miércoles, 18 de marzo de 2020

La Pintura y Biografia de Salvador Dalí




La Pintura y Biografia de Salvador Dalí 


Nació el 11 de mayo de 1904 en Figueras Gerona.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Entre los años 1924 1925 realizó numerosos retratos de su hermana Anna María y en general exploró los estilos al uso en la época en diversas fases que son conocidas como freudiana y lorquiana, para acabar siendo influido primero por el cubismo y más tarde por el surrealismo.
Se convierte en un punto de referencia del movimiento surrealista.



Dalí utilizaba más la fijación de imágenes tomadas de los sueños, según Breton, "abusando de ellas y poniendo en peligro la credibilidad del Surrealismo"; inventó lo que él mismo llamó "método paranoico crítico", una mezcla entre la técnica de observación de Da Vinci por medio de la cual observando una pared se podía ver como surgían formas y técnicas de frottage; fruto de esta técnica son las obras en las que se ven dos imágenes en un sola configuración.


Salvador Dalí
Figueres, Gerona, 1904 - 1989 Pintor español. Si bien parte del inmenso prestigio y popularidad de que gozó ya en vida se debió a sus estrafalarias e impostadas excentricidades, Salvador Dalí acertó a insuflar nueva vida al surrealismo europeo hasta convertirse en su más conocido representante; sus confusas ideas estéticas el llamado método paranoico crítico fueron mucho menos decisivas que sus impactantes composiciones, a las que trasladó con magistral precisión técnica un personalísimo universo onírico y simbólico, tan nítido y luminoso como profundamente inquietante y perturbador.



Salvador Dalí nació en una madrugada de la primavera de 1904 en el seno de una familia burguesa, hijo de un notario bienpensante y de una sensible dama aficionada a los pájaros. Muchos años más tarde escribiría en su autobiografía La vida secreta de Salvador Dalí 1942 "A los tres años quería ser cocinero. A los cinco quería ser Napoleón. Mi ambición no ha hecho más que crecer y ahora es la de llegar a ser Salvador Dalí y nada más. Por otra parte, esto es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí".


Puesto que la persecución sería incesante y el objetivo no habría de alcanzarse nunca, y dado que en ningún recodo de su biografía estaba previsto que hallara el equilibrio y la paz, Dalí decidió ser excesivo en todo, interpretar numerosos personajes y sublimar su angustia en una pluralidad de delirios humorísticos y sórdidos. Se definió a sí mismo como "perverso polimorfo, rezagado y anarquizante", o "blando, débil y repulsivo", aunque para conquistar esta laboriosa imagen publicitaria antes hubo de salvar algunas pruebas iniciáticas, y si el juego favorito de su primera infancia era vestir el traje de rey, ya a los diez años, cuando se autorretrata como El niño enfermo, explora las ventajas de aparentar una constitución frágil y nerviosa.


Su precocidad es sorprendente: a los doce años descubre el estilo de los impresionistas franceses y se hace impresionista; a los catorce ya ha trabado conocimiento con el arte de Picasso y se ha hecho cubista, y a los quince se ha convertido en editor de la revista Studium, donde dibuja brillantes pastiches para la sección titulada "Los grandes maestros de la Pintura".


La Residencia de Estudiantes
En 1921 abandona su Cataluña natal y se traslada a Madrid, donde ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Instalado en la Residencia de Estudiantes, se hace amigo del gran poeta granadino Federico García Lorca y del futuro cineasta surrealista Luis Buñuel, de quien sin embargo se distanciará irreversiblemente en 1930. En la capital adopta un extraordinario atuendo: lleva los cabellos largos, una corbata desproporcionadamente grande y una capa que arrastra hasta los pies. A veces luce una camisa azul cielo adornada con gemelos de zafiro, se sujeta el pelo con una redecilla y lo lustra con barniz para óleo. Es difícil que su presencia pase desapercibida.



En los revueltos y conflictivos meses de 1923 sufre un desafortunado contratiempo. En la Academia de Bellas Artes a la que está adscrito se producen manifestaciones en contra de un profesor, y antes de que dé comienzo el discurso oficial y se desate la violenta polémica, Salvador abandona la sala. Las autoridades creen que este gesto suyo ha sido la señal de ataque y rebelión y deciden expulsarlo durante un año. Después, de nuevo en Figueres, los guardias vienen a detenerlo y pasa una temporada en la cárcel.



