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Historia de El Cine
Nacimiento del cineLa historia del cine como espectáculo comenzó en París el 28 de diciembre de 1895. Desde entonces ha experimentado una serie de cambios en varios sentidos. Por un lado, la tecnología del cinematógrafo ha evolucionado mucho, desde sus inicios con el cine mudo de los hermanos Lumière hasta el cine digital del siglo XXI.
La historia del cine comenzó el 28 de diciembre de 1895, fecha en la que los hermanos Lumière proyectaron públicamente la salida de obreros de una fábrica francesa en Lyon. El éxito de este invento fue inmediato, no sólo en Francia, sino también en toda Europa y América del Norte. En un año los hermanos Lumière crearon más de 500 películas, marcadas por la ausencia de actores y los decorados naturales, la brevedad, la ausencia de montaje y la posición fija de la cámara. El desarrollo de las nuevas técnicas cinematográficas, de una mayor narrativa, y la elaboración de los primeros guiones de ficción, provocó que los hermanos Lumière quedaran en segundo plano en el crecimiento de su cinematógrafo.
Historia del cine. Desarrollo histórico del arte audiovisual conocido como cinematografía. Aunque Thomas Edison hubiera patentado el quinetoscopio en 1891, el cine propiamente dicho no se conoció hasta el lanzamiento en 1895 por los hermanos Louis y Auguste Lumière en París, del cinematógrafo, capaz de proyectar películas sobre una pantalla para una gran audiencia. Así apareció un nuevo espectáculo de masas, bautizado como el séptimo arte. Sólo hacía falta añadir el sonido a las imágenes. Esto se consiguió con la invención de los sistemas de sincronización sonido-imagen por la Vitaphone (1926) y la Movietone (1931) para que fuese tal y como hoy lo conocemos.
El cine se desarrolló desde el punto de vista científico antes de que sus posibilidades artísticas o comerciales fueran conocidas y exploradas. Uno de los primeros avances científicos que llevó directamente al desarrollo del cine fueron las observaciones de Peter Mark Roget, secretario de la Real Sociedad de Londres, que en 1824 publicó un importante trabajo científico con el título de “Persistencia de la visión en lo que afecta a los objetos en movimiento”, en el que establecía que el ojo humano retiene las imágenes durante una fracción de segundo después de que el sujeto deja de tenerlas delante. Este descubrimiento estimuló a varios científicos a investigar para demostrar el principio.
Tanto en Estados Unidos como en Europa, se animaban imágenes dibujadas a mano como forma de diversión, empleando dispositivos que se hicieron populares en los salones de la clase media. Concretamente, se descubrió que si 16 imágenes de un movimiento que transcurre en un segundo se hacen pasar sucesivamente también en un segundo, la persistencia de la visión las une y hace que se vean como una sola imagen en movimiento.
El zoótropo que ha llegado hasta nuestros días consta de una serie de dibujos impresos en sentido horizontal en bandas de papel colocadas en el interior de un tambor giratorio montado sobre un eje; en la mitad del cilindro, una serie de ranuras verticales, por las cuales se mira, permiten que, al girar el aparato, se perciban las imágenes en movimiento. Un ingenio algo más elaborado era el praxinoscopio, del inventor francés Charles Émile Reynaud, que consistía en un tambor giratorio con un anillo de espejos colocado en el centro y los dibujos colocados en la pared interior del tambor. Según giraba el tambor, los dibujos parecían cobrar vida.
En aquellos mismos años, William Henry Fox Talbot en el Reino Unido y Louis Daguerre en Francia trabajaban en un nuevo descubrimiento que posibilitaría el desarrollo del cinematógrafo: la fotografía, ya que sin este invento previo no existiría el cine. Hacia 1852, las fotografías comenzaron a sustituir a los dibujos en los artilugios para ver imágenes animadas.
