lunes, 13 de abril de 2020

Vida y Obra del Dibujante Productor Cinematográfico Walt Disney





Vida y Obra del Dibujante Productor 
Cinematográfico Walt Disney



 Walt Disney
Chicago, 1901  Los Ángeles, 1966 Dibujante y productor cinematográfico estadounidense. Ponero del cine de dibujos animados, fue el principal creador de la etapa clásica de la animación y el fundador de la corporación que lleva su nombre.
Aunque nacido en Chicago, pasó los años más felices de su infancia en una granja cerca de Marceline Missouri, hasta que en 1909 su padre enfermó y la familia hubo de trasladarse a Kansas City. Allí empezaría a trabajar de repartidor de periódicos, labor que compaginaba con sus estudios, en los que no destacaba. Prefería el dibujo y las historietas; las primeras que trazó aparecerían en el periódico de su instituto en Chicago, adonde la familia se había trasladado nuevamente.


En 1918, el joven Walt trató de alistarse en el ejército. Como no tenía la edad suficiente, falsificó su partida de nacimiento y, fingiendo haber cumplido los diecisiete años, logró ser admitido como conductor de ambulancias de la Cruz Roja. Sin embargo, cuando terminó su formación, la Primera Guerra Mundial ya había terminado y su trabajo se redujo a trasladar oficiales.
De regreso a Estados Unidos, se estableció en Kansas City y consiguió un trabajo de publicista en el Pesemen-Rubin Art Studio, donde trabó una amistad clave con el dibujante Ubbe Iwerks. Ambos fundaron en 1920 la empresa Iwerks Disney Commercial Artists, que resultó un fracaso. Hubieron de trabajar otra vez por cuenta ajena en la Kansas City Film Ad, empresa en la que tendría lugar su primer contacto con las rudimentarias técnicas de animación de la época, cuyas posibilidades fascinaron de inmediato a Disney.


En 1922, cuando creyó que había aprendido lo suficiente, Walt Disney fundó la compañía Laugh-O-Gram Films, con la que realizó exitosos cortometrajes basados en cuentos infantiles. Sin embargo, los gastos de producción superaban los beneficios, y al año siguiente tuvo que cerrar. Desalentado, Disney se trasladó a Hollywood sin otra idea que llegar a ser director de cine "normal". Por suerte, una distribuidora se interesó por Alice's Wonderland, una de las películas que había producido Laugh OGram Films, y le encargó nuevas películas que combinasen animación e imagen real.
Para satisfacer el encargo nació el Disney Brothers' Studio dirigido por Walt y su hermano Roy, que produciría nueve Alice Comedies Comedias de Alicia, a las que seguiría en 1927 la serie Oswald, el conejo afortunado, un encargo para la Universal Pictures creado por Ubbe Iwerks, que se había unido a la nueva andadura de los hermanos Disney. Las series tenían éxito y el estudio iba creciendo con talentosos dibujantes, aunque un tropiezo con la Universal Pictures, que tenía los derechos sobre Oswald y decidió prescindir de sus servicios, estuvo a punto de arruinar la naciente empresa.


Blancanieves y los siete enanitos 1937
La solución era crear otro personaje y éste fue ni más ni menos que el ratón Mickey Mouse, que con el tiempo sería el emblema de la llamada Factoría Disney. Su paternidad es discutida; Disney se la atribuyó, pero pudo ser obra de Ubbe Iwerks o de ambos. Tras dos intentos fallidos, el flamante ratoncito triunfaría con Steamboat Willie 1928, que fue un gran éxito. Inmensamente popular, los cortometrajes se sucedieron con rapidez, y en 1930 el personaje pasó al cómic. Los cortos protagonizados por Mickey Mouse se alternaron con una serie de graciosas animaciones musicales titulada Sinfonías tontas.
Pese a algunos contratiempos como el abandono de Iwerks, quejoso de la explotación a que lo sometía Disney, el negocio iba viento en popa. En 1934, Disney emprendió un proyecto visionario: la producción de un largometraje que iba a ser el primero de la historia de la animación. Nadie se había atrevido a ello por los enormes costos que suponía; de hecho, la industria de la época consideró la idea una locura. Y, efectivamente, a mediados de 1937, el estudio se había quedado sin un céntimo.


Disney tuvo que pedir un crédito para completar el millón y medio de dólares que costó. Pero ocurrió que, en taquilla, Blancanieves y los siete enanitos 1937 generó unos ingresos de ocho millones de dólares. No solamente había acertado como empresario, sino también como artista, porque Blancanieves y los siete enanitos resultó ser además una obra maestra, de altísimo nivel técnico, graciosa sensibilidad y gran soltura narrativa.
Los beneficios permitieron a Disney construir, dos años después, un inmenso estudio en Burbank, y producir, junto a los cortos de siempre, extraordinarios largometrajes (Pinocho, Fantasía, Dumbo, Bambi) que, sin embargo, no siempre produjeron beneficios. Disney tuvo que encarar además otros problemas, como la huelga de 1941, que paralizó los estudios y perjudicó la imagen de la empresa; de algunos de sus líderes se vengaría en 1947, denunciándolos ante el Comité de Actividades Antiamericanas.