A la salida de prisión recibirá dos alegrías. La primera, una prensa para grabado que su padre le regala, y la segunda, la visita de su excelente compañero de la Residencia de Estudiantes de Madrid, Federico García Lorca, quien en las calurosas noches del verano de Cadaqués lee a toda la familia Dalí sus versos y dramas recién compuestos. Es allí, junto al Mediterráneo, donde García Lorca redacta la célebre "Oda a Salvador Dalí", publicada unos años después, en 1929, en la Revista de Occidente. Pronto será también Luis Buñuel quien llegue a Cadaqués para trabajar con su amigo Salvador en un guión cinematográfico absolutamente atípico y del que surgirá una película tan extraña como es Un perro andaluz 1929.


En París
En 1927 Dalí viaja por primera vez a París, pero es al año siguiente cuando se establece en la capital francesa. Se relaciona con Pablo Picasso y Joan Miró y, con la ayuda de este último, se une al grupo surrealista que lidera el poeta André Breton. En 1929 expone en la Galería Goemans y obtiene ya un gran éxito; las originales imágenes de sus cuadros, en las que los objetos se muestran con irritante precisión, parecen adentrarse en unas profundidades psíquicas anormales y revelar un inconsciente alucinatorio y cruel. Pero Breton terminará expulsándolo del movimiento algunos años después, en una memorable sesión de enjuiciamiento a la que Dalí compareció cubierto con una manta y con un termómetro en la boca, aparentando ficticiamente estar aquejado de fiebre y convirtiendo así el opresivo juicio en una ridícula farsa.


La triple acusación a la que tuvo entonces que enfrentarse Dalí fue coquetear con los fascismos, hacer gala de un catolicismo delirante y sentir una pasión desmedida e irrefrenable por el dinero. A esto precisamente alude el célebre apodo anagramático con que sería motejado por Breton, Avida dolars, acusación que, lejos de desagradar al pintor, le proporcionaba un secreto e irónico placer. De hecho, después de conocer a la que sería su musa y compañera durante toda su vida, Gala, entonces todavía esposa de otro surrealista, el poeta Paul Éluard, Dalí declaró románticamente: "Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso y más, incluso, que al dinero."



Salvador Dalí se enamoró de Gala en el verano de 1929 y con ella gozó por primera vez de las mieles del erotismo. Es la época en que pinta Adecuación del deseo, Placeres iluminados y El gran masturbador, pintura esta última que fue atacada y desgarrada por el fanático grupo puritano los Camelots du Roy. Mientras tiene lugar la exposición de sus obras en la Galería Goemans de París, la joven y apasionada pareja se refugia y aísla en la Costa Azul, pasando los días y las noches encerrados en una pequeña habitación de un hotel con los postigos cerrados.



Enterado de la vida disoluta de su hijo por un artículo de Eugenio d'Ors aparecido en La Gaceta Literaria, el padre de Dalí rompe relaciones con su vástago; pero ello no debió afectarlo demasiado, o quizás sí, puesto que es en esa época cuando el artista realiza lo mejor de su obra, como el célebre cuadro La persistencia de la memoria 1931, donde blandos relojes cuelgan de la rama de un árbol, del borde de un pedestal y sobre una misteriosa forma tendida en la vasta extensión de la playa.


El surrealismo daliniano
Antes de llegar a París, el artista había realizado su primera exposición en las Galerías Dalmau de Barcelona, en 1925, y su obra había transitado por el cubismo y las corrientes realistas, como en Muchacha en la ventana 1925 o su primera Cesta de pan 1926. Cuando Dalí se incorporó al grupo surrealista, el movimiento atravesaba momentos de fuertes contradicciones internas. La vitalidad y extravagancia de aquella joven promesa española resultó decisiva para la renovación y proyección del grupo, del que también por su parte absorbió energías que resultaron en la etapa más apreciada de su obra. En teoría, sus mejores cuadros fueron el fruto de la aplicación del llamado "método paranoico crítico", que Dalí definió como un sistema espontáneo de conocimiento irracional "basado en la asociación interpretativo-crítica de los fenómenos delirantes".