A medida que la velocidad de las emulsiones fotográficas aumentó, fue posible fotografiar un movimiento real en vez de poses fijas de ese movimiento. En 1877 el fotógrafo angloestadounidense Eadweard Muybridge empleó una batería de 24 cámaras para grabar el ciclo de movimientos del galope de un caballo.
Un paso relevante hacia el desarrollo de la primera cámara de imágenes en movimiento fue el que dio el fisiólogo francés Étienne Jules Marey, cuyo cronofotógrafo portátil (una especie de fusil fotográfico) movía una única banda que permitía obtener doce imágenes en una placa giratoria que completaba su revolución en un segundo. Sin embargo, su tira de película consistía en un papel mojado en aceite que se doblaba y se desgarraba con facilidad. Hacia 1889, los inventores estadounidenses Hannibal Goodwin y George Eastman desarrollaron más tiras de emulsión fotográfica de alta velocidad (que necesitaban poco tiempo para impresionarse) montadas en un celuloide resistente: su innovación eliminó un obstáculo esencial en la experimentación con las imágenes en movimiento.
Thomas Alva Edison y William K. L. Dickson
Thomas Edison (derecha) trabajando con George Eastman en una cámara cinematográfica. Desarrolló la tecnología cinematográfica y sincronizó películas con sonido grabado, realizando las primeras películas del cine sonoro
Hasta 1890, los científicos estaban interesados principalmente en el desarrollo de la fotografía más que en el de la cinematografía. Esto cambió cuando el antiguo inventor, y entonces ya industrial, Thomas Alva Edison construyó el Black Maria, un laboratorio cerca de West Orange, (Nueva Jersey), que se convirtió en el lugar donde realizaba sus experimentos sobre imágenes en movimiento y el primer estudio de cine del mundo. Edison está considerado por algunos como el diseñador de la primera máquina de cine, el kinetoscopio, pero en realidad ni fue él el inventor ni el invento era propiamente una cámara de cine.
Su ayudante, William K. L. Dickson fue quien hizo en realidad casi todo el trabajo, diseñando el sistema de engranajes, todavía empleado en las cámaras actuales, que permite que la película corra dentro de la cámara, e incluso fue él quien por vez primera logró en 1889 una rudimentaria imagen con sonido. El kinetoscopio, patentado por Edison en 1891, tenía unos 15 metros de película en un bucle interminable que el espectador —individual— tenía que ver a través de una pantalla de aumento. El artefacto, que funcionaba depositando una moneda, no puede considerarse por tanto un espectáculo público, y quedó como una curiosidad de salón que en 1894 se veía en Nueva York, y antes de finalizar ese año, en Londres, Berlín y París.
Los hermanos Lumière
Louis Lumière; los hermanos Louis y Auguste Lumière inventaron el cine a finales del siglo XIX
Los experimentos sobre la proyección de imágenes en movimiento visibles para más de un espectador se estaban desarrollando simultáneamente en Estados Unidos y en Europa; en Francia, a pesar de no contar con la gran infraestructura industrial de Edison, los hermanos Louis y Auguste Lumière llegaron al cinematógrafo, invento que era al tiempo cámara, copiadora y proyector, y que es el primer aparato que se puede calificar auténticamente de cine, por lo que la fecha de su presentación pública, el 28 de diciembre de 1895, y el nombre de los inventores son los que han quedado reconocidos universalmente como los iniciadores de la historia del cine.
Los hermanos Lumière produjeron además una serie de cortometrajes con gran éxito, de género documental, en los que se mostraban diversos elementos en movimiento: obreros saliendo de una fábrica, olas rompiendo en la orilla del mar y un jardinero regando el césped.
Uno de sus cortometrajes más efectistas para demostrar las posibilidades del nuevo invento fue el que mostraba a un tren correo avanzando hacia el espectador, lo que causaba gran impresión en el público asistente. El cine que se producía mientras en el estudio de Edison era más teatral: números circenses, bailarinas y actores dramáticos que actuaban para las cámaras. Pero para entonces el equipamiento elemental ya había sido estandarizado siguiendo el modelo del cinematógrafo de los hermanos Lumière, y las películas se comenzaron a comercializar a escala internacional.
