasterio, joya arquitectónica mundial.
 Sentarte en la Silla de Felipe II y disfrutar de la panorámica que ofrece.
Comer el típico cocido de Charolés.

ALCALÁ DE HENARES
La localidad que vio nacer a Miguel de Cervantes fascina por su casco viejo plagado de calles empedradas que conducen hasta el encanto de sus torres, campanarios y espadañas, coronadas siempre por nidos de cigüeñas, en un conjunto que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. La existencia de Alcalá de Henares está íntimamente ligada a la universidad fundada por Cisneros.
Visitar la capilla de San Ildefonso, integrada en la universidad, y mausoleo de personajes como Antonio de Nebrija o el propio Cisneros.
 Dar un paseo por la plaza de Cervantes, corazón de esta localidad.
Tomar unas tapas por la pintoresca calle Mayor.


ARANJUEZ
Al sur de la Comunidad de Madrid, en la confluencia de los ríos Tajo y Jarama, el paisaje cultural de Aranjuez está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Un casco antiguo lleno de edificios de gran valor histórico, espléndidos jardines, una rica huerta y, sobre todo, el deslumbrante palacio Real, dan buena cuenta de que Aranjuez es uno de los lugares más bonitos de Madrid.
 Visitar las dependencias del palacio Real. Pasear por el encantador jardín del Príncipe.
 Montar en el Tren de la Fresa, que realiza el trayecto Madrid Aranjuez con una ambientación de época y degustaciones de esta fruta típica de la localidad.

CHINCHÓN
Este encantador pueblo del sur de Madrid tiene su epicentro en su plaza Mayor, considerada una de las más bellas del mundo por su armonía y sus proporciones. Construida en el siglo XV, ha sido lugar de mercado, escenario de proclamaciones e incluso de obras maestras del cine. Desde hace años es también el escenario de su turística Pasión Viviente.
 Ver la Asunción de la Virgen, obra de Goya que preside el retablo mayor de la iglesia de la Asunción.
 Visitar el castillo de los Condes de Chinchón, en la parte más elevada del casco urbano.
 Comer el cochinillo del restaurante Cuevas del Río.

MANZANARES EL REAL
Una de las estampas más bellas de la región madrileña es la que dibuja el castillo de Manzanares el Real, también llamado castillo de Los Mendoza, con unas vistas únicas sobre el embalse de Santillana y en cuyo interior se puede disfrutar de una galería gótica y de un patio porticado que es una delicia. El castillo preside a este pequeño pueblo situado en pleno Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.
 Adentrarte en las instalaciones del castillo.
 Visitar el embalse de Santillana.
Hacer una ruta natural por La Pedriza, muy cercana al pueblo.

BUITRAGO DE LOZOYA
Fundada por los romanos y fortificada por los árabes, la localidad de Buitrago de Lozoya, en plena sierra de Guadarrama, llegó a ser una importante ciudad-mercado en la Edad Media. Cargada de historia, en su estampa sobresalen su imponente recinto fortificado de origen islámico y el alcázar de estilo gótico-mudéjar.
Visitar el Museo Picasso, con obras donadas a Eugenio Arias, natural de esta villa y barbero y amigo del artista.
 Conocer la bella iglesia de Santa María del Castillo.
Practicar vela en el cercano embalse de El Atazar.


NAVACERRADA
En pleno Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, el pueblo de Navacerrada es uno de los enclaves naturales más importantes del norte de Madrid, no solo por estar rodeado de algunas de las montañas más grandes del Sistema Central, como La Maliciosa y la Bola del Mundo, o por paisajes realmente de postal, como el de la Dehesa de la Golondrina, sino también por ser uno de los primeros lugares donde fue posible practicar esquí en la península, erigiéndose como uno de los sitios de referencia para los amantes de este deporte de invierno.
 Practicar esquí o dejarte caer en trineo por su puerto.
Visitar sus diferentes mercadillos de antigüedades.
Probar la carne con denominación de origen Sierra de Guadarrama.

NUEVO BAZTÁN

Al sureste de la Comunidad de Madrid se sitúa el majestuoso conjunto histórico artístico de Nuevo Baztán, originado como encargo del prócer navarro Juan de Goyeneche a José Benito de Churriguera, en lo que sería un proyecto de villa señorial que hoy en día supone un bellísimo ejemplo de urbanismo barroco en el medio rural, todo ello desarrollado en torno a su iglesiapalacio.
Visitar la armoniosa edificación de la iglesia-palacio.
Acudir al Centro de Interpretación, instalado en una antigua bodega.
 Recorrer la senda natural de Valmores, donde se encuentran vestigios de hornos de cal y yeso.

PATONES DE ARRIBA

Es uno de los pueblos más singulares y auténticos de Madrid. Está situado en la vega del río Jarama, donde destaca con su belleza marcada por edificaciones en pizarra y un entorno paisajístico único, que siempre le han dotado de un ambiente de leyenda. Hoy en día es, además, todo un reclamo gastronómico con una amplia oferta en restauración de calidad.
 Contemplar las vistas desde el Cerro de la Bola.
Visitar el Centro de Iniciativas Turísticas.
 Disfrutar de su gastronomía castellana típica: migas, judiones, asados….

RASCAFRÍA
En este pueblo de la zona norte madrileña nace el río Lozoya y descuellan las cumbres más altas de la sierra de Guadarrama, dominadas por el pico de Peñalara, en cuyo pie lo más destacable es el Monasterio de Santa María de El Paular, considerado como la primera cartuja de Castilla y una belleza arquitectónica donde predomina el estilo gótico.
Ver la iglesia, el claustro y el patio del Ave María.
 Visitar el antiguo palacio de los Trastámara, hoy hotel de Santa María de El Paular.
Pasear por el puente del Perdón, de estilo barroco, que recuerda el paso de los condenados a muerte a la casa de la Horca, donde se decidía si se llevaba a cabo o no su ejecución.


Pueblos de Madrid con encanto. Conjuntos Histórico Artísticos

Presentamos en esta sección algunos de los pueblos de Madrid "con encanto" que han sido declarados Conjuntos Histórico - Artísticos, o que, sin alcanzar tal calificación, destacan por su riqueza monumental y artística.

 Talamanca de Jarama
Talamanca de Jarama es uno de los pueblos con más riqueza histórica y patrimonial de toda la Comunidad de Madrid y presume de contar con dos iglesias de gran valor por su origen románico y mudéjar.
Pueblos de Madrid. Talamanca de Jarama


Alcala de Henares ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es imposible dar un breve paseo por sus casco histórico sin toparnos con una iglesia, un convento o un palacio.

 Chinchón
Chinchón es uno de los pueblos más pintorescos y turísticos de Madrid. Su plaza es famosa, así como su castillo y otros muchos luagares de gran encanto y casticismo.
Pueblos de Madrid. Chinchón


Pueblos de Madrid. Buitrago de Lozoya
Buitrago de Lozoya 
De los pueblos monumentales de Madrid, Buitrago de Lozoya, es el de carácter más medieval. A ello contribuye sus excelentes murallas y la iglesia gótica y mudéjar de Santa María del Castillo.

 Aranjuez
Aranjuez es el pequeño Versalles de España, gracias a que fue la ciudad elegida por los Borbones como sede de la corte durante las primaveras. Aranjuez conserva palacios, jardines y edifcios que nos retrotraen al siglo XVIII.
Pueblos de Madrid. Aranjuez
Pueblos de Madrid. San Martín de Valdeiglesias
San Martín de Valdeiglesias 
El encanto de San Martín de Valdeiglesias es la conjunción de alicientes monumentales y paisajísticos y la cercanía de provincias tan monumentales como Toledo y Ávila.

 Boadilla del Monte
Boadilla del Monte es uno de los pueblos que más ha crecido demográficamente del entorno de Madrid. Sus dos monumentos importantes son el famoso palacio del Infante Don Luis y la iglesia mudéjar de San Cristóbal.
Pueblos de Madrid. Boadilla del Monte

Pueblos de Madrid. Navalcarnero
Navalcarnero  
Navalcarnero es uno de los pueblos turísticos por antonomasia de la Comunidad de Madrid. Sus ricos vinos, su interesante historia y sus monumentos son los principales atractivos.
 Montejo de la Sierra
Montejo de la Sierra se encuentra en plena Sierra del Rincón, en la denominada Sierra Pobre de Madrid. Además de contar con parajes naturales muy hermosos, Montejo tiene una iglesia con resabios románicos y mudéjares.
Montejo de la Sierra


Campo Real 
Campo real es un castizo y conocido pueblo de madrid, célebre por la calidad de sus productos agroalimentarios. Pero además su iglesia es de las más interesantes de la provincia..
 Villarejo de Salvanés
La torre del homenaje de Villarejo de Salvanés es de las más fotogénicas de la provincia. El patrimonio monumental de este pueblo se debe a la Encomienda Mayor de Castilla de la Orden de Santiago.
Pueblos de Madrid. Villarejo de Salvanés
Colmenar de Oreja 
Colmenar de Oreja posee una de las plazas mayores más bonitas de toda la provincia de Madrid y está presidida por la enorme iglesia de Santa María la Mayor.

 Venturada
Poco o nada conocida, la iglesia de Santiago de venturada tiene la única portada románica conservada en la provinncia de Madrid, Existen otras mudéjares, pero no de piedra como ésta.
Venturada

Torremocha del Jarama tiene en su iglesia restos de pinturas murales de transición del románico al gótico, fechables a finales del siglo XIII o comienzos del XIV.
 Santorcaz
Santorcaz es un pueblito que muestra un intersante conjunto de iglesia y castillo medieval cuyas fechas de construcción pueden cifrarse entre el siglo XIII y el XIV.
Santorcaz
Ventana del castillo de Manzanares el Real
Manzanares el Real 
Si tenemos en cuenta que el patrimonio medieval de Madrid no es tan rico como en otras provincias limítrofes, es muy destacable el caso de Manzanares el Real con dos castillos, restos de una ermita mudéjar e iglesia gótica.