Tal metodología propugna un alejamiento de la realidad física en favor de la realidad mental: gracias a un uso controlado de la alucinación y del sueño (lo paranoico o irracional debe someterse a la lucidez interpretativa o crítica), los objetos de la vida cotidiana se convierten en iconos de los deseos y temores del ser humano. A través de sus obras y siguiendo los dictados de las teorías freudianas, el artista saca a la luz los aspectos más ocultos de su vida erótica, sus fantasías y sus deseos. Dalí pretendía que sus telas fueran contempladas como sueños pintados; sus imágenes de relojes blandos, miembros hipertróficos sostenidos por muletas y elefantes de patas zancudas, por citar algunas de las más conocidas, son a la vez expresión y liberación de las obsesiones sexuales y de la angustia ante la muerte.


Probablemente para Dalí eran menos relevantes su teorizaciones que el tono provocador e irónico con que las exponía. En cualquier caso, la plasmación de sus obsesiones personales es el motivo que aglutina la mayor parte de sus telas en esta etapa, en la que se sirvió de las técnicas del realismo ilusionista más convencional para impactar al público con sus insólitas e inquietantes visiones, que a menudo aluden directamente a la sexualidad. El gran masturbador 1929, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid es en este sentido una obra paradigmática de este periodo.


Una magnífica ilustración del método es el cuadro titulado Mercado de esclavos con el busto evanescente de Voltaire 1940, Fundación Reynolds Morse, Cleveland, en el que el rostro del filósofo está constituido por dos figuras que, simultáneamente, forman parte del grupo humano del segundo término. A la izquierda, contempla la escena una mujer que se apoya en una mesa; el contenido de los fruteros sobre la mesa es a su vez parte del conjunto de figuras que participan en el mercado que da título a la tela.


El enigma sin fin 1938, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid o las múltiples reinterpretaciones delirantes del famoso Ángelus de Millet constituyen otros excelentes ejemplos de ese reiterado juego de perversión significativa de la imagen. La obsesión paranoica de que bajo el aparente misticismo de la escena campesina latía la presencia de la muerte llevó a Dalí a pedir al Louvre que realizara una radiografía del cuadro, lo que permitió ver en el lugar que ocupa la carretilla el contorno de un ataúd que Millet había pintado originalmente, confirmando así su propia intuición paranoica.


La consagración internacional
Unos pocos años en el grupo bastaron para que Dalí se convirtiese en la gran figura del surrealismo y su obra alcanzase una considerable resonancia internacional. En 1934 viaja con su ya inseparable Gala a Estados Unidos, donde desembarca y se presenta ante los periodistas con un enorme pan cocido por el cocinero del trasatlántico que les ha transportado. En sus erráticas manifestaciones no duda en asociar el mito hitleriano con el teléfono y a Lenin con el béisbol. Son todas bromas absurdas que tratan de quitar hierro a una situación política amenazante. Dos años después se desata la atroz guerra civil en España y una de las primeras muestras de la probidad de los militares insurrectos es el infame asesinato de su amigo Federico García Lorca, crimen que conmocionó a la opinión pública mundial. Dalí escribió: "Lorca tenía personalidad para dar y vender, la suficiente para ser fusilado, antes que cualquier otro, por cualquier español."


En 1938 conoce por fin, gracias al escritor vienés Stefan Zweig, a Sigmund Freud, quien había sido el gran inspirador de la estética surrealista, de la que Dalí no se siente marginado pese a las bravatas de Breton; por el contrario, se considera el único y más genuino exponente del movimiento. El padre del psicoanálisis había dado pábulo a la nueva indagación del inconsciente con su libro La interpretación de los sueños 1900, pero nunca se había tomado demasiado en serio a sus jóvenes admiradores de París. No obstante, el 20 de julio de 1938, tras el encuentro, Freud anotó en su diario: "Hasta entonces me sentía tentado de considerar a los surrealistas, que aparentemente me han elegido como santo patrón, como locos integrales digamos al 95%, como el alcohol puro. Aquel joven español, con sus espléndidos ojos de fanático e innegable dominio técnico, me movió a reconsiderar mi opinión". Por su parte, el artista realizó asombrosos y alucinantes retratos del "santo patrón" de los surrealistas.