Películas de una bobina
En 1896 el ilusionista francés Georges Méliès demostró que el cine no sólo servía para grabar la realidad, sino que también podía recrearla o falsearla. Con estas imaginativas premisas, hizo una serie de películas que exploraban el potencial narrativo del nuevo medio, dando inicio al cine de una sola bobina. En un estudio en las afueras de París, Méliès rodó el primer gran filme puesto en escena cuya proyección duró cerca de quince minutos: L’Affaire Dreyfus "El caso Dreyfus", 1899) y filmó "Cendrillas" ("Cenicienta", 1900) en 20 escenas.
Pero sobre todo a Méliès se le recuerda por sus ingeniosas fantasías como "Viaje a la luna" (1902) y "Alucinaciones del barón de Münchhausen", en las que experimentaba las posibilidades de los trucajes con la cámara de cine. Méliès descubrió que deteniendo la cámara en mitad de una toma y recolocando entonces los elementos de la escena antes de continuar podían, por ejemplo, hacer desaparecer objetos.
El estilo documentalista de los hermanos Lumière y las fantasías teatrales de Méliès se fundieron en las ficciones realistas del inventor estadounidense Edwin S. Porter, a quien se le atribuye en ocasiones la paternidad del cine de ficción.
Trabajando en el estudio de Edison, Porter produjo la primera película estadounidense interesante, "Asalto y robo de un tren", en 1903. Esta película, de 8 minutos, influyó de forma decisiva en el desarrollo del cine porque incluía innovaciones como el montaje de escenas filmadas en diferentes momentos y lugares para componer una unidad narrativa. Al hacer esto, Porter inició el montaje, uno de los fundamentos de la creación cinematográfica, proceso en el que diferentes fragmentos elegidos de las diversas tomas realizadas o disponibles se reúnen para conseguir un conjunto coherente.
"Asalto y robo de un tren", tuvo un gran éxito y contribuyó de forma notable a que el cine se convirtiera en un espectáculo masivo. Las pequeñas salas de cine, conocidas como nickelodeones, se extendieron por Estados Unidos, y el cine comenzó a surgir como industria. La mayoría de las películas, de una sola bobina, de la época eran comedias breves, historias de aventuras o grabaciones de actuaciones de los actores teatrales más famosos del momento.
Películas mudas
Entre 1909 y 1912 todos los aspectos de la naciente industria estuvieron bajo el control de un trust estadounidense, la MPPC (Motion Pictures Patents Company), formado por los principales productores. Este grupo limitó la duración de las películas a una o dos bobinas y rechazó la petición de los actores de aparecer en los títulos de crédito.
El trust fue desmontado con éxito en 1912 por la ley antitrust del gobierno, que permitió a los productores independientes formar sus propias compañías de distribución y exhibición, por lo que pudieron llegar hasta el público estadounidense obras europeas de calidad, como “Quo vadis?” (1912, de Enrico Guazzoni), de Italia, o “La reina Isabel”, (1912), de Francia, protagonizada por la actriz Sarah Bernhardt.
El cine sonoro
En 1926 la productora Warner Brothers introdujo el primer sistema sonoro eficaz, conocido como Vitaphone, consistente en la grabación de las bandas sonoras musicales y los textos hablados en grandes discos que se sincronizaban con la acción de la pantalla. En 1927, la Warner lanzó “El cantor de jazz”, de Alan Crosland, la primera película sonora, protagonizada por el showman de origen ruso Al Jolson, que alcanzó un éxito inmediato e inesperado entre el público. Su eslogan, sacado del texto de la película “aún no has oído nada”, señaló el final de la era muda. Hacia 1931 el sistema Vitaphone había sido superado por el Movietone, que grababa el sonido directamente en la película, en una banda lateral. Este proceso, inventado por Lee de Forest, se convirtió en el estándar. El cine sonoro pasó a ser un fenómeno internacional de la noche a la mañana.