Historia de la Comunidad de Madrid

Mapa de la provincia de Madrid, realizado por Tomás López de Vargas en 1773. Puede observarse la desarticulación del territorio madrileño. Constreñida por Segovia, Guadalajara y Toledo, sin solución de continuidad territorial, la provincia de Madrid invade, por su parte, a la de Guadalajara el recuadro superior izquierda corresponde al partido de Almonacid de Zorita y a la de Toledo.

Cronología histórica de la Comunidad de Madrid.
La Historia de la Comunidad de Madrid como tal1 es muy reciente. La provincia se constituye administrativamente en el siglo XIX y, a finales del siglo XX, se configura como una comunidad autónoma uniprovincial. No obstante, existen algunos hitos históricos anteriores, decisivos para la definición del actual perfil de la región:

La presencia de asentamientos humanos, de gran importancia y extensión, en la Prehistoria;
La aparición de Complutum Alcalá de Henares en la época romana;
La decadencia de Complutum en la época visigoda, que conduce a una ruralización de la región y a su supeditación a la capital del reino, Toledo.
El carácter defensivo que adquiere el territorio madrileño en el periodo andalusí y el papel preponderante de Mayrit Madrid en la defensa de Toledo y como centro de la red viaria, con Talamanca como bastión defensivo al norte defendiendo el curso del Jarama;

La constitución del concejo de la Tierra de Madrid durante la Reconquista, primer gran embrión de la posterior realidad administrativa;
La designación de la Villa de Madrid como capital durante el Renacimiento, en lo que constituye el segundo y más decisivo embrión;
La expansión metropolitana del siglo XX, que resulta transcendental para la conformación de la actual comunidad autónoma.
Entre todos estos hitos, la capitalidad se destaca como el de mayor determinación histórica.3? En el siglo XVI, Felipe II sitúa la capital de su imperio en la Villa de Madrid año 1561. Surgen entonces los primeros esfuerzos para articular una región en torno a la Corte, con los que poner fin a la disgregación territorial de las comarcas aledañas. Hasta entonces, las tierras comprendidas entre las sierras de Guadarrama y de Somosierra y el río Tajo estaban vinculadas de manera dispersa a varias jurisdicciones, sin una solución de continuidad territorial.


A Guadalajara le correspondían los partidos de Colmenar Viejo y Buitrago del Lozoya, así como el señorío del Real de Manzanares, coincidente en gran parte con la actual comarca de la Sierra de Guadarrama. Segovia extendía sus dominios al Norte y Oeste de la actual provincia madrileña, mientras que Toledo ocupaba el Este, con Alcalá de Henares y Chinchón como núcleos destacados. De Madrid dependían Casarrubios, en la actual provincia de Toledo, y Zorita de los Canes, en la de Guadalajara.
Esta dispersión territorial consecuencia de la forma en que se desarrolló la Reconquista y el posterior proceso de repoblación, durante la Baja Edad Media se corrige parcialmente en los siglos XVI y XVII. Con la capitalidad, se impone un marco de subordinación económica a las tierras colindantes con la Villa de Madrid, que incluso iba más allá de los actuales límites de la Comunidad de Madrid. Pero aún se está muy lejos de una auténtica realidad administrativa.

Después de algunos intentos de reorganización territorial en el siglo XVIII, la articulación como provincia de Madrid ve la luz definitivamente en el siglo XIX, en el contexto de la reforma impulsada por Javier de Burgos, con la que entra en vigor la actual división provincial de España año 1833. La recién creada provincia de Madrid se integra en la región de Castilla la Nueva, junto con Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo.
El salto de provincia a comunidad autónoma se da mucho después, a finales del siglo XX, con la puesta en marcha del Estado de las Autonomías. Al hecho de la capitalidad, que fue decisivo para la creación de la provincia, se le añade ahora la condición metropolitana de la nueva comunidad. Este rasgo resulta clave para su segregación de la antigua región de Castilla la Nueva, dados los fuertes desequilibrios sociales, económicos y demográficos que introducía la provincia madrileña, y su configuración como comunidad uniprovincial.

 

La capitalidad de Madrid

El desaparecido Real Alcázar de Madrid fue residencia de los monarcas españoles, entre ellos, Carlos I, que lo reformó y amplió. La pintura es del siglo XVII.
En el siglo XVI, el rey Felipe II situó la capital de su imperio en Madrid año 1561. En contra de la creencia generalizada, la ciudad no era un población irrelevante en medio de la Meseta Central.
Bien es verdad que su población en torno a los 15.000 habitantes antes de la capitalidad era muy inferior a la de Toledo 60.000 y a la de Valladolid aproximadamente 40.000, otras dos villas con posibilidades para ser designadas como capitales. Pero su importancia era incuestionable: no sólo era frecuentada asiduamente por los reyes de Castilla  algunos de ellos fijaron allí su residencia temporalmente;
sino que pertenecía al exclusivo y reducido grupo de ciudades con voz y voto en las Cortes del Reino. Sólo dieciocho villas castellanas disfrutaban de este privilegio.

Otra prueba de la influencia política de la villa es el interés mostrado por el emperador Carlos I, que ordenó la reforma y ampliación del Real Alcázar de Madrid, posiblemente para fijar allí la Corte de forma definitiva. Así sugiere el historiador Luis Cabrera de Córdoba siglo XVI, en referencia a Felipe II:
El Rey Católico, juzgando incapaz la habitación de la ciudad de Toledo, ejecutando el deseo que tuvo el emperador su padre Carlos I de poner su Corte en la Villa de Madrid, determinó poner en Madrid su real asiento y gobierno de su monarquía.
Carlos I de España, incluso, llegó a planificar la construcción de una catedral en Madrid, para evitar su dependencia religiosa de Toledo, pero el poderoso Arzobispado de esta ciudad truncó la iniciativa.
La proclamación de Madrid como capital impulsó lo que puede entenderse como el segundo embrión de la provincia madrileña. Aunque no existía una auténtica regulación administrativa de la región, los monarcas fueron desarrollando un marco de dependencia económica de las tierras colindantes con la villa, que se extendía más allá de los límites actuales de la Comunidad de Madrid. También se promovió una extensión competencia de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte de cinco a diez leguas en su torno, en un intento por articular una región alrededor de la capital.


Pero aún se estaba muy lejos de una auténtica realidad administrativa, sobre todo teniendo en cuenta que el Estado del Antiguo Régimen convivía con la existencia de numerosas jurisdicciones señoriales, tanto laicas como eclesiásticas. Entre las primeras, se encontraban señoríos de gran extensión, como el Real de Manzanares en manos de los Mendoza y otros de pequeñas dimensiones, como el señorío de Valverde de Alcalá. Entre las segundas, había jurisdicciones monásticas como la Cartuja de El Paular, del clero secular como las extensas posesiones del Arzobispado de Toledo y de órdenes militares caso de la Encomienda Mayor de Castilla de la Orden de Santiago, que ocupaba Valdaracete, Villarejo de Salvanés y Fuentidueña de Tajo40.

La necesidad de una organización territorial, de carácter administrativo, se puso especialmente de manifiesto durante las obras del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que dieron comienzo en 1563 a instancias de Felipe II. Su construcción supuso una serie de demandas en términos de infraestructuras, que dejaron en evidencia las disfunciones de tal desarticulación administrativa.

La construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial puso en evidencia la desarticulación territorial de la región.
Pese a ello, el monarca impulsó la ejecución de importantes obras a lo largo de los 50 kilómetros que separan la Villa y Corte de San Lorenzo de El Escorial. Estaban dirigidas a hacerle más cómodo el viaje y de ellas se beneficiaron poblaciones como Galapagar se erige el Puente Nuevo sobre el río Guadarrama, Torrelodones Juan de Herrera diseña el Real Aposento de Torrelodones, donde descansaba el monarca camino del monasterio o El Escorial se reforma el Monasterio de Prestado, que sirve de residencia al rey en los veinte años que duraron las obras, y se edifica la imponente iglesia de San Bernabé.


La ciudad de Madrid extiende así su área de influencia, más allá de su concejo, y empieza a configurarse la actual provincia, aunque sólo en la práctica. Aún quedan tres siglos para que ésta sea una verdadera realidad administrativa.
Aunque el término provincia no tenía rango jurisdiccional, la expresión se utilizaba frecuentemente en la documentación fiscal de los siglos XVI y XVII. En el año 1591, incluso, se elaboró el Censo de la población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla, un intento de definición territorial en el que se trazaron los límites de las provincias castellanas. Parte del territorio actual de la provincia de Madrid se lo repartían de forma fragmentada y dispersa Ávila, Guadalajara, Segovia y Toledo, al tiempo que Madrid se adentraba en las tierras que hoy ocupan Toledo y Guadalajara.


Convertida en centro político, económico y cultural del país, la ciudad de Madrid vivió su máximo apogeo entre los siglos XVI y XVII, cuando coincidieron en la capital Cervantes Alcalá de Henares, 1547, Quevedo Madrid, 1580, Calderón de la Barca Madrid, 1600, Lope de Vega Madrid, 1562, Luis de Góngora (Córdoba, 1561) y Tirso de Molina Madrid, 1579, entre otros literatos. La ciudad era entonces la capital internacional del teatro, junto con Londres, y en el siglo XVII fue uno de los principales focos pictóricos del mundo, de la mano de Velázquez Sevilla, 1599 y la Escuela madrileña de pintura. 
El Teatro Español, construido sobre el solar del Corral del Príncipe uno de los primeros teatros barrocos del mundo, y el Barrio de las Letras dan cuenta de aquel esplendor literario. Y el rico patrimonio pictórico de la ciudad, conservado preferentemente en el Museo del Prado, informa de la importancia artística adquirida.
En el terreno de la escultura, Madrid acoge a artistas tanto españoles como internacionales. El italiano Pietro Tacca Carrara, Italia, 1577 es el autor de la primera estatua ecuestre del mundo que se sujeta sobre las dos patas traseras del caballo. Se trata de la efigie de Felipe IV, situada en el centro de la Plaza de Oriente, diseñada a partir de una pintura de Velázquez y realizada sobre cálculos matemáticos atribuidos a Galileo Galilei Pisa, Italia, 1564.