Logró capear el temporal abriéndose a otros géneros, como los documentales, y en la década de los 50, con una situación más boyante, volvió a la carga con nuevos largometrajes de éxito: La Cenicienta, Alicia en el país de las maravillas, Peter Pan o La dama y el vagabundo. Al mismo tiempo, las actividades de la corporación siguieron extendiéndose a otros ámbitos, como la películas con actores reales (La isla del tesoro, 1950; Veinte mil leguas de viaje submarino, 1954), la producción de programas para la televisión (iniciada en 1950) y una última idea megalómana, la de traer a la tierra su mundo de fantasía con la construcción de Disneylandia, que, inaugurado en 1955, fue lo que hoy llamaríamos el primer parque temático de la historia.
Más grandioso fue aún el proyecto de un nuevo parque en Orlando, Disneyworld, que no llegaría a ver concluido. Apartado en sus últimos años ya del trabajo directo en la animación y más centrado en los proyectos empresariales, en 1966 se le diagnosticó un cáncer de pulmón y falleció a los pocos meses. El Mago de Burbank, como se le llamaba a menudo, dejaba un solvente emporio empresarial que aún perdura. Y sus amables películas, repletas de fauna humanizada, siguen todavía poblando la imaginación de millones de niños.
      

Walt Disney
A pesar de los esfuerzos de sus biógrafos, un fondo de leyenda sigue aún planeando sobre la figura de Walt Disney 1901 1966. Un repetido rumor asegura que Disney era un emigrante europeo, probablemente español, que llegó a los Estados Unidos y que, más tarde, por temor a suspicacias, falseó su origen. También han sido mitificadas las circunstancias de su muerte: muchos creyeron que Disney había sido congelado con modernas técnicas de hibernación.


Walt Disney
Según esta leyenda, su cuerpo aún permanecería así con las constantes vitales suspendidas, a la espera de un futuro en que pudiese despertar y nuevos procedimientos quirúrgicos reparasen su salud. Pero la prosaica realidad es que el cadáver Disney fue incinerado por deseo de sus familiares. No ha de extrañar, sin embargo, toda esta mezcla de realidad y fantasía alrededor de quien pasó a la historia de la cultura occidental como uno de los más prolíficos, contradictorios e influyentes cultivadores de la imaginación infantil.
Walter Elias Disney nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, Illinois. Cuarto de los cinco hijos que tuvieron Elias y Flora Disney, su infancia transcurrió entre apuros económicos y bajo la severidad de su padre, carpintero de profesión, que probó suerte en toda clase de negocios sin que nunca consiguiera mejorar su maltrecha economía. Eternamente menospreciado por su padre, Walt creció muy unido a su madre, una antigua maestra descendiente de alemanes, y a su hermano Roy, ocho años mayor que él.
En 1906, Elias Disney decidió empezar una nueva vida en una granja cerca del pequeño pueblo de Marceline, Missouri, donde Walt descubrió la naturaleza y los animales. También entonces nació su interés por el dibujo, que compartió con su hermana pequeña, Ruth. Elias Disney hacía trabajar tan duro a sus hijos en el mantenimiento de la granja que los dos mayores, Herbert y Raymond, decidieron dejar el hogar para instalarse por su cuenta otra vez en Chicago.



Los difíciles comienzos
La precaria situación en que quedó la familia con la marcha de los dos jóvenes empeoró en el invierno de 1909, cuando el padre contrajo fiebres tifoideas y la enfermedad le obligó a vender la granja y a trasladarse a Kansas City, Missouri, donde encontró un empleo como repartidor de periódicos, tarea en la que Roy y Walt le ayudaban. Ello supuso un menor rendimiento del pequeño Walt en la escuela, donde nunca fue un alumno aventajado. Pasados un par de años, Walt, que ocasionalmente ganaba algún dinero vendiendo sus caricaturas, se matriculó en el Instituto de Arte de Kansas City, donde aprendió las primeras nociones sobre la técnica del dibujo. En aquellos años de su adolescencia descubrió el cine, un invento que le apasionó desde el primer momento.
Durante la guerra fue conductor de ambulancias
el dibujo en la lona es del propio Disney