Las primeras películas habladas
La transición del cine mudo al sonoro fue tan rápida que muchas películas distribuidas entre 1928 y 1929, que habían comenzado su proceso de producción como mudas, fueron sonorizadas después para adecuarse a una demanda apremiante. Los dueños de las salas se apresuraron también a convertirlas en salas aptas para el sonoro, mientras se rodaban películas en las que el sonoro se exhibía como novedad, adaptando obras literarias e introduciendo extraños efectos sonoros a la primera oportunidad. El público pronto se cansó de los diálogos monótonos y de las situaciones estáticas de estas películas, en las que un grupo de actores se situaba cerca de un micrófono fijo.
Tales problemas se solucionaron en los inicios de la década de 1930, cuando en varios países un grupo de directores de cine tuvieron la imaginación necesaria para usar el nuevo medio de forma más creativa, liberando el micrófono de su estatismo para restablecer un sentido fluido del cine y descubrir las ventajas de la postsincronización (el doblaje, los efectos sala y la sonorización en general que sigue al montaje), que permitía la manipulación del sonido y de la música una vez rodada y montada la película.
En Hollywood, Lubitsch y King Vidor experimentaron con el rodaje de largas secuencias sin sonido, añadiéndolo posteriormente para resaltar la acción. Lubitsch lo hizo suavemente, con la música, en “El desfile del amor” (1929), y Vidor con el sonido ambiente para crear una atmósfera natural en “Aleluya” en (1929), un musical realista interpretado íntegramente por actores afroamericanos cuya acción transcurre en el sur de Estados Unidos. Los directores comenzaban a aprender a crear efectos con el sonido que partía de objetos no visibles en la pantalla, dándose cuenta de que si el espectador oía un tictac era innecesario mostrar el reloj.
Los guionistas Ben Hecht, Dudley Nichols y Robert Riskin comenzaron a inventarse diálogos especialmente elaborados para la pantalla, a los que se despojaba de todo lo que no fuera esencial para que sirvieran a la acción en vez de estorbarla. El estilo periodístico rapidísimo que Hecht preparó para “Un gran reportaje” (1931), de Lewis Milestone, contrasta con las ingeniosas réplicas que escribiría para la obra de Lubitsch “Una mujer para dos” (1933). Nichols, por su parte, destacó por sus diálogos claros, sin ambigüedades, en películas como “María Estuardo” (1936), de John Ford Riskin se hizo famoso por sus personajes familiares en las películas de Frank Capra, entre ellas “Sucedió una noche” (1934), protagonizada por Claudette Colbert y Clark Gable.
Desarrollo del cine en color
Los experimentos con película de color habían comenzado ya en 1906, pero sólo se había usado como curiosidad. Los sistemas ensayados, como el Technicolor de dos colores, fueron decepcionantes y fracasaban en el intento de entusiasmar al público. Pero hacia 1933 el Technicolor se había perfeccionado, con un sistema de tres colores comercializable, empleado por vez primera en la película “La feria de la vanidad” (1935), de Rouben Mamoulian, adaptación de la novela de William Makepeace Thackeray.
La popularidad del color aumentó, y durante la década de 1940 se empleó sobre todo en una serie de musicales clásicos de la MGM Metro Goldwyn Mayer), entre los que destaca Easter Parade ("Desfile de Pascua", 1948), de Charles Walters.
En la década de 1950 el uso del color se generalizó tanto que prácticamente el blanco y negro quedó relegado para películas de bajo presupuesto que buscaban un realismo sereno, como “Marty” (1955) de Delbert Mann, sobre las aspiraciones de un carnicero del Bronx, o “El hombre del brazo de oro” (1955), de Otto Preminger, en la que se contaba la historia de un drogadicto.