Madrid 
Listado de pueblos, ciudades o municipios de Madrid.
Son unos 227 pueblos, ciudades, aldeas y villas en la provincia de Madrid . 

PUEBLOS DE MADRID - MUNICIPIOS MADRID - ALDEAS MADRID
AJALVIR. ALALPARDO. ALAMEDA DEL VALLE.
ALCALA DE HENARES. ALCOBENDAS. ALCORCON.
ALDEA DEL FRESNO. ALGETE. ALGODOR.
ALPEDRETE. AMBITE. ANCHUELO.
AOSLOS. ARANJUEZ. ARGANDA DEL REY.
ARROYOMOLINOS. BARAJAS. BATRES.
BECERRIL DE LA SIERRA. BELMONTE DE TAJO. BELVIS.
BELVIS DEL JARAMA. BERZOSA DEL LOZOYA. BOADILLA DEL MONTE.
BRAOJOS. BREA DE TAJO. BRUNETE.
BUITRAGO DE LOZOYA. BUSTARVIEJO. CABANILLAS DE LA SIERRA.
CADALSO DE LOS VIDRIOS. CAMARMA DE ESTERUELAS. CAMARMA DEL CAÑO.


CAMORRITOS. CAMPO REAL. CANENCIA.
CARABAÑA. CASARRUBUELOS. CASTILLEJO.
CENICIENTOS. CERCEDA. CERCEDILLA.
CERVERA DE BUITRAGO. CHAPINERIA. CHINCHON.
CIEMPOZUELOS. CINCO VILLAS. COBEÑA.
COLLADO MEDIANO. COLLADO VILLALBA. COLMENAR DE OREJA.
COLMENAR DEL ARROYO. COLMENAR VIEJO. COLMENAREJO.
CORPA. COSLADA. CUBAS.

DAGANZO DE ARRIBA. EL ALAMO. EL ATAZAR.
EL BERRUECO. EL BOALO. EL CUADRON.
EL ESCORIAL. EL ESPARTAL. EL MOLAR.
EL PARDO. EL PIMPOLLAR. EL VELLON.
ESTREMERA. FRESNEDILLAS DE LA OLIVA. FRESNO DE TOROTE.
FUENLABRADA. FUENTE DEL FRESNO. FUENTE EL SAZ DE JARAMA.
FUENTIDUEÑA DE TAJO. GALAPAGAR. GANDULLAS.
GARGANTA DE LOS MONTES. GARGANTILLA DE LOZOYA. GASCONES.
GETAFE. GOZQUEZ DE ABAJO. GOZQUEZ DE ARRIBA.
GRIÑON. GUADALIX DE LA SIERRA. GUADARRAMA.
HORCAJO DE LA SIERRA. HORCAJUELO DE LA SIERRA. HOYO DE MANZANARES.
HUMANES DE MADRID. HUMERA. LA ACEBEDA.
LA CABRERA. LA FLAMENCA. LA HIRUELA.
LA HOYA. LA MARAÑOSA. LA PARADILLA.
LA SERNA DEL MONTE. LAS HERRERAS. LAS INFANTAS.
LAS NAVAS DE BUITRAGO. LAS ROZAS. LEGANES.
LOECHES. LOS HUEROS. LOS MOLINOS.
LOS SANTOS DE LA HUMOSA. LOZOYA. LOZOYUELA.
MADARCOS. MADRID. MAJADAHONDA.


MANJIRON. MANZANARES EL REAL. MATAELPINO.
MECO. MEJORADA DEL CAMPO. MIRAFLORES DE LA SIERRA.
MONTE ROBLEDAL. MONTEJO DE LA SIERRA. MORALEJA DE ENMEDIO.
MORALZARZAL. MORATA DE TAJUÑA. MOSTOLES.
NAVACERRADA. NAVALAFUENTE. NAVALAGAMELLA.
NAVALCARNERO. NAVALESPINO. NAVARREDONDA.
NAVAS DEL REY. NUEVO BAZTAN. OLMEDA DE LAS FUENTES.
ORUSCO. OTERUELO DEL VALLE. PAJARES.
PARACUELLOS DE JARAMA. PAREDES DE BUITRAGO. PARLA.
PATONES. PEDREZUELA. PELAYOS DE LA PRESA.
PERALEJO. PERALES DE TAJUÑA. PERALES DEL RIO.
PEZUELA DE LAS TORRES. PINILLA DE BUITRAGO. PINILLA DEL VALLE.
PINTO. PIÑUECAR. POZUELO DE ALARCON.

POZUELO DEL REY. PRADENA DEL RINCON. PUEBLA DE LA SIERRA.
QUIJORNA. RASCAFRIA. REDUEÑA.
RIBATEJADA. RIVAS DE JARAMA. RIVAS VACIAMADRID.
ROBLEDILLO DE LA JARA. ROBLEDO DE CHAVELA. ROBLEDONDO.
ROBREGORDO. ROZAS DE PUERTO REAL. SAN AGUSTIN DE GUADALIX.
SAN FERNANDO DE HENARES. SAN ISIDRO. SAN LORENZO DE EL ESCORIAL.
SAN MAMES. SAN MARTIN DE LA VEGA. SAN MARTIN DE VALDEIGLESIAS.
SAN SEBASTIAN DE LOS REYES. SANATORIO. SANTA MARIA DE LA ALAMEDA.
SANTORCAZ. SERRACINES. SERRADA DE LA FUENTE.
SERRANILLOS DEL VALLE. SEVILLA LA NUEVA. SIETEIGLESIAS.
SOMOSIERRA. SOTO DEL REAL. TALAMANCA DE JARAMA.
TIELMES. TITULCIA. TORREJON DE ARDOZ.


TORREJON DE LA CALZADA. TORREJON DE VELASCO. TORRELAGUNA.
TORRELODONES. TORREMOCHA. TORRES DE LA ALAMEDA.
TRES CANTOS. VALDEAVERO. VALDELAGUNA.
VALDEMANCO. VALDEMAQUEDA. VALDEMORILLO.
VALDEMORO. VALDEOLMOS. VALDEPIELAGOS.
VALDERACETE. VALDETORRES DE JARAMA. VALDILECHA.
VALLECAS. VALVERDE DE ALCALA. VELILLA DE SAN ANTONIO.
VENTURADA. VICALVARO. VILLA DEL PRADO.
VILLACONEJOS. VILLALBILLA. VILLAMANRIQUE DE TAJO.
VILLAMANTA. VILLAMANTILLA. VILLAMEJOR.
VILLANUEVA DE LA CAÑADA. VILLANUEVA DE PERALES. VILLANUEVA DEL PARDILLO.
VILLAR DEL OLMO. VILLAREJO DE SALVANES. VILLAVICIOSA DE ODON.
VILLAVIEJA DEL LOZOYA. ZARZALEJO.



En Madrid

En el centro de España, situada unos kilómetros al norte del centro geográfico de la Península Ibérica Cerro de los Ángeles. Próxima a las ciudades de Segovia, Ávila, Guadalajara y Toledo.
La altitud en algunos puntos de la ciudad supera los 730 metros, estando la zona más elevada en el distrito de Chamartín y latitud (proximidad a las montañas hacia el norte de los diversos distritos condiciona el clima, pudiendo darse diferencias de temperaturas de hasta 4 grados entre centro-sur y Norte. Madrid se encuentra sobre el nivel del mar de Alicante, en su centro de ciudad, la llamada Puerta de Sol, a unos 652, metros de altitud, hace unos 48, años fue eliminado su punto más alto, el año 1968, este lugar era un monticulo de tierra, con una piedra en su cima, señalando la altura, que se encontraba, en la Avenida de San Luis, Frente a las antenas del Ministerio de Marina, y hoy día son los Chalet de la zona residencial El Bosque.
Los símbolos de la Villa de Madrid son la bandera carmesí propia de los ayuntamientos castellanos y el escudo tradicional con el oso y el madroño, tocado con corona real antigua, según el actual reglamento de Protocolo y Ceremonial del Ayuntamiento de Madrid.

Monumentos:
Casa de Correos
Catedral de la Almudena.
Convento de las Descalzas Reales.
Palacio real.
El parque del Retiro
La plaza Mayor
Casa de Campo
Plaza de Oriente.
Estatua de Colón
Puerta de Alcalá
La fuente de Cibeles
La Fuente de Apolo
Real sitio del Pardo bosque y palacio


Canillas: iglesia de santa Paula siglo XVII. Iglesia del pueblo de Canillas, incorporado a Madrid en 1950. En su cripta están enterrados los Condes de Canillas. Estuvo abandonada desde la década de 1940 hasta 1967, en que se restauró. Posteriormente una pintora restauró las pinturas del interior. En 1943 se añadieron unas campanas nuevas que se electrificaron en 1967. La obra de rehabilitación de la iglesia corrió a cargo del sacerdote d. Juan.
Cerca existe un árbol rodeado de un cerco. En ése mismo lugar estuvo otro árbol en el que se dice que descansaron las tropas de Felipe II en el siglo XVI.
Fortaleza: iglesia parroquial estilo neomudéjar, siglo XIX. Casas del casco antiguo del pueblo de fortaleza, unido a Madrid en 1950.
Alameda de Osuna: barrio que se encuentra a las afueras de la ciudad, pero que posee un parque muy acogedor, El Capricho antigua residencia de los Duques de Osuna. Al lado de este parque se encuentra otro, el Juan Carlos I o Campo de las Naciones. Pero además este barrio posee otros monumentos como puede ser el único castillo de la ciudad de Madrid aunque este casi en ruinas
Ermita de Santa María la Antigua
Iglesia San Antonio de los Alemanes

Fiestas:
Fiestas de San Isidro  el Patrón de Madrid el día 15 de Mayo, se celebran las fiestas más emblemáticas de Madrid, con variedades de festejos típicos donde podrás contemplar por sus calles fiestas, parejas vestidas de época en medio de verbenas, romerías y para quienes gustan de las corridas de toros en esta fecha hay un interesante cartel donde se torean los mejores toreros de la temporada.