En 1917, cinco años después de que Roy Disney abandonara también el hogar paterno, Elias Disney se trasladó con su mujer y sus dos hijos pequeños de nuevo a Chicago, donde probó suerte montando una pequeña fábrica de mermelada. En la primavera de 1918, Walt, con sólo diecisiete años, falsificó su partida de nacimiento y se enroló como soldado en la Cruz Roja para combatir en la Primera Guerra Mundial. Llegó a Europa cuando ya había paz, pero estuvo destinado en Francia y Alemania hasta septiembre de 1919. Una vez licenciado, se fue a vivir con su hermano Roy a Kansas City, donde buscó empleo como dibujante.
Su sueño era convertirse en un artista del Kansas City Star, el diario que había repartido en su infancia, pero encontró trabajo como aprendiz en una agencia de publicidad, la Pesmen-Rubin Commercial Art Studio. Con un sueldo de 50 dólares al mes, en aquel empleo conoció a Ub Iwerks, un joven de su misma edad y excepcionalmente dotado para el dibujo, con el que entabló amistad. Cuando los dos se quedaron sin trabajo montaron su propia compañía, la Iwerks-Disney Commercial Artists. La empresa duró apenas un mes, ya que Walt prefirió aceptar un empleo seguro, aunque convenció a sus nuevos jefes para que contrataran a Iwerks. En aquel trabajo ambos aprendieron las técnicas, todavía muy rudimentarias, de la animación cinematográfica.


El incansable Walt Disney en plena labor
Inquieto e innovador por naturaleza, Disney pidió una cámara prestada y montó un modestísimo estudio en el garaje de su casa, en el que con la ayuda de Iwerks y trabajando por las noches, produjeron su primera película de dibujos animados. El filme tuvo aceptación y consiguieron nuevos encargos hasta que Disney, que todavía no había cumplido los veintiún años de edad, convenció a Iwerks para que volvieran a probar suerte como empresarios con una compañía a la que llamaron Laugh-O-Gram Films. Con una producción basada en cuentos tradicionales, las cosas les fueron bien hasta que la quiebra de su principal cliente los arrastró también a la bancarrota.


A Hollywood
En 1923, después de intentar inútilmente remontar el bache, Disney emigró a Hollywood. La floreciente industria cinematográfica había convertido a Hollywood en una tierra de promisión. Disney creyó que con su experiencia como cámara obtendría trabajo de director, pero ningún estudio quiso contar con sus servicios, por lo que decidió volver a montar su propia empresa con su hermano Roy como socio. El 16 de octubre de 1923, la Disney Brothers Studio firmó su primer contrato importante, pero todavía insuficiente para hacer frente a sus dificultades financieras. Ya entonces, Walt puso de manifiesto lo que después sería una constante en su compañía: que era capaz de recurrir a cualquier estratagema para sacar el negocio adelante. En 1924, Ubbe Iwerks se unió a ellos y Walt pudo dejar de trabajar como animador para dedicarse al área para la que siempre estuvo más capacitado: la creación de personajes y argumentos y la dirección.


Walt Disney al fondo con un equipo de dibujantes
El 13 de julio de 1925, tres meses después de que su hermano Roy se casara, Disney contrajo matrimonio con Lillian Bounds, una joven empleada de su estudio, con la que tuvo dos hijas: Diane Marie, nacida el 18 de diciembre de 1933 cuando el matrimonio ya descartaba que pudieran tener descendencia, y Sharon Mae, a la que adoptaron en 1936. En la primavera de 1926, y después de haber tenido que cambiar de local porque la compañía crecía, los dos hermanos cambiaron el nombre de su empresa, que pasó a llamarse Walt Disney Studio. Pero el estudio sufrió un importante revés cuando su principal cliente se quedó con los derechos del conejo Oswald, un personaje creado por Disney que había protagonizado diversos cortometrajes.


El triunfo del ratón Mickey
Con la determinación de eliminar en lo sucesivo los intermediarios, Disney concibió durante un viaje en tren de Hollywood a Nueva York a Mortimer, un ratoncito rebautizado luego con el nombre de Mickey por sugerencia de su esposa y al que Iwerks dio forma. Así lo contó Disney, pero, en realidad, la paternidad de Mickey Mouse ha sido siempre motivo de polémica, y actualmente tiende a atribuirse el propio Iwerks. En octubre de 1928, cuando Disney buscaba distribuidor para las dos películas que había producido con Mickey Mouse como protagonista, se proyectó el primer filme del cine sonoro. Adelantándose a otros productores que creyeron pasajera aquella innovación, Walt se apresuró a incorporar el sonido a una tercera película de Mickey, Willie en el barco de vapor 1928. Buen imitador de voces y acentos, Disney hizo que el ratoncillo y su novia, Minnie, hablaran con su propia voz para abaratar costes. La película, estrenada el 18 de noviembre de 1928 en un teatro de Nueva York, obtuvo un rotundo éxito de público y crítica.


