lunes, 13 de mayo de 2019

El Rey Felipe II y la Corte de España


El Rey Felipe II y la Corte de España

El Rey Felipe II

Felipe II nunca se sentó en el altar de los vetones
La conocida como silla de Felipe II, lugar desde el cual la tradición recuerda que el monarca seguía la construcción del monasterio del Escorial, no es sino un altar vetón modificado en los últimos siglos, según los estudios de la historiadora .


La conocida como silla de Felipe II, lugar desde el cual la tradición recuerda que el monarca seguía la construcción del monasterio del Escorial, no es sino un altar vetón modificado en los últimos siglos, según los estudios de la historiadora.
La catedrática y miembro de la Real Academia de la Historia, que ya avanzó esta teoría en 1999, la ha ratificado con nuevas y espectaculares pruebas: entre ellas el descubrimiento de una figura antropomorfa junto al monumento, así como diversos altares, más pequeños, próximos a la silla imperial.


Según avanza esta miembro del Instituto Arqueológico de Berlín, “algo no cuadraba en la historia de la silla”. “Nunca me han gustado demasiado los axiomas, así que decidí investigar tras visitarla una tarde con mis hijas”, indica. De esta manera, la especialista descubrió que no existían referencias a la pétrea poltrona real en ningún escrito de los siglos XVI y XVII y, además, el lugar  situado a varios kilómetros de distancia del monasterio  no parecía el más adecuado para seguir las obras.

Sus pesquisas la llevaron así hasta 1925, momento en el cual comenzó a circular por España un billete de 100 pesetas que reproducía un cuadro de 1889, de Luis Álvarez Catalá, donde se representaba al rey en lugar. Nacía así la leyenda.

Canto puso entonces sobre la mesa diversos elementos del entorno escurialense que la llevaron directamente al periodo de vetones, pueblo céltico que ocupó el oeste de España y Portugal hasta la llegada de los romanos.


 El paisaje de la Herrería, donde se alza el solio granítico del monarca, es una zona de robledales árbol sagrado céltico, con abundante agua indispensable en esta cultura, área de setas alucinógenas usadas para artes adivinatorias, poblado de alimañas y águilas el abanto, nombre de uno de los montes próximos, es una rapaz y con una fuerte atracción a los rayos el símbolo de los dioses a causa de la ferrita de sus tierras la finca se llama, de hecho, La Herrería. 

Todos estos elementos llevaron a la epigrafista a pensar que ese enorme túmulo de piedra que estaba considerado la silla de Felipe II era algo muy distinto. Quizás, un altar de sacrificios de los vetones dedicado a un guerrero dios céltico, parecido al Marte de los romanos.

Figura antropomorfa hallada junto a la silla de Felipe II.

El conjunto, que fue retocado durante la Segunda República y en los años sesenta del siglo pasado para dotarlo de escaleras y pasamanos, tiene forma abarquillada, lo que hace referencia a la barca solar de los pueblos célticos. 

Además, la profesora halló en 2015 una figura antropomorfa  un rostro de larga cabellera movida por el viento que lo une con las sibilas, personaje de la mitología grecorromana que eran capaces de adivinar el futuro.


El conjunto granítico se completa con otros dos altares, a menos de un kilómetro colina abajo. Todo ello permite decir a la arqueóloga que “estamos ante todo un santuario vetón”. “Cualquier geólogo podría argumentar que la sibila, o el augur, o como queramos llamarlo, es solo una forma caprichosa del granito. Pero debemos verlo con los ojos de los antiguos. Son señales que les venían de la mano de los dioses”, incide.

La experta recuerda que cuando estos pueblos observaban determinados sucesos coincidentes no los relacionaban con el azar. “Muchas señales en un mismo lugar convertían el entorno en sagrado. Analizarlo con nuestra perspectiva hace que no veamos nada”.

Este santuario vetón, además, se situaba justo en el lugar donde este pueblo estableció su frontera con los carpetanos. Así, hoy en día, muchas localidades de la sierra madrileña siguen manteniendo en sus escudos referencias al Sexmo de Segovia, tierra, junto a Ávila y Salamanca, originaria de los vetones.

 “Está claro que esa división antigua de los pueblos se mantuvo de alguna manera durante la Edad Media, y de allí hasta nuestros días”.
Canto bromea al recordar que existe otro elemento más que hace “imposible” que el rey usase la conocida silla como butaca desde donde seguir la construcción de su amado monasterio.

 “Las ropas que llevaban entonces eran tan amplias que el trasero no le entraría. Si el rey hubiese querido seguir los trabajos desde allí, se habría hecho construir una donde por lo menos pudiese sentarse más a gusto”.


Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
En la Carta que Felipe II escribe al general de la orden jerónima, el 16 de Abril de 1561, se exponen los motivos que le llevan a construir el Monasterio: el reconocimiento por la victoria de San Quintín, que tuvo lugar el día de San Lorenzo de 1557 y el deseo de erigir un mausoleo en memoria de sus padres y de él mismo, puesto bajo la advocación de San Lorenzo.

La obra se inicia con el arquitecto Juan Bautista de Toledo en 1563, pero quien la continua es su discípulo Juan de Herrera, desde 1567, fecha del fallecimiento de Juan Bautista de Toledo, hasta 1584, año en que se termina la construcción del Monasterio. Este arquitecto reforma el proyecto anterior y crea un estilo propio, denominado herreriano, caracterizado por la desnudez decorativa y el rigor geométrico.



La fachada principal, orientada al oeste, tiene dos portones laterales que se corresponden con la entrada al colegio Alfonso XII y al convento agustiniano. En el centro de la fachada, entre seis columnas dóricas, se sitúa la entrada principal del edificio, coronada por un cuerpo de columnas jónicas, entre las que destacan el escudo familiar de Felipe II y una colosal estatua de San Lorenzo, tallada en granito por Juan Bautista Monegro.

En su interior destacan el Patio de Reyes, la Basílica, la Biblioteca, el Panteón de Reyes, el Panteón de Infantes, los Palacios, y las Salas capitulares, entre otros espacios. De obligada visita son la Pinacoteca y el Museo de Arquitectura.

En 1931 el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial obtuvo la declaración como Monumento Histórico-Artístico y en 1984 fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial.


El Rey Felipe II

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