Ermita de San Antonio de la Florida
Desde el siglo XIX se celebra en sus cercanías la verbena de San Antonio de la Florida cada 13 de junio (considerada popularmente una de las primeras verbenas del año).
La Verbena de la Paloma, que es del 6 al 15 de Agosto también se celebran fiestas llenas de vida y de mucho calor (pleno verano), pero aún así la gente no se amedrenta y sale a lucir sus trajes cantando y bailando, apagando su sed con una buena cerveza en cualquier terraza fresca que uno encuentra al paso.

Día de la Hispanidad  el 12 de Octubre, con cientos de tanques y aviones sobrevolando la ciudad 
Costumbres:
el apelativo Gato o Gata se da a los nacidos en Madrid.
Beber limoná en la calle en las Fiestas de La Paloma
En 1796 se dictó una Real Cédula para las sillas de mano de uso público, las cuales disponía que serán de construcción decente, con sus cortinas y vidrios pintadas sus cajas con colores determinados. Prestarán el servicio de 7am a 24h por cuatro reales de vellón, sin propina ni otro agasajo. Los silleros debían de ir uniformados, guardando moderación en obras y palabras
Las paradas estaban en la Puerta del Sol, pz Santa Cruz, pz. de la Cebada y en la pz de los Herradores.


Las casas a la malicia, también llamadas "casas de difícil/incómoda partición", fueron una forma de construcción propia de Madrid de la edad moderna, de los siglos XVI al XVIII. Irse de cañas y tapas por la zona de La Latina y por el centro en general.
Darse una vuelta por el Rastro los domingos
el cocido madrileño, los callos a la madrileña, la sopa de ajo, la casquería en general y postres como las rosquillas tontas y listas, los huesos de santo o las torrijas madrileñas.
los churros, la tortilla de patatas, los bocadillos de calamares servidos en los bares de la Plaza Mayor, las patatas bravas, los chopitos o las gallinejas
Tomarse un chocolate con churros en San Ginés, en la calle arenal junto a Sol.
Mercadillo de monedas y sellos en la plaza Mayor los domingos por la mañana


Fin de Año  en la Puerta del Sol, reunirse con miles de personas a tomar las uvas al son de las campanadas con una buena copa de cava... evento retransmitido en directo para España y todo el mundo para millones de personas!
Verbena de San Antonio de la Florida
Es tradición que las modistillas madrileñas acudan todos los años por estas fechas al ritual de los tres alfileres, así como la recogida de panes del santo.
Las paradas 
estaban en la Puerta del Sol, pz Santa Cruz, pz. de la Cebada y en la pz de los Herradores.
Mercado de Navidad en la Pz Mayor


Historia:
La primera constancia histórica de la existencia de un asentamiento estable data de la época musulmana. 36 En la segunda mitad del siglo IX, el emir de Córdoba Muhammad I 852-886 construye una fortaleza en un promontorio junto al río, que es una de las muchas fortificaciones que ordena construir en el territorio fronterizo de la Marca Media con el triple propósito de vigilar los pasos de la sierra de Guadarrama y proteger Toledo de las razzias de los reinos cristianos del norte.
Con la caída del reino taifa de Toledo en manos de Alfonso VI de León y Castilla, la ciudad fue tomada por las fuerzas cristianas en 1085 sin resistencia, probablemente mediante capitulación. La ciudad y su alfoz quedaron integrados en el reino de Castilla como territorios de realengo. Con la caída del reino taifa de Toledo en manos de Alfonso VI de León y Castilla, la ciudad fue tomada por las fuerzas cristianas en 1085 sin resistencia, probablemente mediante capitulación. La ciudad y su alfoz quedaron integrados en el reino de Castilla como territorios de realengo.
Las Cortes de Castilla se reúnen por primera vez en Madrid en 1309 bajo el reinado de Fernando IV, y con posterioridad en 1329, 1339, 1391, 1393, 1419 y dos veces en 1435. A partir de la unificación de los reinos de España bajo una Corona común, las Cortes se convocaron en Madrid con mayor frecuencia.


El Fuero de Madrid es un códice en pergamino de veintiséis hojas, formando cuatro cuadernillos falta el segundo, redactado por el propio Concejo de la Villa, que recopila más de ciento cuarenta leyes que ya estaban en vigor a lo largo del siglo XII, añadiéndose otras nuevas disposiciones. 
Escrito con letra gótica en un latín romanceado, tenía un carácter administrativo, penal y procesal, siendo su jurisdicción únicamente para los vecinos cristianos. Los judíos y mudéjares se regían por sus propias leyes y contaban con sus propios jueces. 
Las estrellas y la osa del escudo de Madrid tienen su origen en las siete estrellas de la constelación de la Osa Mayor.
 Dos son, en efecto, las fuentes tradicionales y ambas relacionadas con la Osa Menor en cuanto que tal y en su otra denominación de "Carro". De acuerdo todo ello con lo que desde el siglo XVI nos viene contando Juan López de Hoyos, el ilustre preceptor de Cervantes, en su "Declaración de las Armas de Madrid.
Heráldica
El escudo de Madrid tiene su origen en la Edad Media, aunque adquirió su actual disposición en 1967. En 2004 se tomó la decisión de crear un logotipo a partir del escudo que es el que actualmente se usa como símbolo de la ciudad en todo lo producido por su Ayuntamiento.
El parque del Capricho, que fue construido por el Duque de Osuna, a finales del siglo XVlll, para sus descansos y fiestas, después fue ocupado por el ejército de Napoleón Bonaparte, en la guerra de la Independencia, por ser el único jardín que había en Madrid de modelo francés, Durante la guerra civil española, sus subterráneos fueron la sede central de la defensa de Madrid. y al final de la contienda parece las diferencias entre los defensores fueron grandes, nadie a contado su final.


Lugares Representativos de Madrid
Cuatro Torres Business Area  es un parque empresarial junto al Paseo de la Castellana.
Los cuatro edificios son  la Torre PwC, la Torre de Cristal y la Torre Espacio.
La Torre Bankia es la más alta con 250 metros de altura.
El Pardo, a 5 km al noroeste de Madrid. Paseo junto al río Manzanares, se pueden ver los jabalíes y ciervos de los Montes del Pardo junto al Cristo de El Pardo, en pleno bosque.
Real sitio de Aranjuez un sitio precioso, con muy buenas combinaciones
tanto en tren conmo en autobús. Un paseo por la ciudad de Madrid, puede ser alucinante, aparte de la cantidad de museos que tiene la ciudad, el solo pasearla ya es un disfrute, podemos empezar en Plaza de Castilla, bajar por el paseo de La Castellana, donde se extienden cantidad de edificios modernos, casi todos oficinas y hoteles, a nuestra izquierda tenemos el estadio de fútbol del Real Madrid, a la derecha un poco más 
abajo, se encuentran los.

 Nuevos Ministerios, con la fuente de San Juan de la Cruz y en el lado izquierdo, el monumento a la Constitución española, además de la estatua de Isabel la Católica, con el Museo de Ciencias naturales y el Museo de Minerales, la siguiente Plaza, hoy llamada de Don Gregorio 
Marañón, anteriormente, se llamó, Marqués del Duero, de quien es la estatua allí presente, la siguiente Plaza es de Emilio Castelar, con su bonita estatua, en esa parte de Madrid 
estuvieron la mayoría de mansiones de la alta aristocracia española de hace más de cuarenta años, al llegar a la Plaza de Colón, sentiremos la historia de España al natural, sus monumentos al lado de la Biblioteca Nacional, y el Museo de Cera, siguiendo por Recoletos, veremos el famoso Café Gijón, lugar de encuentro de artistas de cine y teatro y además de 
famosos escritores, un poco más abajo, se encuentra la diosa, llamada” La Cibeles”, rodeada de palacios y leyendas, Palacio de Comunicaciones, hoy en día Ayuntamiento de Madrid, Palacio de Linares, donde se encuentra el centro de cultura Hispanoamericana, llamado popularmente, El de los fantasmas. 


En la esquina de enfrente, esta el antiguo Ministerio de Defensa y el la siguiente esquina, El Banco de España, siguiendo por El Paseo del Prado, nos encontraremos con El Dios Neptuno, al tiempo estaremos viendo el Museo Del Prado, además de otros museos cercanos, bajando por El paseo del Prado, veremos la antigua estación de Ferrocarril de Atocha, hoy en día jardín de invernadero, si seguimos por la glorieta de Embajadores, subiremos hasta La Puerta de Toledo y continuaremos hacia La Basílica de San Francisco El Grande, 
para continuar hasta La Catedral de La Almudena y Plaza de Oriente, con su fabuloso Palacio Real, para después pasar por Plaza de España, donde el monumento a Cervantes le da paso a los grandes edificios, como es La torre de Madrid y el edificio España, subiendo por la Gran Vía, podemos
ver la cantidad de cines, comercios, cafeterías y locales modernos, por la calle de Preciados, bajaremos a La Puerta del Sol, Corazón de la capital, y punto de referencia de muchos ciudadanos que visitan Madrid, frente al palacio de la Comunidad de Madrid, 
antes Dirección General de Seguridad, donde se encuentra el famoso reloj que cada año nos da la bienvenida, allí se encuentra el Kilómetro Cero, con su baldosa de señalamiento y donde se suele pisar en ella, para poder decir que estuviste en el centro de todas carreteras españolas, desde La Puerta del Sol, podemos dirigirnos hacia la Plaza Mayor, lugar de paseo y cañas, cerca de allí, se encuentra El Convento de Las Descalzas, en La Plaza de San Martín, esto es solo un relato corto de lo que puede ser dar un paseo por Madrid.

Pueblos y Paisajes de Madrid. Itinerarios para conocer los 178 municipios de la región, su naturaleza, su fauna, sus costumbres, sus monumentos y sus gentes. Incluye: Alojamientos rurales, actividades de tiempo libre, recorridos en bicicleta de montaña, senderismo, 4x4, turismo alternativo, historias y anécdotas de los pueblos y gentes de la provincia.
A pesar de que la Comunidad de Madrid es una comunidad autónoma de una sola provincia, ofrece muchas posibilidades para conocer historia y patrimonio, para hacer actividades de ocio y de aire libre, para conocer pueblos y paisajes encantadores, para esquiar y, por supuesto, en la gran capital, para encontrar todo
Madrid tiene mucho más que ofrecer que la popular ciudad cosmopolita que, aunque es un lugar digno de admirar, el contacto con la naturaleza siempre hace falta, por eso, puedes pasear con tu coche por algunos pueblos encantadores que, aunque estén dentro de la Comunidad de Madrid, vas a disfrutar tanto como la gran ciudad multicultural y llena de vida.