Fotograma de Willie en el barco de vapor 1928
En 1929, con su excepcional sexto sentido para los negocios, autorizó que varias compañías reprodujeran en sus productos la imagen de Mickey Mouse, al que incorporaron guantes y zapatos blancos para evitar que manos y pies desaparecieran sobre fondos oscuros. El 13 de enero de 1930 empezó a publicarse una viñeta del popular personaje con Disney como guionista e Iwerks como dibujante en varios periódicos de Estados Unidos, y ese mismo año se editó un libro de dibujos de Mickey que fue reeditado en numerosas ocasiones.
Adicto al trabajo, para el que robaba muchas horas de sueño, Disney tuvo una seria crisis de salud que le obligó, a finales de 1931 y cuando el club de Mickey Mouse ya tenía un millón de miembros, a tomarse unas largas vacaciones con su esposa. De vuelta a Hollywood, se apuntó a un club deportivo donde practicaba boxeo, calistenia, lucha libre y golf. Poco después descubrió la hípica y, finalmente, el polo, del que fue un fanático durante el resto de su vida. Una afición que cultivó con tanta pasión como su fascinación por los trenes y las miniaturas.


Con Mickey Mouse como buque insignia de una compañía en alza, Disney creyó que no debía dormirse en los laureles ni aburrirse haciendo sólo películas del famoso ratoncillo, que en 1932 le supuso el primero de los Oscar que recibiría durante su carrera. Respaldado por un equipo de excelentes dibujantes e ilustradores, desplegó todo su espíritu creativo en la primera serie de sus Sinfonías tontas 1932. Realizados en technicolor, los diversos cortometrajes que componían esta producción significaron en su época un experimento sobre el uso expresivo del color. En noviembre de aquel mismo año, el estudio Disney se convirtió en el primero que tuvo su propia escuela de dibujantes y animadores.


Disney en una imagen tomada en 1940
Un año más tarde, el 27 de mayo de 1933, estrenó la sinfonía tonta que hacía el número treinta y seis y que iba a tener un éxito inesperado: Los tres cerditos. Sin pretenderlo, su famosísima canción ¿Quién teme al lobo feroz? se convirtió en un canto de esperanza para millones de norteamericanos que intentaban no ser devorados en la vida real por la Gran Depresión. En 1934, cuando su estudio contaba con 187 personas, nació el pato Donald, un personaje de carácter irascible y perverso, que vino a sumarse a los perros Pluto y Goofy.


Los largometrajes
Cuando ya se había hecho un nombre en la industria de Hollywood, Walt Disney emprendió una iniciativa arriesgada y sin precedentes: producir el primer largometraje de dibujos animados de la historia del cine. Blancanieves y los siete enanitos 1937 demostró no sólo que Disney y su equipo eran unos virtuosos de la animación, sino que los dibujos animados podían ser todo un género cinematográfico. La película recaudó cuatro millones de dólares, todo un récord para la época, pero dejó endeudado a Disney hasta 1961 por culpa de la amortización de los créditos que tuvo que pedir, ya que el presupuesto inicial de 500.000 dólares de la película había acabado triplicándose.


Blancanieves y los siete enanitos 1937
En Blancanieves y los siete enanitos se utilizó por primera vez la cámara multiplano, capaz de sugerir profundidad de campo gracias a un ingenioso sistema de superposición de cinco láminas filmadas en un mismo plano para simular lejanía, y un nuevo sistema de technicolor. La película fue el primer ejemplo de que el cine de animación de la escuela Disney tenía un sólido procedimiento narrativo, en el que los personajes humanos eran descritos a partir de la «mirada» de los animales humanizados o de los seres fantásticos. También quedó patente en el filme el gusto de Disney por lo tenebroso y su estilo de sugerir más que de mostrar abiertamente el terror.


La década de los cuarenta fue un período de gran actividad en la Disney, caracterizado tanto por la consolidación del estilo iniciado con Blancanieves y los siete enanitos como por la contradicción que Walt sentía entre su tendencia artística a la innovación y al riesgo y la necesidad de atender a un mercado nada dado a las novedades y los experimentos. Reflejo de ello fue la tibia respuesta del público a las siguientes películas salidas de su «factoría» de sueños. Pinocho 1940, considerada como una de las piezas maestras del cine de animación por los críticos y en la que se invirtieron 2.600.000 dólares, fue un desastre comercial.


Lo mismo sucedió con Fantasía 1940, que costó 2.300.000 dólares. En ella dibujantes y animadores combinaron las evoluciones de los personajes de dibujos animados con la música de Stravinski, Dukas, Beethoven, Ravel, Bach o Tchaikovsky. Considerada una obra maestra por unos y una insultante caricatura de la música clásica por otros, Fantasía no fue la «obra total» que Walt Disney había imaginado y deseado. Estos fracasos comerciales abrieron una importante brecha económica en la empresa, paliada poco después por los éxitos consecutivos de Dumbo 1941 y Bambi 1942.