Premonición de la Guerra Civil 1936
Instalado otra vez en Nueva York en 1939, Dalí acepta un encargo para decorar unos escaparates comerciales. El tema que elige es el del Día y la Noche, el primero evocado por un maniquí que se mete en una bañera peluda y la segunda por medio de brasas y paños negros extendidos, pero la dirección modifica el decorado sin consultar al autor. Dalí, iracundo, vuelca la bañera de astracán llena de agua y la lanza contra los cristales del escaparate produciendo un gran estrépito y un notable destrozo. Pese a que la opinión pública norteamericana le aplaude el vigor con que ha sabido defender la propiedad intelectual, es juzgado por los tribunales y condenado a pagar los desperfectos. Tampoco consigue concluir su siguiente proyecto para decorar un pabellón de la Feria Internacional de Nueva York, el cual debía llevar el significativo título de Sueño de Venus.


El desarrollo de la Guerra Civil española cuyo estallido había intuido en Construcción blanda con judías hervidas, luego titulado Premonición de la Guerra Civil, 1936 y el presagio de la Segunda Guerra Mundial habían provocado en Dalí el deseo de refugiarse en un mundo sin conflictos, y sublimó su experiencia surrealista retomando la iconografía renacentista e interesándose, sobre todo, por el valor económico de sus cuadros; esto le convirtió en el Avida dolars con que Breton, reordenando las letras de su nombre, le había bautizado.


De particular relevancia en cuanto a la evolución de su obra resulta el viaje que realizó a Italia en 1937; tras el contacto directo con los clásicos, adquirió cierto gusto por los temas religiosos y por una técnica más academicista, que durante mucho tiempo seguiría aplicando, no obstante, a lo onírico y extraño; pueden destacarse, entre otros muchos ejemplos, lienzos como Madonna de Port Lligat 1950, Museo Minami, Tokio, Crucifixión 1954, Museo Metropolitano, Nueva York y La última cena 1955, National Gallery, Washington. Al mismo tiempo, el pintor producía una enorme cantidad de objetos decorativos carentes de la fuerza transgresora de sus primeras obras surrealistas.


Detalle de La última cena 1955
Últimos años
En 1948 regresó a España, fijando su residencia de nuevo en Port Lligat y hallando en el régimen del general Francisco Franco toda suerte de facilidades. El gobierno incluso declaró aquel rincón catalán que tanto fascinaba al pintor "Paraje pintoresco de interés nacional". Para muchos historiadores del arte lo mejor de su obra ya había sido realizado y, sin embargo, aún le quedaban cuarenta años de caprichosa producción y de irreductible endiosamiento y exhibicionismo, con apariciones públicas del estilo de la que protagonizó en diciembre de 1955, cuando se personó en la Universidad de la Sorbona de París para dar una conferencia en un Rolls Royce repleto de coliflores. En vida del artista incluso se fundó un Museo Dalí en Figueres; ese escenográfico, abigarrado y extraño monumento a su proverbial egolatría es uno de los museos más visitados de España.


Durante los años setenta, Dalí, que había declarado que la pintura era "una fotografía hecha a mano", fue el avalador del estilo hiperrealista internacional que, saliendo de su paleta, no resultó menos inquietante que su prolija indagación anterior sobre el ilimitado y equívoco universo onírico. Pero quien más y quien menos recuerda mejor que sus cuadros su repulsivo bigote engominado, y no falta quien afirme haberlo visto en el Liceo, el lujoso teatro de la ópera de Barcelona, elegantemente ataviado con frac y luciendo en el bolsillo de la pechera, a guisa de vistoso pañuelo, una fláccida tortilla a la francesa.


En su testamento, el controvertido artista legaba gran parte de su patrimonio al Estado español, provocando de ese modo incluso después de su muerte acaecida en 1989, tras una larga agonía nuevas y enconadas polémicas. El novelista Italo Calvino escribió que "nada es más falsificable que el inconsciente"; acaso esta verdad paradójica y antifreudiana sea la gran lección del creador del método paranoico crítico, de ese maestro del histrionismo y la propaganda, de ese pintor desaforado y perfeccionista, de ese eximio prestidigitador y extravagante ciudadano que fue Salvador Dalí. El chiflado prolífico del Ampurdán, la llanura catalana barrida por el vertiginoso viento del norte que recoge las suaves olas del mar Mediterráneo en una costa tortuosa y arriscada, descubrió el arte de la mixtificación y el simulacro, de la mentira, el disimulo y el disfraz antes incluso de aprender a reproducir los sueños con la exactitud de su lápiz.