Montejo de la Sierra:
Ubicado a unos 94 km de la ciudad y con menos de 400 habitantes, se encuentra un pequeño municipio llamado Montejo de la Sierra, caracterizado por su arquitectura rural donde destacan las casas de piedra y madera.  Entre sus parajes naturales puedes encontrar el Hayedo de Montejo, un espacio natural protegido con un número limitado de visitas diarias las cuales deben ser guiadas y con autorización.
Para llegar puedes coger la Autovía de Burgos (A-1), luego la salida 76 (Gandullas-Piñuecar), y enlazar con la M-137 que te conducirá hasta Montejo de la Sierra.
La Hiruela
Ubicado en la Sierra Norte de Madrid, a unos 105 km aproximadamente, se encuentra La Hiruela, un lugar singular con casas de piedra y madera, uno de los lugares más conservados de la Comunidad, en el que podrás recorrer desde espacios totalmente naturales como sendas y arroyos, hasta pueblos medievales como Buitrago.
Para visitarlo deberás acceder con tu coche por carretera de la A-1 hasta la salida 76, donde se coge la M-137 hasta La Hiruela.


Campo Real es un bello pueblo de la Comunidad de Madrid. Se encuentra a unos  20 kilómetros de la capital de España. El municipio es conocido por su queso de oveja, su aceite de oliva y sus aceitunas. También se puede visitar el museo de alfarería donde destacan varias  piezas de la antigüedad.
El pueblo rodea un pequeño cerro en cuya cumbre se alza majestuosa la Iglesia de Santa María del Castillo, un espléndido edificio de estilo renacentista
herreriano, con una parte gótica que se salvó milagrosamente de un incendio sufrido en el siglo XV. También cuenta con  tres pequeñas ermitas, entre las que llama la atención la del Santísimo Cristo de la Peña que es patrón de la localidad.
Por otro lado, el monumento más importante de Campo Real es su iglesia parroquial llamada Santa María del Castillo. Aunque tiene una notable colección de ermitas más o menos modernas.

                                                         





jueves, 16 de mayo de 2019

Documentaciones Históricas de España

 Documentaciones  Históricas  de España

El Castillo-Archivo General de Simancas se encuentra en el Conjunto Histórico-Artístico del municipio con el mismo nombre. Se situó desde los tiempos de la invasión musulmana en este lugar estratégico y fue pasando sucesivamente de árabes a cristianos. Fue construido durante los siglos XV, XVI y XVII por los Almirantes de Castilla.
Si te apetece conocer la historia y gastronomía de Simancas y descansar unos días en familia, reserva ya aquí.

El Castillo de Simancas
En el siglo XV Simancas pasa de la jurisdicción de Valladolid a la de los Enríquez, los Almirantes de Castilla, quienes serán los promotores de la construcción del castillo a partir de 1.465.

Cedido luego a la Corona, Carlos V, Felipe II y sucesivos monarcas, lo reforman y adaptan para albergar importantes documentos de Estado, uso que todavía tiene, además del de Centro de Investigadores.
Desde su fundación este edificio custodia importantes documentos que han determinado el funcionamiento y la evolución del Reino de España. Por el valor de los documentos, así como por el trabajo de divulgación y conservación que realizan los archiveros, el Castillo Archivo General de Simancas es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en la categoría Memoria del Mundo.


Además de su función de archivo y custodio de documentos, también fue depósito de armas, monedas y cárcel. En la actualidad es propiedad de Ministerio de Cultura y sede del Archivo General de Simancas.
El Castillo-Archivo General de Simancas fue edificado sobre una fortaleza preexistente, de la que pertenecen el cuerpo principal, las torres y la barbacana. Al este del castillo, de planta pentagonal, se conserva entre dos torreones la única puerta de la época de su creación, hoy inaccesible.

En el XVI el alcaide Hernando de la Vega añade cavas y barreras, aumenta la profundidad y anchura del foso y abre otra puerta al norte con acceso directo al exterior de la villa. El castillo llegó a tener hasta 3 puertas con sus puentes levadizos, 2 de ellas se sustituyeron durante los reinados de Carlos II y Felipe V.

En 1.540, por orden de Carlos I, una de sus torres se dedica a archivo de los documentos más importantes de la Corona. Será Felipe II quien dedique el conjunto de la fortaleza a la guarda y custodia de documentos, otorgándole un reglamento. Juan de Herrera fue el encargado del proyecto, por lo que elimina las bóvedas, regulariza el patio, derriba la muralla e implanta su edificio sobre un pozo preexistente.

Desde 1588 asume la obra Francisco de Mora, y de su arquitectura son el patio, la escalera principal y el pórtico de entrada. Las obras culminan en el XVII a cargo de Pedro Mazuecos y Diego de Praves, integrantes de la escuela clasicista vallisoletana.

Es propiedad del Ministerio de Cultura y sede del Archivo General homónimo. Su estado de conservación es óptimo ya que nunca ha sido abandonado y a lo largo de los siglos se ha intervenido en él para mejorar su funcionalidad como archivo histórico.

Si queremos descubrir el Castillo-Archivo General de Simancas podemos realizarlo a través de las visitas guiadas que se organizan, pero debe ser previa petición y en grupos. Estas se realizan de lunes a viernes entre las 09:00 y 12:00 horas.


Además de la visita a sus dependencias, en el castillo se programan interesantes exposiciones temporales.


Desde la apertura de Archivo General de Simancas en 1843 han pasado por aquí varias generaciones de historiadores checos. La riqueza documental que se esconde tras los muros del espacioso castillo a la afueras de Valladolid, antiguo capital del reino, ha sido un reclamo, también por contar con materiales referentes a la historia de Bohemia.

Se cumplen ahora 150 años de la primera visita de un investigador checo, quien -como otros que veremos después- se ha orientado a explicar la historia de las relaciones hispano checas. 

Las fuentes de los siglos XVI y XVII muestran huellas de dos mundos interrelacionados; que bajo la era de los Habsburgo se tocaban en el campo diplomático, aristocrático y eclesial. 

La rama austríaca de la dinastía era naturalmente el aliado más próximo de la rama española. Esta, durante el reino de Felipe II, dominaba un extenso imperio en el que no se ponía el sol: empezaba en Holanda y la mitad de Italia, y acababa en México y Perú.

El pionero en las historia de las relaciones checo españolas de la “edad de oro” fue Antonin Gindely 1829-1892. Este praguense, hijo de alemán y checa, viajó a Simancas en 1860 como uno de los primeros historiadores extranjeros. Trabajó aquí varios meses, orientado a los fondos que versaban sobre la Guerra de los Treinta Años. 

Simancas fue otro de los objetivos de su largo viaje por los archivos europeos en los años 1859-1861, cuando también visitó Bernburk, Bruselas, La Haya, París, Munich y Viena. Pero, de todos estos lugares, tenía sobre todo grandes expectativas de Simancas.

Y fueron los hallazgos del castillo vallisoletano los que le sirvieron para algunas de sus obras más renombradas. Entre ellas destaca el trabajo sobre Rodolfo II, Alberto de Valdstein o la historia de la Guerra de los Treinta Años.

 Comenzó su investigación en 1600 e intentó llevarla hasta la mitad del siglo XVII. Pero era una tarea hercúlea, y los medios económicos modestos. Como tenía poco tiempo, trabajó con tenacidad hasta diez horas diarias. Redactaba largas cartas sobre los resultados obtenidos y obtenía además otros materiales para colegas checos, como Petr Chlumecky y Frantisek Palacky.

Después de casi 50 años, en 1909 marcharon tras las huellas de Gindely otros dos compatriotas: Josef Borovicka 1885-1971 y Vlastimil Kybal 1880-1959. La tarea de Borovicka era recoger nuevos materiales para publicar otro volumen de la valiosa edición “Asambleas de Bohemia” (Snemy ceske) y hacer una revisión de parte de las copias de manuscritos de Gindely. 

Dedicó mucha atención a la correspondencia de los embajadores españoles en la corte de Felipe II y Felipe III, desde la mitad del siglo XVI hasta el principio del XVII. De los resultados de su trabajo informó en 1910 en un estudio: “El Archivo de Simancas. Contribución a la crítica de las noticias de los embajadores españoles”.


Kybal también realizó un enorme trabajo, que guardaba relación con la obra de Gindely, al que complementó con sus extractos desde el año 1609, tan transcendental para la historia checa.Para tapar las lagunas en el conocimiento histórico acudieron luego a Simancas otras personas, como Bohdan Chudoba 1909-1982, Bohumil Badura 1929 y recientemente Pavel Marek 1977.
Los resultados del trabajo de esas primeras generaciones de historiadores checos que acudieron a Simancas se encuentran en el fondo del Archivo Nacional de Praga. Son en total cuatro cartones de, en su mayoría, manuscritos.
 Se trata de una fuente de gran importancia, y no sólo para la historia checa, que se encuentra hasta el día de hoy algo marginada. Merece más atención, entre otras cosas como llave para conocer la edad de oro de las relaciones checos españoles de los siglos XVI y XVII.



Espías de Felipe II. 
Los servicios secretos del Imperio español
Conspiración, sabotaje, intriga y asesinato eran moneda corriente en la vida política de la segunda mitad del siglo XVI, caracterizada, además, por el uso interesado de la propaganda , una manipulación que, en cierto modo, recuerda a la guerra fría del siglo XX.
 Esta situación marcó las relaciones entre los distintos Estados europeos, creando en el marco de la política internacional un clima de recelo y secretismo. El engaño era práctica habitual y ningún Estado podía confiar en la lealtad de sus amigos. Sobre todo si representaba a la primera potencia mundial del momento. 