Fantasía 1940
Después del sketch sobre La danza de las horas, de Amilcare Ponchielli, que codirigió con Norman Ferguson en Fantasía utilizando el seudónimo de T. Hee, Walt Disney abandonó el campo de la realización para dedicarse casi en exclusividad a la tarea de dirigir el incipiente imperio cinematográfico en el que se había convertido la empresa que tan modestamente había iniciado quince años antes. El 6 de mayo de 1940 finalizó la construcción de sus nuevos estudios en Burbank, que le granjearon el sobrenombre de «Mago de Burbank».
Diseñados por él mismo con el objetivo de facilitar el trabajo de sus empleados, aquellos estudios contaban con veinte grandes edificios, separados por calles a las que se les puso el nombre de sus personajes. La plantilla de la empresa rondaba los 2.000 empleados, a los que Disney exigía un alto nivel de creatividad y producción a cambio de salarios muy bajos, aunque nunca reparó en gastos a la hora de hacer sus películas y siempre llevó personalmente una vida privada sin lujos ni ostentaciones.


Anticomunista furibundo
El 10 de noviembre de 1940 empezó a colaborar con el FBI, después de que el entonces director de la agencia federal de investigación, J. Edgar Hoover, hubiera intentado en varias ocasiones reclutar al productor cinematográfico como agente para que le facilitase cualquier información o detalle sobre la presencia de elementos subversivos comunistas, sindicalistas o anarquistas en Hollywood. Sin embargo, los primeros devaneos políticos de Disney tuvieron un cariz más progresista y se remontaban a 1938, cuando se adhirió a la Society of Independent Motion Picture Producers, asociación de productores y cineastas independientes opuestos al dominio absoluto de los grandes estudios de Hollywood. Desde aquel grupo, que contaba con figuras como Orson Welles o Charlie Chaplin, Disney fue derivando hacia un ideario próximo al partido nazi norteamericano y a un sentimiento fuertemente antimarxista.
En 1941, un sindicato de ilustradores recién creado en su compañía amenazó al «Mago de Burbank» con ir a la huelga en demanda de mejores salarios. Disney pretendió evitar personalmente el conflicto dirigiendo un discurso a sus empleados, pero éstos, para estupor suyo, ya que concebía la empresa como una gran familia, no le dejaron pasar de las primeras frases. El 29 de mayo de aquel año, los estudios Disney quedaron casi paralizados por una huelga en la que participaron la mayoría de los trabajadores y que duró todo un año. El conflicto se saldó cuando la empresa aceptó que los trabajadores pudieran elegir libremente su sindicato, incluido el izquierdista Screen Cartoonists Guild.


Walt Disney en 1941
Los acuerdos que llevaron al final de la huelga fueron firmados por Roy Disney, ya que Walt se encontraba de viaje por diversos países de Sudamérica. De aquel largo viaje salieron varias películas destinadas básicamente al público latinoamericano. Entre ellas, Saludos, amigos 1943 y Los tres caballeros 1945, en las que combinó dibujos animados y actores de carne y hueso. En 1943, buena parte de sus mejores dibujantes le abandonaron para fundar la UPA United Productions of America, donde nacería, entre otros, el miope personaje de Mister Magoo.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, en la que Disney había accedido a filmar para el gobierno estadounidense películas propagandísticas, dejó la presidencia de su compañía, cediéndole el cargo a su hermano Roy, pero sólo mantuvo unos meses aquella decisión y a finales de 1945 volvió a ocupar el sillón presidencial. Nada más volver, despidió a más de 400 empleados, asegurando que la empresa pasaba por una crisis y tenía que cumplir el acuerdo concertado con la Screen Cartoonists Guild de conceder el aumento salarial del 25% a los dibujantes.


Reafirmado en su antimarxismo y colaborador del FBI hasta su muerte, Disney se comprometió a abortar todo elemento que atentara contra la nación norteamericana en la reunión celebrada el 24 y el 25 de noviembre de 1947 en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, que culminó con la llamada Declaración Waldorf, en la que muchos productores cinematográficos se comprometieron a colaborar con la Comisión de Actividades Antiamericanas en la «caza de brujas».
En agosto de 1948 hizo un viaje con su hija Sharon para filmar imágenes en Alaska, y con el material realizó la serie de cortos titulados Aventuras de la vida real. Su hermano Roy se opuso al proyecto (para entonces estaban ya tan distanciados que sólo se veían después de pedir cita a sus respectivas secretarias) y auguró un incierto destino a este tipo de documentales. Se equivocó, ya que el primero de ellos, titulado La isla de las focas 1948, no sólo resultó rentable, sino que fue premiado con un Oscar en la categoría de cortometrajes.