A partir de la década de 1960, el blanco y negro quedó para crear efectos especiales en películas como “Psicosis” (1960) de Hitchcock, o “La última película” (1971), de Peter Bogdanovich. Más recientemente, lo hemos podido ver casi siempre en películas con pretensiones artísticas, como “El hombre elefante” (1980), de David Lynch, “Toro Salvaje” (1980), de Martin Scorsese, “La ley de la calle” (1983), de Francis Ford Coppola, o “Zelig” (1983), de Woody Allen.
Cine comercial después de la Segunda Guerra Mundial
En la posguerra, la llegada de la televisión supuso un desafío a la industria del cine que aún hoy perdura, cayendo la audiencia de unos 85 millones de espectadores anuales en Estados Unidos durante la guerra a apenas 45 millones a finales de la década de 1950. La industria respondió ofreciendo más espectáculo, que se concretó en el mayor tamaño de las pantallas.
El cine tridimensional
Durante un breve período, a comienzos de la década de 1950, una novedad conocida como 3D apareció en el mercado. Consistía en la superposición de dos imágenes distintas de la misma escena, cada una tomada con un filtro de color distinto y desde un ángulo ligeramente diferente, que, vistas a través de unas gafas en las que cada ojo llevaba un filtro de color equivalente a los usados durante el rodaje, reproducía la visión estereoscópica, dando impresión de relieve.
Pero lo engorroso de tener que utilizar gafas para ver las películas, la falta de nitidez en la imagen y la escasa calidad de las películas con que se lanzó, dieron al traste con la viabilidad comercial del sistema. Tras una moda pasajera, con éxitos relativos como el de “Los crímenes del museo de cera” (1953), de André de Toth, la novedad ya no fue tal y las películas en 3D se dejaron de producir, distribuyéndose las que ya estaban terminadas en este sistema como películas convencionales.
El cine estadounidense a partir de la década de 1960
Woody Allen: Director, guionista y actor estadounidense, reconocido por su talento cómico Comenzó como escritor de chistes, a escribir para el cine y a actuar en 1965, convirtiéndose en objeto de culto intelectual, ha experimentado con técnicas cinematográficas innovadoras
El impacto del cine europeo sobre los cineastas estadounidenses y el posterior declive del sistema de los estudios coadyuvaron durante las décadas de 1960 y 1970 al cambio del estilo del cine estadounidense.
La televisión por cable y el vídeo doméstico
La década de 1980 ha sido testigo de una revolución en las formas de acceder a los productos cinematográficos, con la sustitución del visionado en las salas de cine por el vídeo doméstico, en el que los títulos de estreno especialmente los de las grandes superproducciones están disponibles poco después de su pase por las salas.
Este hecho, unido a la implantación progresiva de la televisión por cable, con canales temáticos, en las que hay y habrá aún más canales especializados en la emisión continua de películas, amenaza seriamente no ya a la industria, sino el hecho mismo del cine. Como consecuencia, se está creando un clima parecido al de la década de 1950, cuando las productoras buscaron, ante la llegada de la televisión, nuevos formatos en busca de un mayor espectáculo, para conseguir atraer nuevamente a los espectadores a las salas de cine.
lista de las películas, actores y directores
El arte es una cuestión de apreciación personal, por lo que es difícil encontrar una lista de películas que satisfagan a todos; sin embargo, se siguen haciendo intentos por encontrar lo mejor de lo mejor en estos 125 años de historia que tiene el cine.Un grupo de investigadores de la Universidad de Turín, en Italia, se ha propuesto utilizar algunos algoritmos matemáticos que puedan determinar cuáles han sido las películas más influyentes de la historia, así como los directores y actores.