Felipe II era consciente de esta situación y de la importancia decisiva que tenía el control de la información para mantener la supremacía imperial de España. 
Por eso dedicó gran cantidad de recursos económicos y humanos a los servicios secretos, conformando la red de espionaje más compleja, mejor organizada y con mayor presencia efectiva de la época. Experto en el arte de la criptografía, su carácter desconfiado y su tendencia natural al secreto
 lo convertían en el perfecto dirigente de las labores de inteligencia: reglamentaba el uso de los textos cifrados, coordinaba la información y su posterior transmisión a través de los correos, decidía la contratación de espías y controlaba la distribución de los «gastos secretos», alternando las labores propias de su reinado con las de un verdadero jefe del servicio de espionaje.
Los historiadores han sabido encajar, a lo largo de estas páginas de apasionante lectura, las piezas clave que conforman el mapa político de una de las épocas más opresivas, sombrías y sangrientas de la Historia.
"Sobre Felipe II y su reinado han corrido ríos de tinta, pero faltaba, curiosamente, un estudio global sobre los servicios secretos del "rey prudente". Una laguna inexplicable, ya que éstos alcanzaron un nivel de eficacia no igualado por ninguna potencia rival. 


 El espía de Felipe II
La correspondencia que el embajador y espía Bernardino de Mendoza enviaba a Felipe II, a sus secretarios –especialmente a Juan de Idíaquez y a su primo Martín de Idíaquez– y otros altos cargos contenía información vital para los asuntos de Estado, por lo que no quedaba más remedio que encriptar los mensajes para convertirlos en secretos. Óscar Herradón
Sus correos debían atravesar aduanas y territorios con fuerte presencia de enemigos de la Corona, como el sur de Francia, cuyos caminos estaban infestados de protestantes –hugonotes–, donde podían ser interceptados, aportando información reservada y vital. Por ello, Bernardino Mendoza se mostró un auténtico especialista en la materia de ocultar la información. El embajador tenía en su poder un código de cifra que le entregaban antes de su partida, y con él construía los mensajes en unos caracteres aparentemente ininteligibles.

Cuando éstas llegaban a su destino, había un encargado de descifrarlos que poseía el mismo código. Una vez desencriptados, eran transcritos en lenguaje normal para que el rey y sus secretarios los pudieran leer. Gracias a esta transcripción, han podido llegarnos hasta hoy parte de estos mensajes, que solían ser destruidos tras su recepción. En ocasiones los correos no llegaban a su destino, e ignoramos una información que hoy habría resultado vital para conocer las conspiraciones en la corte, en un tiempo de marcado maquiavelismo político.
Algunas de las técnicas de cifrado que utilizó, entre un amplio repertorio de “trucos”, las recogió el historiador norteamericano De Lamar Jensen, miembro del departamento de Historia de la Brigham Young University, sita en Provo, Utah. Son las siguientes:

1. Transformar letras en signos de la propia invención del embajador.
2. Transformar letras en otras letras, siguiendo una tabla progresiva de equivalencia.
3. Transformar grupos de letras en números de dos cifras, por ejemplo: BL = 23; BR = 24; TR = 34…
4. Transformar letras en números de una cifra.
5. Transformar títulos y palabras cifradas en símbolos o en sílabas con símbolos.

6. Transformar nombres propios en nombres simbólicos. Por ejemplo, para dirigirse a Felipe II lo llamaba Fabio; Enrique de Navarra era en la correspondencia Julio; el duque de Guisa, en ocasiones se refería a él como Mucio y otras como Curio. Y como éstos infinidad de ejemplos que convirtieron sus textos en prodigios de la ocultación de códigos secretos.



Felipe II, enemigos íntimos y conspiración en la corte

Felipe II, el rey más poderoso de su tiempo y el monarca que más extensiones dominó de nuestra historia, hubo de enfrentarse, ante las dimensiones de su imperio, a enemigos muy poderosos. A la lucha contra turcos, moriscos, herejes y protestantes, se unieron los numerosos complots que en la corte española se pergeñaron contra su persona, algunos instigados por personajes de su entorno más cercano. Por: Óscar Herradón

Historia de Iberia Vieja Carlos V y Felipe II
El hijo de Carlos V e Isabel de Portugal, el monarca ilustrado en los años del Renacimiento que, rodeado de austeridad y una religiosidad exacerbada erigiría el monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial y firmaría algunos de los grandes triunfos jalonados también de sonadas derrotas– de las armas hispanas, no tuvo lo que se dice, y como es de prever, un reinado fácil. Rodeado de un poder inconmensurable, se debatía entre graves problemas internos –principalmente las bancarrotas que asolaban a la Corona y externos: las revueltas en Flandes, la amenaza turca del Mediterráneo, el acoso de ingleses y franceses, las discrepancias contra la Santa Sede, la herejía y los levantamientos en la Península de diferentes facciones.
Pero además, aquel que debido a su perseverancia y disposición a llevar él mismo todos los asuntos de Estado sería conocido como “el rey de los papeles”, vivió en su propia carne todo tipo de conjuras y luchas intestinas en palacio que pretendían, de una u otra manera, debilitar su figura o causarle grandes quebraderos de conciencia y que servirían a los promotores de la llamada Leyenda Negra para cebarse con su figura y convertirlo poco menos que en un tirano azote de herejes.
Tuvo numerosos detractores, no sólo protestantes, embajadores o príncipes extranjeros, también a aquellos que, ávidos de poder, y por muy fieles que se mostraran ante su señor, realizaron todo tipo de artimañas y movieron hilos en palacio, conspirando incluso con los enemigos de aquel al que debían ciega obediencia.

Hoy sabemos que Felipe II, impregnado de una devoción llevada aún más al extremo que la de sus progenitores y antepasados, persiguió con mano firme las disidencias religiosas, principalmente el protestantismo, y fortaleció, entre otras instituciones patrias, el temible Santo Oficio, pero ni fue un sanguinario ejecutor 
sistemático ni mucho menos el monarca más despiadado de un tiempo marcado por numerosas contradicciones: mientras el 

Renacimiento en las artes florecía en media Europa, las batallas se sucedían en los campos de todo el Viejo Continente. La amenaza del infiel, las guerras de religión, los conflictos con el Sacro Imperio, las complejas competencias en el Nuevo Mundo, la piratería… Problemas difíciles de resolver para un solo hombre, por poderoso que fuera.

Ni siquiera la familia más cercana de Felipe II se vio libre del estigma de la ambición por el poder, formando parte de una conjura que, de haber llegado a consumarse, podría haber causado grandes estragos a la Corona española, quizá, incluso, acabar con el 

derrocamiento del “príncipe de los príncipes”, algo que finalmente no pasó gracias a la intrincada red de hombres que, en la sombra, espiaban para el Rey Prudente y le ponían sobre aviso de cualquier movimiento que se gestaba en su contra tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Los enemigos de aquel en cuyo reinado no se ponía el Sol fueron muchos…

Aunque en un principio la reina británica María Tudor estaba destinada a casarse con Carlos V, una alianza entre Inglaterra y España anhelada por los embajadores españoles pero temida por franceses y por los protestantes ingleses, lo cierto es que finalmente sería Felipe II quien contraería matrimonio con la hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, trece años mayor que el primogénito del César Carlos, el 25 de julio de 1554. 

Aunque el tratamiento al rey consorte –que todavía no había heredado la Corona española- sería inferior a lo que requería su rango –no podría intervenir en los asuntos internos de Inglaterra–, lo cierto es que de haber tenido un heredero, la Corona hispana podría haberse hecho con el dominio de todo el Viejo Continente.

Pero María Tudor, prematuramente avejentada y muy enferma de hidropesía, murió sin haber engendrado un hijo de Felipe. La persecución que la reina católica –conocida como “La Sanguinaria” por los protestantes– llevaría a cabo contra la herejía, provocó el detonante de la Leyenda Negra que se forjaría en torno al Rey Prudente. La subida al trono de su hermana, Isabel I 


hija de Ana Bolena–, protestante hasta la médula, acabaría con el viejo anhelo español, el sueño de unir Inglaterra a la Corona, a pesar de los intentos de los embajadores de Felipe II por unirle en matrimonio con la Reina Virgen, convirtiéndose el país en el principal enemigo de nuestro protagonista junto a los rebeldes flamencos. Isabel I sería la antagonista por antonomasia del segundo Felipe.

Entre los espías destacó Bernardino Mendoza. Él fue clave en la lucha del monarca hispano contra sus numerosos enemigos en las cortes europeas, especialmente contra Inglaterra. 
A partir de entonces, la obsesión de nuestro protagonista durante los años que le quedaron de vida sería la denominada “Empresa de Inglaterra”, conquistar el país y que pasara a formar parte de sus extensos dominios católicos. En las islas británicas y en Flandes el monarca español sería conocido como “el Demonio del Mediodía” y sus enemigos llamarían a Isabel la “Jezabel del Norte”, en alusión a la reina que según el Antiguo Testamento promulgó una cruzada contra el pueblo judío, fortaleciendo la herejía y el paganismo.

Entre la extensa red de espías y embajadores –ambas funciones, en el siglo XVI, se solapaban al servicio de Felipe II, destacó por encima de todos, gracias a sus numerosos éxitos en beneficio de la Corona, Bernardino de Mendoza, sobre todo frente a su gran antagonista, Isabel I de Inglaterra.
 En principio, la reina inglesa estuvo de acuerdo con el nombramiento, pues había quedado muy complacida cuando en 1574 don Bernardino había ido a Inglaterra desde Flandes en una misión especial. Ante este panorama este juego de espias que se dió en la corte de Felipe II fue clave para una ganar la guerra contra Inglaterra desde la retaguardia.

 las huellas de Felipe II
Un pequeño repaso a su biografía nos da una pista de ante quién estamos: a mediados del siglo XX formó parte del cuerpo diplomático del Reino Unido, pero dejó su trabajo en 1956. Justo después, profundizó en la guerra civil española, sobre la que en 1961 publicó un libro inmortal y que tuvo influencia dentro y fuera de nuestras fronteras.
 A partir de entonces, el diplomático e historiador se convirtió sólo en historiador, pese a que, años después, Margaret Thatcher le reclamó para formar parte de su equipo de asesores. Ahora, acaba de publicar una obra monumental sobre el personaje más poderoso que conocieron los tiempos: Felipe II. 