Prácticamente finalizada la década de los cuarenta, Disney recibió una interesante propuesta de Howard Hughes: un crédito sin intereses de un millón de dólares a cambio de su ayuda en un terreno el sector cinematográfico que el multimillonario tejano no conocía y en el que quería invertir. Con aquel dinero, Disney puso en marcha 18 nuevos proyectos, entre ellos Cenicienta (1950), Alicia en el país de las maravillas 1951 y Peter Pan 1953. Tras una costosísima incursión en el cine futurista con 20.000 leguas de viaje submarino 1954, volvió a proyectos más baratos y que sintonizaran con el orgullo de ser norteamericano.
Para entonces, su compañía ya no era la reina de los dibujos animados. La Warner Brothers empezaba a hacerle una seria competencia con la estrella de su serie Looney Tunes, Bugs Bunny. Aquel conejo era el contrapunto del cándido, apolítico y asexuado Mickey Mouse, que a principios de los años cincuenta vivió sus momentos más bajos de popularidad, aunque siguió siendo el personaje preferido de Disney y el emblema de su imperio.


Disneylandia
En 1953, después de ganar un nuevo Oscar al mejor documental con El desierto viviente, inició conversaciones con la cadena televisiva ABC para ceder la emisión de sus películas al nuevo invento. A diferencia de otros productores de Hollywood, que la consideraban una amenaza, Disney creyó que la televisión era un excelente medio de difundir sus productos. Un año después inició la realización de filmes específicamente para televisión, la parte de su producción artística más denostada por los críticos. Críticas que también le lloverían años después con Mary Poppins 1964, su primer largometraje con sólo actores reales. Pero a Disney no le importaron, porque esas películas le daban el dinero que necesitaba para hacer realidad un proyecto que acariciaba desde hacía tiempo: construir un enorme parque de atracciones basado en sus personajes.


Disney y Von Braun 1954
Adicto al trabajo y perfeccionista, el productor cinematográfico diseñó hasta el último detalle de Disneyland, que abrió sus puertas el 17 de julio de 1955 en Anaheim, California. Este parque, con una extensión de 120 hectáreas, costó 17 millones de dólares, y Main Street USA, su calle principal por donde transitaban cientos de actores disfrazados de personajes, recreaba a la perfección la calle mayor de Marceline, el pueblo donde vivió su infancia Disney, que aquel verano de 1955 ya era abuelo del primero de los diez nietos que tuvo.
Multimillonario y galardonado con veintinueve Oscars, en la década de los sesenta se había consolidado como uno de los personajes más conocidos y queridos de todo el mundo, pero su salud flaqueaba, y todo su imperio entró en una lucha por la sucesión. Fumador empedernido y aficionado al alcohol, murió el 15 de diciembre de 1966 en Los Ángeles, California, víctima de un cáncer de pulmón, después de haber supervisado los esbozos de Disney World, parque temático al estilo de Disneyland pero más enfocado hacia los adultos, que abriría sus puertas en 1971 en Orlando, Florida en 1983, la compañía inauguró en Japón el Tokio Disneyland y en 1992 abrió sus puertas el Euro Disney de París.


El «Mago de Burbank» había fallecido sin llegar a ver terminado El libro de la selva 1967, la segunda película más comercial de Disney desde los tiempos de Blancanieves y que dirigió Wolfgang Reitherman, quien asumió la producción de los largos de animación disneyanos hasta 1981. Después de años de mucha producción y pocos éxitos destacables, los estudios Disney volvieron a ser los reyes del género de dibujos animados con La bella y la bestia 1991, Aladdin (1992) y El Rey León 1994. Con el fallecimiento de Disney, entraba en la leyenda uno de los nombres fundamentales de la cultura popular del siglo XX. Con variada fortuna, tratarían de sustituirle figuras tan dispares como su hermano Roy O. Disney, su sobrino Roy E. Disney y su yerno Ron Miller. Pero sólo el productor ejecutivo Michael Eisner demostró ser un digno sucesor suyo.



Mickey Mouse. Personaje fundamental en la galería de figuras popularizada por Walt Disney, el ratón Mickey Mouse ha arraigado completamente en la cultura de masas, convertido en un icono reconocible en todo el mundo. Por su misma naturaleza, este dibujo animado encarna la filosofía vital que Disney quiso reflejar a través de sus producciones. En su progresiva evolución a través de las décadas, Mickey pasó de ser un roedor divertido e intrascendente a configurarse como una especie de americano medio, caracterización a la cual sus guionistas supieron dotar de humor y ternura suficientes para garantizar su aceptación generalizada a pesar del tiempo transcurrido desde su primera película.
Walt Disney se arrogó la creación del personaje. Según la versión que el mismo difundió, el nacimiento de Mickey Mouse, personaje estrella de la empresa, se produjo durante un viaje en tren hasta Nueva York en el que soñó con un ratón al que llamó Mortimer; luego cambiaría tal nombre por el de Mickey, a sugerencia de su esposa. Con la idea en mente, puso en marcha a su equipo de colaboradores para poner en imágenes la idea, realizando el cortometraje Plane crazy en 1927. Pero actualmente se acepta que, en realidad, Ub Iwerks fue el auténtico diseñador de Mickey Mouse, en tanto que Disney habría sido su gerente y productor. Y es un hecho innegable que Iwerks animó en su integridad el primer cortometraje de Mickey Mouse.


