Los Cuatro Elementos de la Vida en la Madre Tierra
La vida y los cuatro elementos
Estos cuatro famosos elementos son: tierra, agua, aire y fuego, y representan la búsqueda del hombre por saber de qué está hecho lo que vemos y sentimos. Algo similar ocurre con los cinco elementos chinos madera, fuego, tierra, metal y agua e incluso con las tres gunas del hinduísmo bondad, energía e ignorancia, a pesar de ser inmateriales.
Desde el punto de vista científico, lo interesante de esta teoría de los cuatro elementos es que plantea lo que sería una primera tabla periódica de elementos químicos. Ahora sabemos que hasta el agua está compuesta de elementos más simples H2O.
Pero curiosamente, los cuatro elementos estaban definiendo lo que luego se definiría como los cuatro estados físicos de la materia: sólido tierra, líquido agua, gaseoso aire y plasmático fuego. El estado plasmático es el más raro y es similar al estado gaseoso pero con determinada proporción de partículas cargadas eléctricamente. Encontramos el estado plasmático en las estrellas y en las nebulosas, pero también en los rayos de una tormenta, en los tubos fluorescentes, en las luces de neón y también en el mismo fuego, pero sólo a altas temperaturas. Hay otros estados, pero no se dan de forma natural en nuestro entorno.
Estirando más aún la teoría de los cuatro elementos, encontramos que también es una metáfora de lo esencial para la vida en el planeta Tierra(planeta que, por cierto, toma el nombre de uno de los cuatro elementos. Así, la vida en la Tierra necesita:
tierra para hacer crecer los vegetales con algunos elementos principales, como calcio, nitrógeno, fósfor,
agua para regar e hidratar la vida;
aire para respirar y fotosintetizar; y
luz representada por el fuego,porque la luz y el aire son los elementos básicos de la fotosíntesis, la hermosa fórmula básica de la vida.
Seguro que Empédocles no imaginó las vueltas que le daríamos a su errónea teoría de los cuatro elementos, pero lo cierto es que los necesitamos para vivir y los queremos limpios. Hay demasiada contaminación en el suelo, en el aire y en el agua. De su buena conservación depende nuestra salud lee estos datos impresionantes.
Así pues, o invertimos en evitar la contaminación, o tendremos que invertir en médicos y hospitales. Pero lo mejor de todo es que más que invertir dinero, basta con exigir primero que se cumplan las leyes en España no se cumplen cuando no interesa y a continuación mejorar las leyes ambientales y poner una fiscalidad verde que incentive aquello que beneficia a todos, es decir, lo “ecológico”.
FUEGO: Pasión, energía, fuerza, claridad, voluntad, iniciativa e impaciencia.
Es el elemento que reacciona rápidamente, con entusiasmo, el que está siempre viendo posibilidades, es impetuoso e invade espacios. El fuego avanza y seduce a otros a avanzar con él.
TIERRA: Firmeza, estabilidad, tenacidad, búsqueda de lo concreto, paciencia, cautela y seguridad.
Es el elemento de la fuerza, de la resistencia a los cambios, inflexible, este elemento permite echar y mantenernos estables en relaciones, ideas, proyectos y fijar límites.
AIRE: Libertad, ideas, cambio, desapego, perspectiva, curiosidad y necesidad de socializar.
Es el elemento de la fluidez, de la liviandad, cambia de dirección en cualquier momento. Nos permite cambiar de opinión. Es posible el sueño y el soñar. No tiene límites claros de acción y pensamiento.
AGUA: Flexibilidad, adaptabilidad, fluidez, intimidad, necesidad de vincularse emocionalmente.
Es el elemento del entendimiento, es decir, del escuchar, de ser receptivo, de la empatía, es el elemento que cede, que se adapta, retrocede y acepta.
Dicen varias corrientes de pensamiento que todas las personas tenemos estas cuatro cualidades, en unas ocasiones predomina una y en otras predomina otra. Uno de los retos más interesantes de los profesionales del ¨coaching¨ es ayudar a las personas a definir cuál es su elemento dominante y a dejar paso a los demás, ya que en el centro de ellos está el equilibrio y la armonía.
la vida y los cuatro elementos
Los 4 elementos
Las tradiciones antiguas de América, mantenían hacia los 4 elementos fundamentales: la Tierra, el Agua, el Fuego y el Aire. Nuestros antepasados eran conscientes de la estrecha relación y dependencia que guarda la vida del hombre con estos 4 elementos.
Tierra
La Tierra es lo que confiere solidez, da estabilidad, endurece y aísla, tanto en lo físico, lo psíquico y lo espiritual. A semejanza de la Tierra, las madres humanas y animales tienen la capacidad de convertir su propio cuerpo en alimento para sus hijos. En la tierra yacen los huesos y la carne de nuestros antepasados, y como estamos hechos de Tierra, nuestros antepasados viven también en nosotros.
“En el vientre paciente y fructífero de nuestra Madre, la Tierra, se esconden los embriones de plantas y hombres”, Y la tierra es, además, legítima dadora de conocimiento, pues ha estado aquí mucho antes del aparecimiento del alma humana, y como es más vieja, posee una experiencia mucho mayor que la del hombre. El hombre posee en su cuerpo elemento tierra los minerales.
El elemento tierra es el de la nutrición, de la seguridad, la protección, la estabilidad y la disciplina. Trabajar con la tierra implica tener paciencia para esperar tranquilamente el momento en el que las cosas surjan. Los bosques, las selvas, las playas o los desiertos no se formaron en un día; el crecimiento requiere de tiempo, constancia y perseverancia.