Livio Bioglio es quien ha dirigido el trabajo, utilizando una técnica informática que permita superar lo subjetivo, que siempre aparece en cuestión de arte, y haciendo comparaciones, basadas en datos científicos, con las películas y el impacto que han tenido en posteriores filmes.
Bioglio dijo.
Para determinar la importancia de una película en la historia del cine, generalmente se analiza su éxito en términos de ingresos económicos o de aclamaciones de la crítica, pero estos enfoques tienen enormes límites. “El rendimiento financiero de una cinta no está directamente relacionado con su calidad y es difícil comparar películas de diferentes épocas, incluso cuando los ingresos de taquilla se ajustan por inflación.
Por otro lado, los juicios artísticos son puramente subjetivos y pueden ser influenciados por tendencias del momento o ideologías.
En el estudio, que fue publicado en la revista Applied Network Science, se habla sobre el método empleado:
A los miembros de los equipos de filmación les gusta insertar en su producción pequeños elementos (como escenas, disfraces, objetos, carteles,…) que hacen referencia a películas anteriores que les han influido o que quieren homenajear de alguna manera.
La idea es recopilar estas referencias y construir una red donde los nodos sean películas y los bordes sean estas referencias: dicha red se puede estudiar a través de algoritmos y técnicas de análisis de redes sociales para determinar las películas más importantes en términos de ‘influencia’.
Ahora, veamos los resultados:
Películas
1. El Mago de Oz (1939)
2. La Guerra de las Galaxias (1977)
3. Psicosis (1960)
4. King Kong (1933)
5. 2001: Odisea del Espacio (1968)
6. Metrópolis (1927)
7. Ciudadano Kane (1941)
8. El nacimiento de una nación (1915)
9. Frankenstein (1931)
10. Blancanieves y los siete enanos (1937)
Los primeros 20 lugares los ocupan solo películas anteriores a 1980, y primordialmente, hechas en Estados Unidos.
Directores
1. Alfred Hitchcock
2. Steven Spielberg
3. Brian De Palma
4. Howard Hawks
5. John Ford
6. Martin Scorsese
7. Ingmar Bergman
8. Stanley Kubrick
9. Gerald Thomas
10. Ishiro Honda
De acuerdo al número de películas que tienen entre las mejor clasificadas, es el lugar que cada director ha ocupado.
Actores
1. Samuel L. Jackson
2. Clint Eastwood
3. Tom Cruise
4. Arnold Schwarzenegger
5. John Wayne
6. Willem Dafoe
7. Bruce Willis
8. Vincent Price
9. Desmond Llewelyn
10. Ward Bond
Algunos nombres muy conocidos, otros que no esperarías encontrarte aquí, pero es lo que definió el algoritmo.
Actrices
1. Lois Maxwell
2. Carrie Fisher
3. Maureen O’Sullivan
4. Halle Berry
5. Drew Barrymore
6. Lin Shaye
7. Cameron Diaz
8. Julianne Moore
9. Faye Dunaway
10. Beth Grant
Igual que en el caso de los actores, aquí encontramos nombres que no esperábamos, pero que sirven para dar a conocer a estrellas que quizá habían quedado en el olvido.
Las 10 películas con más Premios Óscar de la historia
Ben-Hur
Ben Hur es una película de 1959 dirigida por William Wyler y protagonizada por Charlton Heston, que durante muchos años fue la única cinta con 11 estatuillas a su nombre. La única nominación que no ganó fue la de Mejor Guión, pero en todo lo demás se escuchó el título de este trabajo, incluyendo los deseados premios a Mejor Película y Mejor Dirección.
Titanic
Titanic igualó a la legendaria Ben Hur en el número de Premios Óscar que se llevó. La historia de Rose y Jack a bordo del transatlántico conquistó a crítica y público, y aunque no le dio el premio a Leonardo DiCaprio ni a Kate Winslet, consiguió hacer historia. También fue la película más taquillera hasta que su propio director, James Cameron, superó su récord con Avatar.