Cuando el 18 de noviembre de 1928 llegó a las pantallas Steamboat Willie, primera película hablada del pequeño ratón, éste ya se había convertido en una estrella, con su mirada infantil, sus pantalones rojos con botones dorados y sus inconfundibles guantes blancos. Las producciones audiovisuales con este personaje en cine y televisión fueron constantes a lo largo de las décadas, protagonizando asimismo una descomunal mercadotecnia, cuyos dividendos se miden en millones de dólares gracias a la explotación de su imagen en toda suerte de productos. Como maestro de ceremonias en los parques temáticos de la firma o protagonizando juegos de ordenador, Mickey ha entrado en la esfera de los mitos contemporáneos.


Blancanieves. Walt Disney debutó en el largometraje con Blancanieves y los siete enanitos, encantadora versión animada del relato de los hermanos Grimm. Tras el éxito obtenido con los cortometrajes protagonizados por el simpático Mickey Mouse, Disney invirtió más de tres años y 1,5 millones de dólares en la producción de este clásico del cine infantil. Para ello se rodeó de más de quinientos animadores que se encargaron de hacer realidad el sueño del tío Walt nombre con el que era conocido en su compañía.
Blancanieves y los siete enanitos recaudó casi ocho millones de dólares, una cantidad muy importante si tenemos en cuenta que por aquel entonces Estados Unidos estaba sumido en una profunda depresión económica. Uno de los mayores logros del filme es su sabia utilización de los distintos caracteres de los siete enanitos, creando todo tipo de situaciones cómicas con las que el público infantil ríe sin cesar.


Situada en un reino fantástico, la historia comienza con el descubrimiento de la Reina de que existe una muchacha más hermosa que ella: su hijastra Blancanieves. La Reina decide eliminar a Blancanieves, y ordena a un cazador que la encuentre y la mate. La pobre Blancanieves, asustada, se refugia en una casa habitada por siete divertidos enanos. La Reina, transformada en una malvada bruja, tentará a la inocente muchacha con una manzana envenenada. Por suerte, un apuesto príncipe salvará a Blancanieves con un beso.
La versión de Disney presenta diversas diferencias con el cuento que los hermanos Grimm escribieron en 1812. Disney añadió varios personajes para que la historia fuera más vivaz. Los animales del bosque, junto a los enanitos, protegen a la joven y aportan al filme el tono humorístico.


 La acción nunca se centra demasiado en un personaje, sino que es interrumpida por acciones simultáneas que dan agilidad al relato y añaden riqueza al guión. Disney también intensificó la maldad de la madrastra; así, por ejemplo, hizo que en sus estancias apareciera un esqueleto. Este elemento de terror contrasta con la dulzura de Blancanieves y el humor de los enanitos, los tres puntales de la película.
En el cuento, la Reina intenta en cuatro ocasiones terminar con la vida de Blancanieves (el cazador, un lazo, un peine envenenado y finalmente entregándole la manzana), mientras que en la película sólo figuran el intento del cazador y el de la reina con la manzana. Disney también restó crueldad al final del relato al obviar que, el día de la boda con el príncipe, obligaron a la madrastra a bailar con unos zapatos de hierro candente hasta morir. La Academia de Hollywood premió a Walt Disney con siete miniaturas del premio Oscar en reconocimiento a la innovación que la película supuso para el mundo del cine.



La Primera Guerra Mundial
En 1914 estalló la guerra más mortífera habida hasta entonces en Europa. Las razones de un conflicto bélico de esta magnitud hay que buscarlas en las rivalidades económicas y coloniales entre las grandes potencias y en los conflictos y reivindicaciones nacionalistas en el seno del continente. La Primera Guerra Mundial enfrentó a dos bloques de países: los aliados que formaban la Triple Entente Francia, Inglaterra y Rusia, a los que se unieron entre otros Bélgica, Italia, Portugal, Grecia, Serbia, Rumanía y Japón y las potencias centrales de la Tripe Alianza el Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro, apoyados por Bulgaria y Turquía.
Aunque todo el mundo creyó que sería breve, la Primera Guerra Mundial se prolongó por espacio de cuatro años (1914-1918). Tras una fase de estancamiento en que la muerte de centenares de miles de soldados en las trincheras apenas movió los frentes, en 1917 los Estados Unidos entraron en la guerra en apoyo del bando aliado, que resultaría a la postre el vencedor. Las tensiones de la guerra propiciaron en octubre de 1917 el triunfo de la Revolución Rusa, la primera de las revoluciones socialistas, que se convertiría en referencia para las organizaciones y partidos de la clase obrera en el siglo XX. Con la devastación demográfica y económica ocasionada por la Primera Guerra Mundial se inició el declive de la Europa occidental en favor de nuevas potencias emergentes: los Estados Unidos, Japón y la URSS.