Su longeva existencia, tercamente consagrada a torturar la materia y los lienzos con los frutos más perversos de su feraz imaginación, se mantuvo igualmente fiel a un paisaje deslumbrante de su infancia: Port Lligat, una bahía abrazada de rocas donde el espíritu se remansa, ora para elevarse hacia los misterios más sublimes, ora para corromperse como las aguas quietas. Místico y narcisista, impúdico exhibidor de todas las circunstancias íntimas de su vida y quizás uno de los mayores pintores del siglo XX, Salvador Dalí convirtió la irresponsabilidad provocativa no en una ética, pero sí en una estética, una lúgubre estética donde lo bello ya no se concibe sin que contenga el inquietante fulgor de lo siniestro.


Cuadros de Dalí
La obra pictórica de Dalí se compone por aproximadamente 1.500 cuadros, de los cuales aquí presentamos los 12 más importantes. Para comprar accede a la tienda a la sección cuadros de Dalí al óleo.
"La persistencia de la memoria" Ver
También se conoce como "Los relojes blandos". Pintado en 1931. Se trata del cuadro más representativo del artista.
Muestra un desierto con 4 relojes, de los cuales 3, están despachurrados por el efecto del tiempo y el calor, según parece.


El cuarto reloj, del que se ve sólo el dorso, no está deformado pero sí atacado por las hormigas. La simbología de la obra parece compleja, aunque en realidad no lo es tanto. Explica Dalí que se inspiró en el queso derretido, y prácticamente fue una casualidad el que fueran relojes, los protagonistas de la obra. Actualmente se encuentra en la exposición permanente del Museo MoMA, New York.


"Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar" Ver
Obra al óleo sobre tabla de madera, pintada en 1944 por Salvador Dalí.
Es uno de los cuadros más reconocibles del pintor, en el se encuentran figuras recurrentes que el artista utilizaría durante toda su carrera: elefantes con piernas zancudas, su esposa Gala, un insecto y un paisaje inerte.
La importancia de la obra radica en la creatividad extrema que muestra, unida a una técnica académica impoluta. Se encuentra Actualmente en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.



"Cisnes que se reflejan como elefantes" Ver
Óleo sobre lienzo pintado en 1937, es uno de los cuadros más notables, donde Dalí completa su composición surrealista con un juego visual magistral. En este caso convierte el reflejo de árboles y cisnes sobre un lago, en elefantes perfectamente delineados.


"Los Elefantes" Ver
También conocido por su título en inglés "The Elephants". Pintado al óleo sobre tela, el año 1948. Este cuadro recupera las figuras absolutamente fascinantes y oníricas que Dalí había creado hace 4 años, pero esta vez son protagonistas de la obra. El original se encuentra actualmente en el MoMA, New York.



"La tentación de San Antonio" Ver
Esta es una de las obras más representativas del surrealismo español, fue pintada en 1946, al óleo sobre tela, con medidas 90 x 120 cm.
San Antonio Abad del siglo III, uno de los primeros ermitaños cristianos, es representado en el desierto combatiendo contra las tentaciones de fama, sexo, riquezas y poder. Cada una de ellas montada sobre los lomos de un animal. El Santo interpone la Cruz entre su persona y las tentaciones, como única esperanza de que no lo embarguen.
Actualmente se encuentra en el complejo Museos Reales de Bellas Artes, Bélgica.



"Metamorfosis de Narciso" Ver
Se considera que este cuadro fusiona tres elementos que solo Dalí podía unir, la Grecia clásica, el psicoanálisis y la ciencia.
Pintado en 1937, el artista mostró personalmente a Sigmund Freud el cuadro, quien quedó maravillado ante tal derroche de talento y simbolismo de la obra.