Felipe II, el rey cruzado

Fue el soberano de dos mundos en un tiempo de profundos conflictos políticos y religiosos. Emperador sin corona y rey de reyes, se erigió en defensor de la cristiandad enfrentándose en ocasiones a la mismísima Santa Sede. Felipe II hizo su particular lucha contra la herejía, el protestantismo y el Islam.
 Para ello, no dudó en rodearse de un eminente cuerpo de diplomáticos, espías y ejércitos a su servicio. Aquella fue la particular guerra santa del llamado Rey Prudente.
En la mente de Carlos V se mantuvo siempre imperturbable la idea de un imperio unificado que fuera garante del catolicismo, amenazado por el surgimiento de nuevas “herejías”, principalmente la Reforma Protestante y las viejas amenazas de Europa, como la expansión del Islam.

 Obtuvo loados éxitos y grandes fracasos, aunque nadie pone en duda que, aprovechando la importante labor de sus abuelos, los Reyes Católicos, y sabiendo codearse de los mejores banqueros de su tiempo (como los Fugger, que apoyaron su candidatura imperial y financiaron sus empresas bélicas, y los Wesler), logró sentar las bases de un imperio que bajo el cetro de su hijo, Felipe II (un emperador sin corona) no vería ponerse el sol.
Pero lo que en en el césar Carlos fue la consecución natural de una política expansionista unida a una concepción responsable del poder temporal  en su primogénito se convertiría casi en una obsesión, erigiéndose en temible “martillo de herejes” de su tiempo, y en rey cruzado por antonomasia.

El reinado de Carlos V vio nacer la amenaza de Lutero cuyas ideas, tras publicar sus 95 tesis que desafiaban el poder de Roma, se expandieron como la pólvora por el Viejo Continente, convirtiéndose en una peligrosa amenaza para la estabilidad del “cristianísimo imperio”. 
El anglicanismo que surgió en Inglaterra tras del Cisma de manos de Enrique VIII episodio dramático que también tuvo lugar durante su reinado, no vino sino a echar más leña al fuego ya encendido, creando un frente común, aunque complejo, que en muchos países cuestionaba el poder que tanto España como la Santa Sede representaban.
A estos importantes problemas religiosos se unía la amenaza que desde el mundo musulmán se cernía sobre el Mediterráneo, lo que obligó al Habsburgo a enfrentarse al temible Barbarroja en Túnez o al sultán turco Solimán el Magnífico; campañas dificultadas por las guerras contra Francia, curiosamente, contra el “rey Cristianísimo” Francisco I, su principal antagonista. Europa era un complejo tablero de ajedrez en el que cada pieza que se movía podía ser decisiva y también dramática para la estabilidad.

En medio de tantos conflictos religiosos y políticos se fue forjando la compleja personalidad del príncipe de Asturias, Felipe, quien se enfrentaría durante su largo reinado a las herejías de diversa índole, en ocasiones con mano de hierro, en otras, de forma más transigente, aunque sin dar tregua a quienes desafiaban el orden establecido.
Debido a las largas ausencias de su progenitor, que siempre gustaba de vestir armadura y colocarse en primera línea del frente, el pequeño Felipe fue educado principalmente por su madre, Isabel de Portugal, piadosa hasta el extremo, que le inculcó un fuerte sentido de la religiosidad y valores como el deber y el honor. 


Isabel nunca manifestó en público sus debilidades. En sus partos, rodeados generalmente de grandes dificultades, exigía que le cubriesen el rostro con un velo para que nadie pudiese apreciar su expresión de dolor; y su austeridad llegaba hasta el punto de comer sola en silencio, con tres damas arrodilladas a su mesa que le alcanzaban las viandas.

No es de extrañar que con una progenitora así y un padre que se creía elegido por la Providencia para realizar su misión de gobierno, que ansiaba unificar a toda la cristiandad bajo su cetro, emulando a personajes como San Luis o Carlomagno, Felipe II acabase por adquirir una personalidad mesiánica y una visión providencialista de la existencia, sintiéndose defensor de la fe frente a las herejías.


 A guisa de “nuevo Salomón” mandaría erigir el apoteósico monasterio de San Lorenzo el Real del Escorial, daría un mayor impulso a la Santa Inquisición y perseguiría con ahínco el protestantismo; pero su personalidad compleja, en ocasiones contradictoria y su forma particular de entender la fe, le llevaría a enfrentarse a la misma cabeza del catolicismo, al igual que hiciera su padre, más por motivos políticos y estratégicos que religiosos.


Carlos V y Francisco I

Fue uno de los monarcas más célebres del Renacimiento. Eterno rival de Carlos V, pactó con los mismos turcos para derrotar al emperador que dominaba Occidente. En uno de los episodios más singulares de nuestra historia, llegó a ser prisionero de su gran antagonista, residiendo a la fuerza en Madrid, una estancia en nuestro país rodeada todavía de sombras y contradicciones. 
Trazando una breve singladura de su paso por este mundo, diremos que Francisco nació el 12 de septiembre de 1494 en Coñac, Francia. Hijo de Carlos de Angulema, primo del rey Luis XII, ante la falta de descendencia del monarca se convirtió en el aspirante a la Corona, lo que no era poco, teniendo en cuenta la importancia del país galo en el escenario internacional.

 Aquello provocó que fuera llevado a palacio desde temprana edad, acompañado de su madre Luisa de Saboya, quien se había quedado viuda a los 19 años, y de su hermana mayor, Margarita, siendo acomodados en un castillo a las orillas del Loira.
Educado en la rica amalgama del conocimiento renacentista, Francisco, quien tuvo preceptores de la talla de François Desmoulins o Gian Franceso Conti y quien llegaría a ser conocido como el Padre y Restaurador de las Letras, hizo también gran ostentación del lujo y la pompa real –sería llamado también “el Rey caballero”
 y, como su gran enemigo, Carlos V, fue un avezado guerrero. Monarca emblemático del periodo renacentista galo, su reinado estuvo plagado de guerras y de relevantes episodios diplomáticos, entre ellos el que nos concierne en estas líneas. Pero no adelantemos acontecimientos.
A la muerte de Luis XII, nuestro protagonista subía al trono con el nombre de Francisco I, a la edad de 20 años, mostrando en público un gusto exacerbado por la vestimenta más fina, las joyas y la pompa cortesana. 

Mecenas de artistas, como lo serían los grandes monarcas de su tiempo, llegó a trabajar para él el mismísimo Leonardo da Vinci, ya anciano, al que el rey mostraba auténtica veneración –le llamaba “padre mío”– y a quien instaló en Clos Lucé, donde el italiano aportaría sus más grandes obras, entre ellas la incalculable Gioconda. Da Vinci permanecería en Francia hasta su muerte, el 2 de mayo de 1519 y, según la tradición, se dice que murió en los brazos del mismo rey, algo que han desmentido varios documentos históricos.
Amante del buen comer, como su antagonista, y apasionado de las féminas –se le cuentan abundantes amantes–, no siempre pudo entregarse al placer que le brindaban las comodidades de palacio, pues hubo de hacer frente a numerosas guerras en un tiempo de inestabilidad en el que franceses y españoles se disputaban el dominio del Viejo Continente.

 Es curioso que tanto Francisco como su oponente Carlos V fueron considerados salvaguardas de la fe católica por la Santa Sede. Ello no impidió al francés aliarse contra el principal enemigo de la Cristiandad, el soberano turco que asolaba las costas del Mediterráneo, contra el emperador Carlos, algo de lo que hablaremos más adelante.


La lucha que llevarían a cabo el soberano español y el francés –con la intervención oportunista del inglés Enrique VIII, que pactaba con uno u otro según sus intereses continentales– acarrearían dramáticas consecuencias para el Occidente cristiano, pues fueron en parte responsables de que el turco se apoderase de Hungría y llegase a las puertas de Viena.
 Eran los dos “colosos” del Renacimiento europeo luchando frente a frente con todas sus armas. Una rivalidad personal que fue mucho más allá de la lucha entre dos países, que llegó hasta el punto de que, en más de una ocasión, estuvieron a punto de resolver sus disputas mediante un duelo cuerpo a cuerpo, cual si de dos caballeros andantes se tratara, con un ideal más acorde con la mentalidad medieval, de la que eran deudores, que de la renacentista.

Más allá de su ideal caballeresco y de su habilidad en el campo de batalla, lo cierto es que ambos tenían notables diferencias en cuanto a su carácter –ni qué decir tiene de sus rasgos físicos–. Carlos destacaría siempre por su austeridad y por ser algo tosco y parco en palabras, cual auténtico Austria; Francisco, por su parte, parece que era extrovertido y tenía un carácter que en ocasiones rozaba la frivolidad.
 Era un gran amante de las fiestas y como hemos señalado, de las artes, hasta el punto de que él mismo compuso numerosos poemas; además, como veremos con sus alianzas para derrotar a sus enemigos, mostró ser un modelo más ajustado al príncipe de Maquiavelo que su antagonista. En cuanto a su fisonomía, el español era de mediana estatura y no demasiado agraciado, pues presentaba el marcado prognatismo de los Habsburgo. Francisco, por el contrario, y a pesar de su nariz aguileña, era de agradables facciones y esbelto, amante del lujo y el aparato cortesano.

La gran enemistad entre ambos surgió principalmente cuando, tras la muerte del emperador Maximiliano –abuelo de Carlos de España–, quedó vacante el trono del Rey de Romanos. Un cargo de carácter electivo al que optaron con ahínco ambos soberanos.
 En enero de 1519, los siete príncipes electores del Sacro Imperio Romano Germánico debían votar al que acabaría ciñendo la ansiada corona. Ambos pretendientes contaban con posibilidades reales de alzarse con el título, aunque partía con cierta ventaja Carlos por el hecho de que este había recaído en los Habsburgo ininterrumpidamente desde el año 1438. 