La Europa de 1914
Como consecuencia de la expansión industrial de las décadas anteriores y del dominio colonial, en 1914 Europa el centro económico, político y cultural del mundo. El viejo continente, sin embargo, no era en absoluto un conjunto homogéneo. Francia, Gran Bretaña y Alemania lideraban casi todas las ramas de la industria; entre las tres naciones se estableció una feroz competencia en la que los germánicos comenzaron a destacar. Rusia, el Imperio austrohúngaro, Turquía y las pequeñas naciones de los Balcanes habían comenzado a modernizarse, pero todavía la mayor parte de la población de estos países vivía de la agricultura.
Desde el punto de vista político, Francia y Gran Bretaña gozaban de sistemas democráticos, mientras que los imperios alemán y austrohúngaro, pese a fundarse en constituciones liberales, se regían por sistemas más autoritarios. Rusia, pese a las reformas iniciadas en 1905, era un imperio en el que el Zar mantenía una autoridad casi absoluta.
La rivalidad económica y las tensiones generadas por las aspiraciones contrapuestas de los nacionalismos favorecieron a finales del siglo XIX la configuración y consolidación en Europa de dos grandes alianzas internacionales fuertemente armadas. Las relaciones políticas internacionales descansaban desde 1871 en el sistema de alianzas y equilibrio entre las grandes potencias que había diseñado el canciller Otto von Bismarck con el objetivo de aislar a su rival, Francia, y colocar a Alemania en una situación de supremacía en el continente europeo.


A que tiempos de Bismarck, y por iniciativa del estadista alemán, se había constituido la Triple Alianza 1882, que agrupaba a los llamados Imperios Centrales El Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro y al reino de Italia, que no obstante se uniría al bando contrario tras iniciarse las hostilidades. El ascenso al trono de Guillermo II, que destituyó de Bismarck 1890, intensificó el expansionismo económico del Imperio alemán. La respuesta al peligro potencial que suponía la Triple Alianza fue la Triple Entente: lentamente gestada y negociada entre 1894 y 1907, consiguió reunir los intereses comunes de Francia, el Reino Unido y el Imperio ruso.
Causas de la Primera Guerra Mundial
Las causas profundas de la Primera Guerra Mundial se sitúan tanto en el orden económico como en el político, y pueden reducirse al antagonismo económico y colonial entre las principales potencias industriales Francia e Inglaterra por un lado y Alemania por otro y a la exacerbación de los conflictos territoriales de signo nacionalista.


La unificación de Alemania en 1871 había convertido a esta nación en una gran potencia que amenazaba directamente los intereses económicos de Francia y del Reino Unido. La fuerte competencia por la búsqueda de nuevos mercados y materias primas ya había provocado tensiones y enfrentamientos por la pretensión alemana de extender su imperio colonial, la cual chocaba con el reparto diseñado por sus rivales. Gran Bretaña y Francia tenían numerosas posesiones en todo el mundo, e incluso algunas naciones pequeñas o pobres, como Bélgica y Portugal, dominaban zonas más extensas que sus propios estados. Los Imperios Centrales, en cambio, habían llegado tarde al reparto colonial. El Imperio austrohúngaro carecía de colonias, y Alemania únicamente había conseguido, después de muchas tensiones, cuatro territorios africanos sin riquezas ni demasiadas posibilidades económicas Togo, Camerún, el desierto de Namibia y la actual Tanzania.


Este componente económico hizo que, al estallar el conflicto, las organizaciones obreras denunciasen la situación como una guerra de intereses propia del capitalismo y rechazasen la participación en la contienda bélica. Los líderes socialistas de algunos países, como el francés Jean Jaurès, se pronunciaron inequívocamente contra un conflicto que calificaban de imperialista. Pero la división de los socialistas europeos y el asesinato de Jaurès desmoralizó la oposición pacifista, y el sentimiento nacionalista acabó por imponerse incluso entre los obreros, que ingresarían sin reticencias en los respectivos ejércitos.



1 comentario:

  1. Walt Disney
    Chicago, 1901 Los Ángeles, 1966 Dibujante y productor cinematográfico estadounidense. Ponero del cine de dibujos animados, fue el principal creador de la etapa clásica de la animación y el fundador de la corporación que lleva su nombre.

    ResponderEliminar

El Mundo en que Vivimos: El Horóscopo de Mariela la Pitonisa

El Mundo en que Vivimos: El Horóscopo de Mariela la Pitonisa :  El Horóscopo de Mariela la Pitonisa   El Horóscopo de Mariela la Pitonisa ...