"La desintegración de la persistencia de la memoria" Ver
Pintado en 1954, se trata de un remake en respuesta al cuadro el propio Dalí había pintado hace más de 20 años.
Esta vez el desierto está lleno de agua y el mundo aparece dividido entre lo que esta sobre y bajo la superficie. Lo que antes era una masa sólida ahora aparece fragmentada en bloques alineados. Según los expertos la simbología de la obra incluye alusiones a la mecánica cuántica, la autodestrucción de la raza humana y la bomba atómica.
Se encuentra expuesto en el Salvador Dalí Museum, Florida, Estados Unidos.


"Torero alucinógeno" Ver
Pintura al óleo sobre lienzo de 4 x 3 metros, pintada en 1970, también conocida como "The Hallucinogenic Toreador".
Es una de las composiciones más heterogéneas del artista, entre los elementos que presenta están: su esposa Gala, diosa Venus, colores de la bandera española, plaza de toros, insectos, formas geométricas, perro dálmata, paisaje de Cabo de Creus (Cataluña). Todo ello agrupado con juegos visuales y experimentación con la holografía.



"Cristo de San Juan de la Cruz" Ver
Cuadro surrealista de inspiración religiosa, pintado en 1951.
En la época que Dalí realizó esta obra ya era un hombre bastante cercano a la Fe católica, aun así encontró varios detractores que no supieron entender el carácter modernista y la perspectiva original de la obra.
La figura central, está basada en un pequeño dibujo que San Juan de la Cruz había realizado en el siglo XVI.
Se encuentra actualmente en el Museo Kelvingrove, Escocia.


"La jirafa en llamas" Ver
Cuadro al óleo sobre tabla, pintado en 1937 por Salvador Dalí.
Se trata de un motivo apocalíptico, donde el pintor deja ver toda clase de facetas psicológicas relacionadas con: política, guerra, la mujer y el hombre.
Se encuentra actualmente en el Museo de Arte de Basilea, Suiza.


"Construcción blanda con judías hervidas" Ver
Composición realizada en óleo, pintada el año 1936, 6 meses antes de que comenzara La Guerra Civil Española.
Se considera una obra premonitoria en este sentido, el artista previó los horrores de la guerra que estaba por comenzar.
Se encuentra actualmente en el Museo de Arte de Filadelfia, USA.



"La Última Cena" Ver
Escena bíblica pintada al óleo sobre tela en 1955.
Hacia el final de su vida Dalí se acerco a la religión católica, de este periodo provienen esta y otras pinturas de escenas inspiradas en el Nuevo Testamento.


  










1 comentario:

  1. Salvador Dalí nació el 11 de mayo de 1904 a las 8,45 de la mañana en el pueblo de Figueres, Girona.

    Bautizado como Salvador, Domingo, Felipe, Jacinto Dalí, hijo de Salvador Dalí i Cusí, notario, y Felipa Doménech.

    Nació nueve meses y diez días exactos después de enterrado un primer Salvador Dalí, su hermano, de quien escribió que se parecían "como dos gotas de agua". Su hermano primogénito murió por una meningitis cuando solo contaba siete años. El nombre que le pusieron, Salvador, es el mismo que tenía su hermano muerto.


    Salvador Dalí fue un niño caprichoso, mimado y consentido en quien sus padres volcaron afecto y atenciones de una forma un tanto compulsiva debido a la temprana muerte de su hijo. Su infancia se caracteriza por ataques de ira contra sus padres y actos crueles contra sus compañeros de escuela.

    Durante una larga convalecencia pasada en El Molí de la Torre, una finca cerca de Figueres propiedad de la notable familia Pichot, Dalí descubrió la pintura. Allí realizó, con un absoluto desconocimiento técnico, sus primeros cuadros (óleos y acuarelas) de los que no queda rastro alguno, pero que impresionaron a quienes tuvieron ocasión de verlos. Fueron los Pichot quienes aconsejaron a Dalí que siguiera cursos de aprendizaje.

    El niño enfermo es el título de su primer autorretrato, realizado a la edad de diez años. Poco después comenzó su primer curso de dibujo con Juan Núñez de quien aprendió el uso del claroscuro y le introdujo también en las técnicas del grabado. Las obras de Dalí son conocidas por un importante trato de los detalles, a los que da mucha luz y color.

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