Francisco contaba con el hecho de que gobernaba uno de los países más poderosos y ricos de Europa, y ya había mostrado sus dotes militares en 1515. Carlos I, por su parte, también había mostrado grandes habilidades para las armas, era un Austria y además contaba con el apoyo popular y el de los poderosos banqueros alemanes, los Fugger, que sabían de las grandes hazañas de los españoles en el Nuevo Mundo y la continua fuente de oro que suponía la conquista del Imperio azteca por Cortés para la Corona. 


Además, su fe en la religión católica y su defensa de la misma era inquebrantable, a pesar de que su enfrentamiento con Francia llevaría a sus ejércitos a asaltar el mismísimo Vaticano en el Saco de Roma de 1529. Como era de esperar, la Corona recayó finalmente sobre Carlos I, en junio de 1519, que obtenía el título imperial despertando la envidia y la animadversión del francés, puesto que aquello ponía a su país contra las cuerdas, aislándolo por el norte y por el sur del continente.


Felipe II, el Rey Prudente

La monarquía española vivió su plenitud con Felipe II, quien reinó durante 42 años en medio mundo pero que acabó encerrado en el monasterio de El Escorial, donde murió

Felipe II Valladolid, 1527, el Rey Prudente, primogénito de Carlos V y de Isabel de Portugal, fue alabado por unos y calumniado por otros. Sus súbditos lo ensalzaron por el poder planetario que ostentó tras la unión de España y Portugal, los dos imperios coloniales más extensos del momento, pero otros denunciaron su insaciable sed de poder, su intolerancia religiosa e incluso le acusaron de crímenes como la muerte de su hijo y su esposa. Las demás potencias europeas se preguntaban si se podría poner límite al poder del rey de España. El desastre de la Gran Armada, la flota de guerra que en 1588 partió desde Lisboa para destronar a Isabel I de Inglaterra e invadir la isla, frenó en seco sus aspiraciones y puso en entredicho la invencibilidad de España.

La salud de Felipe II fue delicada durante la mayor parte de su vida, pero se fue deteriorando a medida que fue avanzando de edad. En mayo de 1595 le sobrevino un ataque de fiebre que le duró treinta días seguidos y los médicos le dieron poco tiempo de vida. El 30 de junio de 1598 partió de Madrid con su séquito con destino al monasterio de El Escorial, construido entre 1563 y 1584 para conmemorar su victoria contra el ejército francés en la batalla de San Quintín. El monarca viajó postrado en una silla de manos especialmente diseñada para él, ya que la enfermedad de la gota, que le había atormentado durante varios años, no le permitía caminar.


En el verano de 1598, y según fray José de Sigüenza, su consejero, Felipe II se sintió "asado y consumido del fuego maligno que le tenía ya en los huesos". Sufrió unos dolores tan intensos que no se le podía mover, lavar o cambiar de ropa. La madrugada del 13 de septiembre, hace 415 años, falleció, a los 71 años de edad, en una alcoba de El Escorial, convirtiendo a su hijo en testigo de su muerte. "Hijo mío, he querido que os halléis presente en esta hora para que veáis en qué paran las monarquías de este mundo.


Felipe II, rey consorte en Inglaterra antes de reinar en España

Todo comenzó cuando el emperador Carlos V, que consideraba de vital importancia una alianza con Inglaterra por motivos comerciales y militares, convenció al todavía príncipe para que se casara con la reina María Tudor, de 37 años de edad y diez años mayor que él.
El 25 de julio de 1554 se celebró en Westminster una boda que, según las estipulaciones, no implicaba la unión política y garantizaba, por tanto, la plena independencia de Inglaterra. De hecho, durante el tiempo en que permaneció en Londres, Felipe no participó en las decisiones del Consejo Real y evitó actuaciones políticamente sospechosas, con excepción de sus intervenciones en favor de la restauración del Catolicismo.

Carlos V había ordenado al duque de Alba que vigilara el comportamiento de su hijo en Inglaterra y el joven príncipe hizo todo lo posible por caer en gracia desde que llegó al país. Recibió a todo el mundo, comió en público y bebió cerveza dos costumbres que le desagradaban, chapurreó el inglés en su primer encuentro con María e incluso besó a la reina en la boca y la mejilla, una costumbre inglesa inconcebible para los españoles. En la boda, Felipe llegó incluso a aceptar que María se sentara en un trono más elevado.

El Habsburgo se casó con María Tudor por consejo de su padre, el emperador Carlos V
Pese a todos estos cuidados, la obsesión de los ingleses por su independencia se tradujo en incidentes en las calles de Londres, asaltos y robos a los españoles e incluso un atentado contra la vida de Felipe en marzo de 1555. “Buena tierra, pero la más mala gente del mundo”, dijo un miembro del séquito español.

Felipe apenas residió en Inglaterra como rey consorte, ya que en 1556 heredó de su padre las Coronas de Castilla incluida América y Aragón, Sicilia, Cerdeña y los territorios borgoñones. María falleció sin descendencia en noviembre de 1558 y le sucedió su hermana Isabel, a la que Felipe II reconoció de inmediato.


El Rey Felipe II

Felipe II ha sido, probablemente, el personaje de la historia española que ha cautivado por igual a mayor número de especialistas y de aficionados.

Son incontables las biografías u obras relacionadas con su figura o su reinado y pocos aspectos de su vida han quedado sin ser pormenorizadamente estudiados y analizados desde todos los puntos de vista posibles. Los motivos de la inusitada popularidad del monarca español residen en su personalidad y en los sucesos que ocurrieron bajo su gobierno.
 A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI.
 España se convirtió en la primera potencia del continente europeo y en 1581, tras la unión con Portugal, en el mayor imperio de la historia quizás sólo igualado por el mongol. 

En la cima de este colosal conglomerado de reinos, súbditos e intereses se hallaba un solo hombre, Felipe II, quien desde su despacho en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial dedicó toda su vida a controlar y a dirigir el destino de un gigante con pies de barro.
Se han hecho muchos retratos’ biográficos de Felipe II, en los que su personalidad y su reinado han sido escrutados desde todas las perspectivas y ópticas posibles Qué puede, en consecuencia, aportar esta nueva biografía. 

Será el propio autor quien se encargue, en el prólogo del libro, de dar respuesta a esta pregunta: “La principal pretensión de esta biografía de Felipe II ha sido, sin embargo, siempre divulgativa, ofreciendo al lector de principios de siglo XXI una perspectiva accesible y actual de la vida y reinado de este monarca español.

Para ello, se ha tratado de hacer compatible el rigor histórico con un planteamiento casi literario de la Historia, en el que la prosa narrativa no se ha puesto al servicio del dato documentado ni del gran evento político o bélico, sino de la anécdota o del texto relevante”.
Estamos, por tanto, ante una obra dirigida al gran público en la que prima el aspecto personal del monarca sobre el contexto político, económico o social de su reinado. Para quienes conozcan ya en profundidad la historia de la España del siglo XVI, este trabajo les servirá como un excelente recordatorio pero no hallarán novedosos planteamientos o grandes revelaciones.

 Quizás les sean más interesantes los primeros capítulos de la obra, dedicados a la niñez y juventud de Felipe II, cuestiones normalmente poco tratadas y que José Luis Gonzalo Sánchez  Morelo conoce a la perfección pues gran parte de su investigación y de sus obras publicadas ha estado consagrada a estos aspectos de la vida del monarca español.
Para aquellos que se acerquen por primera vez al complejo mundo que le rodeaba, Felipe II la mirada de un rey* es un magnífico punto de partida. Escrito con claridad, sencillez y elegancia, en él se abordan los principales hitos de su reinado II sin perderse en discusiones técnicas que entorpezcan su lectura y acaben por aburrir al lector no especialista.

El protagonista absoluto de la obra es Felipe II. Puede parecer una afirmación redundante cuando resulta obvio que estamos ante una biografía del monarca, pero lo cierto es que tiene su razón de ser: muchos otros trabajos dedicados a la figura del Felipe II han centrado su atención más en su reinado que en el propio personaje, utilizando la figura del rey como pretexto 
como eje
 para narrar los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos años. Esto no sucede en la obra de  pues, como el propio autor reconoce, “De igual manera, se ha buscado favorecer en la narración de su reinado una perspectiva cronológica novedosa, en la que no son los hechos históricos, sino las vivencias íntimas del monarca, las que dan la estructura a la biografía”.

Sorprende, quizás por inusual, la extensión de los capítulos dedicados a la niñez y juventud del monarca. Casi un tercio de la obra se ocupa de este período de la vida de Felipe II 
 para verle coronado como rey de España.   El príncipe ha ocupado tanto espacio como el rey
 y la justifica de la siguiente manera: Cómo comprender que empezó a reinar con casi treinta años, sin atender al niño,al adolescente y al joven heredero previos.
 También creemos que han influido de manera considerable en este proceder los amplios conocimientos que  posee sobre esta fase de la vida del monarca.

Felipe II
Dentro de este intento por reconstruir la vida íntima del Rey Prudente llama la atención un personaje a quien en otras obras no suele prestársele tanta consideración.
Isabel de Osorio, a quien Felipe II conoció tras el fallecimiento de su primera esposa, María Manuela de Portugal, y con quien mantendrá una relación, más o menos interrumpida, durante toda su vida. Las referencias a Isabel son constantes a lo largo del libro y muestran el verdadero afecto que el rey sintió por ella.

Cuando se habla de Felipe II suele predominar la imagen del frío burócrata y estadista incluso la de fanático religioso que no duda en acudir a los medios necesarios para satisfacer sus deseos y lograr sus objetivos. Es la famosa “Leyenda Negra” que siglos después sigue pesando sobre el recuerdo del monarca.

 nos muestra una personalidad radicalmente opuesta, más cercana, afable y cariñosa, especialmente con sus hijas. Incluso su ferviente catolicismo queda, en cierto modo, justificado por la evolución de los acontecimientos, más que por una convicción personal del monarca


El Mundo en que Vivimos: El Horóscopo de Mariela la Pitonisa

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