El Señor de los anillos: El retorno del rey
La película final de trilogía del Señor d ¡e los Anillos, dirigida por Peter Jackson, también obtuvo 11 Óscars que la sitúan en el Olimpo de los premios cinematográficos. El Retorno del Rey consiguió todas sus nominaciones, incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección y varias categorías técnicas como Mejores Efectos Visuales. Frodo terminó su viaje por todo lo alto, puede estar satisfecho.
Lo que el viento se llevó
Victor Fleming adaptó a la gran pantalla la novela de Margaret Mitchell y consiguió 10 galardones en los Premios Óscar, y fue la película más premiada hasta que llegó Ben Hur. Este trabajo de 1939 se llevó 8 estatuillas, incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección, pero se concedieron dos premiso más a William Cameron Menzies por ser pionero en las cintas de color y a R.D. Musgrave por su labor en el departamento técnico del film.
West Side Story
Este musical dramático de 1961 está dirigido por Robert Wise y Jerome Robbins y se basa en el musical del mismo nombre, una especie de Romeo y Julieta de baile y bandas callejeras. Tuvo 11 nominaciones y ganó 10, incluidas las grandes categorías Mejor Película y Mejor Dirección. West Side Story es, además, uno de los musicales con más espectadores de la historia de Broadway.
Dirigida por Vincente Minnelli, la película Gigi cuenta la historia de Gaston, un joven millonario que visita con frecuencia a la hija de unos amigos. La abuela de Gigi sueña con una boda entre Gastón y su nieta, pero el tiene unos planes distintos. Esta película, protagonizada por Leslie Caron fue ganadora en todas las categorías a la que fue nominada, 9 en total, incluyendo Mejor película, director, guión adaptado, fotografía y canción.
El paciente inglés
Anthony Minghella dirigió El paciente inglés, una película basada en la novela de Michael Ondaatje. Esta cinta es una historia de guerra, amor, recuerdos y supervivencia. Ralph Fiennes y la bella Juliette Binoche protagonizan la película que, de las 11 nominaciones que recibió, se llevó 9, incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección.
El último emperador
Esta cinta de 1987 dirigida por Bernardo Bertolucci ganó todas las nominaciones a las que fue postulada, 9 Premios Óscar. Es un trabajo basado en la historia real de Aisin-Gioro Pu Yi o Puyi, el último emperador de China. El último emperador fue la primera película que obtuvo el permiso de las autoridades chinas para ser rodado en el interior de la Ciudad Prohibida.
Cabaret, la película musical dirigida por Bob Fosse y protagonziada por Lizza Minelli, obtuvo 8 Óscars. Esta historia nos lleva al Berlín de los años 30, donde se mezcla la autoridad nazi con la vida nocturna del Kit Kat Club, un refugio donde la joven Sally Bowles y un divertido maestro de ceremonias hacen olvidar las tristezas de la vida real.
Slumdog Millionaire
Danny Boyle dirige este trabajo basado en la novela homónima de Vikas Swarup, y que narra cómo un joven hindú consigue ganar el premios millonario de uno de los programas más famosos de la India. La policía no entiende cómo un hombre de tan baja cuna puede conocer todas las respuestas y sospechará del protagonista, que tiene para el espectador una vibrante historia que contar. Esta película obtuvo 8 Oscars, incluyendo mejor película, director y guión adaptado.
Bonus track: Las vencedoras de las 5 categorías estrella
Estos títulos que acabamos de enumerar han sido las películas que más Premios Óscars han conseguido en la historia de estos galardones, pero lo difícil de verdad es conseguir triunfar en las cinco grandes categorías: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actriz y Mejor Guión.
A día de hoy, solo tres títulos lo han conseguido, y se merecían una mención especial. Son las películas Sucedió una noche (1934), dirigida por Frank Capra, Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman y El silencio de los corderos (1991), dirigida por Milos Forman.
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