Cuando armonizamos el elemento tierra en nuestro interior estamos creando un espacio fértil, pacífico, seguro y nutrición en nuestra alma. Es un oasis en medio de la confusión, la rapidez y las exigencias de la vida actual; un lugar al cual poder acudir cada vez que necesitemos un poco de seguridad, alimento y estabilidad.
Agua
El Agua tiene el poder de unir, amalgamar y también el de disolver. Enseña fluidez y también adaptabilidad, es decir, la capacidad plástica de tomar cualquier forma . El Agua que nos enseña a ser transparentes, que es símbolo de vida y generación, que limpia y purifica. Todavía hoy en día, muchas ceremonias indígenas en nuestro continente, empiezan con un lavatorio ritual, una bella tradición piel roja donde se puede apreciar la vital presencia de este elemento para estos pueblos:
“Todos los días, el indio piel roja descendía a las riberas del río que generalmente estaba muy cerca de su poblado o campamento. En él se purificaba bañándose, acto con que higienizaba tanto su cuerpo como su alma. Después, una vez cumplido este rito socio religioso, quedaba en paz, en silencio, apartado del bullicio de la tribu, en éxtasis y meditando. Normalmente acudía sólo al río. Y si le acompañaba alguno de su clan o de su propia familia, o su propia esposa, jamás debían llegar juntos a las aguas, porque cada alma debía permanecer sola en su comunión matinal con el sol y la tierra, perfumada y regenerada el alma por el gran silencio de la noche.” el cuerpo es un porcentaje alto de agua.
Es el elemento de los sentimientos, las emociones, el amor, los sueños, el inconsciente y el poder de la intuición. Habla del corazón mismo del ser humano; de los deseos y temores ocultos en el fondo del lago. Trabajar con el agua es atreverse a sumergirnos y descubrir lo que hay en el fondo de nuestro corazón. Es dejarnos llevar por la intuición y percibir los sutiles cambios de la naturaleza.
El elemento agua está relacionado con la inspiración espiritual, con la meditación, los estados de trance y la imaginación creativa.
Aire
Está en tercer lugar el Aire, que es lo que expande, difunde y relaciona. Está presente en el aliento del hombre y del animal, ese aliento por el cual relatan muchas de las tradiciones religiosas de la Tierra el Creador infunde vida en sus criaturas. El Aire es, por tanto, señal inequívoca de la presencia de la vida en el hombre, y cuando la vida lo abandona, se extingue también la presencia del Aire, del aliento. Además, el Aire es el vehículo de la luz.
El aire se relaciona esencialmente con tres factores: el hálito vital creador la palabra, el viento de la tempestad, que muchas mitologías vinculan a la idea de creación; y, tercero, el espacio, como ámbito de movimiento y de producción de procesos vitales.
En el simbolismo elemental se asocian al aire: la luz, el vuelo, la ligereza, el perfume, el olor…
El elemento aire es el encargado del pensamiento y la palabra; nos inspira y aconseja y agudiza nuestra mente. Los grandes descubrimientos, los inventos y las creaciones musicales se inspiran en este elemento. Su manera de contacto con el humano y el mundo físico es a traves de los vientos, las fragancias y las notas musicales. Evocan en nosotros recuerdos ancestrales y nos llevan a encontrar nuevas realidades. Todo cuanto existe tuvo que ser pensado primero para cobrar vida posteriormente en el plano físico.
El aire es el elemento de las ideas, la elocuencia, el movimiento dirigido hacia metas claras, la comunicación verbal y escrita. Cuando despertamos a los seres elementales del aire en nuestro interior, estamos creando un espacio para escuchar y ser escuchados; es el eco en la cima de una montaña que nos revitaliza e inspira con su aire fresco.
Fuego
El Fuego es lo que dinamiza, transforma y libera. El fuego que está siempre relacionado con el concepto de purificación, energía primaria, vida, calor, civilización en el sentido más amplio de Conocimiento Superior.
El Fuego que es el Sol mismo y que preside desde el centro muchos de los círculos ceremoniales y rituales nocturnos de todas las tradiciones.
El Fuego tiene el poder de reunir una familia, porque tú enciendes un fuego, y enseguida el fuego convoca a tus amigos. En el ser humano elemento fuego, la sangre que circula por la venas, los intestinos, la evacuacion.
El fuego va asociado a la idea de calor corporal como signo de salud y vida. En la mayoría de los pueblos primitivos, el fuego es un demiurgo, hijo del sol y su representante en la Tierra de ahí que se asocie con rayos y relámpagos por una parte y por otra con el oro.
El elemento fuego nos trae la fuerza, la valentía, el coraje y la pasión por la vida. Es la energía en acción que nos motiva a levantarnos cada mañana y comenzar a trabajar. El fuego interior nos impulsa a buscar nuevos caminos, a enfrentar nuevos retos y correr riesgos.
Cuando trabajamos con el fuego nos sentimos vigorosos, entusiastas, optimistas y creativos. La danza activa al elemento fuego, nos conecta con la alegría de vivir y con la fuerza interna. El fuego puede convertirse en una experiencia avallasadora, arrebatada y desenfrenada.
El fuego modifica el estado de la materia, lo transmuta. Se expresa mediante el movimiento, la actividad, pero también se refiere a la facultad espiritual, “La chispa divina”, el “calor humano”, vitalidad y entusiasmo. Trata de la energía existencial y sexual. En exceso puede quemar.
La naturaleza inesperada del fuego nos impulsa a guiarnos por nuestros instintos, actuar sin pensar y lanzarnos a la a ventura sin medir las consecuencias.
Armonizar el fuego interior, crea un fuego sagrado que nos calienta, reconforta y reanima a continuar la jornada cuanto estemos exhaustos. El fuego interior se convertirá en una antorcha que nos guía y nos llene de valor y coraje cuando nos sintamos temerosos y confundidos.
La vida en la Tierra y los cuatro elementos